Created by Arturo Madrid Romero
about 7 years ago
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De todas las religiones del mundo solamente el cristianismo reclama tener vacía la tumba de su fundador; tanto Abraham en el Judaísmo, Buda en el Budismo y Mahoma en el Islam, tienen sus seguidores (tanto judíos, budistas y mahometanos) que visitan sus tumbas, pero nunca han convenido de que sus fundadores se hallan levantado del polvo de la tierra en resurrección. Y es que las otras religiones no pueden reclamar lo anterior, porque la vida de sus fundadores no armoniza con los otros hechos de su historia, como sucede con el cristianismo en donde lo que Jesucristo dijo respecto a su muerte y resurrección tenía que ver con todo lo que él predicaba. Hay que recordar que el sermón de Pedro en el día de Pentecostés está “totalmente basado sobre la resurrección”; y no es que la resurrección sea meramente su tema principal, sino que sí esa doctrina fuera quitada, no quedaría doctrina. Sin la resurrección, la posición mesiánica y real de Jesús no podría establecerse convincentemente. Sin la resurrección de Cristo, el nuevo derramamiento del Espíritu Santo continuaría como un misterio inexplicable y la substancia del testimonio apostólico habría desaparecido, de la misma manera sin la resurrección la vida de Jesús hubiese terminado como la de cualquier otro profeta.
Lo fundamental de la resurrección de Cristo no radica o no es algo que lo beneficie a él, es decir, en el sentido que a él lo libere de las consecuencias de la muerte, sino los que son beneficiados somos todos los hombres de un modo importantísimo. Algo muy interesante es que Jesús había predicho que iba a resucitar, por lo cual la resurrección es la verdad más trascendental de nuestra fe; por medio de la fe se puede comprender entonces que Cristo es dueño de la vida y de la muerte, es decir, es Dios. La noticia de que Jesucristo resucitó sigue siendo la noticia más excelsa de la historia; así como los primeros testigos no fueron callados y prefirieron morir, así también nosotros estamos llamados a ser testigos de que el único resucitado se llama Jesucristo. Además de todo lo anterior, los efectos de la muerte y resurrección son incontables, principalmente su muerte confirma quién es Jesús, él declaró que es Dios y resucitó para probarlo. La resurrección de Cristo garantiza que aquellos que están en él son nuevas criaturas.
¿Falsedad o Historia? se puede llegar a la conclusión de que la resurrección de Jesucristo es uno de los “fraudes más perversos, malignos y crueles que se haya anidado en el corazón de los hombres, o es el hecho más fantástico de la historia” Si es el hecho más fantástico de la historia, ¿Cuáles serían los hechos que le dan crédito a este acontecimiento? básicamente: El impacto de su vida sobre la historia; La profecía cumplida en su vida y por su puesto Su resurrección. Como resultante de lo anterior se puede afirmar que la resurrección de Jesucristo y el cristianismo permanecen en pie o caen juntos; hay que recordar que él dijo que después de su muerte, al tercer día se levantaría de la tumba, y esa predicación resultó cierta, entonces todo lo que nuestro Señor dijo debe ser cierto. Además si alguien se preguntara ¿cómo es que la resurrección es una prueba de que Jesús era Hijo de Dios? la respuesta debe ser: primero porque se levantó por su propio poder. Asimismo tenía poder para poner la vida, y tenía poder para volverla a tomar.
Jesús conquistó la muerte, él dijo yo soy la resurrección y la vida, además dijo que porque él vive nosotros también viviremos; deduciéndose entonces que la resurrección es un hecho verdadero e histórico, además que el cristianismo y la resurrección son inseparables, es decir, si cree en uno se cree en el otro. La resurrección de Jesucristo no solo consistió en la reanimación de un cadáver, la resurrección es un misterio de fe; Jesucristo al resucitar ha comenzado a vivir una vida nueva, que es a la que estamos llamados todos los hombres. Uno de los aspectos importantes de la resurrección es que Dios se involucró en la historia humana, y conociendo al hombre Dios corrió el riesgo y permite que se revisen todos los hechos. Otro aspecto importante es que la mayor evidencia de la resurrección proviene de la boca de nuestro Señor, él predijo su muerte pero también predijo su resurrección, todo lo anterior lo dijo con antelación.
Algo muy importante es que “los cuatro Evangelios no dejan a Jesús en la Tumba”, en cambio en las otras religiones esta situación no se da en sus escritos más importante o en sus libros de fe; en consecuencia este es otro elemento más que hace que la fe de los cristianos se sostenga no solo en ideas, en alabanzas y en creencias. También es importante recordar que aquellos que se unieron a la nueva fe se diferenciaron de sus conciudadanos judíos en que creían que Jesús de Nazaret era el mesías y que Dios había vindicado sus demandas resucitándolo de entre los muertos. Igualmente, la evidencia presentada en los Evangelios es conclusiva; “la inferencia (sacar una consecuencia de la otra) va tras la evidencia”, y un testigo veraz se muestra siempre natural y desdeña lo artificioso, la evidencia presentada por los Evangelios es de esta clase. Thomas Arnold, (catedrático de Oxford) un hombre bien relacionado con el valor de la evidencia en la determinación de los hechos históricos dijo “La evidencia en cuanto a la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor puede probarse, y a menudo se ha probado, que es satisfactoria; es buena, de acuerdo a las reglas comunes para distinguir la buena evidencia de la mala.”
El cristiano primeramente no tiene que creer o tener fe solo para convencer o persuadir a otros, sino más bien lo importante y beneficioso es tener la satisfacción personal de que las evidencias que se muestran en la Palabra de Dios son reales y a partir de ahí entonces con entereza, firmeza y convicción ir y cumplir la Gran Comisión. Las evidencias que hay sobre la resurrección de Jesucristo nunca han sido vencidas, esto es porque son inevitablemente exclusivas, así también la fe cristiana es exclusiva, no acepta la idea de que los hombres puedan ser salvos por cualquier otro medio que no sea el Evangelio de Cristo. No cabe la menor duda que si los apóstoles no hubiesen sido testigos oculares de la resurrección de Jesucristo, es totalmente imposible que ellos pudieran haber persistido en afirmar lo que siempre afirmaron, incluso llegando a ofrendar su vida por la verdad. Al mismo tiempo los romanos y principalmente los judíos nunca pudieron presentar el cuerpo de Cristo o por lo menos explicar donde se hallaba, no obstante se rehusaron a creer.
El sepulcro vacío es ese testimonio silencioso de la resurrección de Cristo que jamás ha sido refutado. “En esa tumba vacía el cristianismo ha discernido siempre un importante testigo de la lógica de la creencia; los cristianos nunca han dudado, en efecto, ésta se hallaba vacía al tercer día, las narraciones evangélicas concuerdan en enfatizarlo (la carga de la comprobación)… descansa no sobre los que sostienen la tradición, sino sobre los que niegan que el sepulcro se hallaba vacío, o explican la ausencia del cuerpo del Señor por medio de alguna teoría racionalista”. Por consiguiente, no es por causa de la insuficiencia que los hombres rechazan todavía la resurrección de Jesucristo, sino a pesar de la suficiencia de ella; por ejemplo que mayor evidencia se necesita que Jesucristo fue capaz de transformar a sus discípulos a través de las evidencias; acaso no Santiago menospreciaba todo lo que su hermano decía. De la misma manera como se explicaría que el día de la crucifixión todos sus seguidores estaban tristes y desesperanzados, pero el primer día de la semana (domingo) sus corazones explotaban de alegría, seguridad y esperanza, la pregunta sería entonces ¿A qué se le puede atribuir este portentoso cambio? Pero por si fuera poco lo anterior, acaso tan solo tres días son suficientes para que nazca una leyenda o tradición que cambie o afecte la historia de la humanidad y hoy se diga: Antes de Cristo y Después de Cristo.
Sí la Iglesia hoy existe no es por casualidad o por idea humana, definitivamente la Iglesia existe y se estableció básicamente para predicar la resurrección de Jesucristo; o sea, la única explicación de la existencia de la Iglesia es su fe en la resurrección y el fruto ha sido que nada más y nada menos ya la Iglesia tiene dos mil años de existencia. Corolario a lo anterior se puede decir que la experiencia cristiana no tiene ningún significado si la vida, muerte y resurrección de Jesucristo no son hechos respaldados por la historia, porque recordemos ningún personaje o fundador de algo, ha tenido en la misma historia tanta repercusión como Cristo. Por otro lado, no cabe ninguna duda que Cristo es el centro de la historia de la humanidad, no necesariamente porque se marca el tiempo en a.C. y d.C. sino que es por las consecuencias que tuvieron su nacimiento, vida, muerte y especialmente su resurrección. Asimismo, los cristianos ponemos nuestra fe en un Dios que pueda ser identificado y que se dio a conocer en la historia, en donde vivió, caminó, comió, creció, murió pero resucitó al tercer día y lo más sorprendente es que hoy creemos firmemente que vive dentro de nosotros.
La resurrección de Cristo es la máxima fortaleza y defensa de la fe, esta doctrina fue capaz de trastornar, transformar y de ver al mundo diferente; además fue capaz de elevarse sobre religiones que en ese tiempo eran intocables especialmente el judaísmo y las religiones paganas del mundo mediterráneo. El hecho de que Jesús dijera que subiría a Jerusalén para morir no es tan notable, aunque lo haya dicho con tiempo de antelación; pero cuando dijo que se levantaría otra vez de entre los muertos al tercer día de haber sido crucificado, dijo algo que solo un necio se atrevería a decir, sí es que esperaba que la devoción de sus discípulos y seguidores persistiera; a menos que estuviera seguro cien por cien que resucitaría. Si no hubiese sido por la creencia profunda que los discípulos tenían de que el Cristo crucificado se había levantado de los muertos y de que habían visto y hablado con él; la muerte de Jesús y probablemente Jesús mismo, habrían sido totalmente olvidados. Dos alternativas “Esas alternativas son que la tumba vacía bien era obra divina o una obra humana”, las cuales deben ser tratadas con objetividad. En primer lugar los enemigos de Jesús no tenían motivo para hacerlo, habría significado una ventaja para ellos mejor que permaneciera donde estaba; y la probabilidad que los discípulos lo robaran resulta imposible, por lo tanto, el poder que sacó el cuerpo de Cristo de la tumba debe, por consiguiente, haber sido divino.
La resurrección de Jesucristo es uno de los pocos eventos singulares de la historia, este evento ha sido capaz de impulsar cualquier cantidad de eventos, edificaciones, pensamientos, guerras; pero también ha impulsado los bienes más preciados que han transformado al mundo y por supuesto el interior de las personas, las relaciones, la ética, los logros intelectuales y satisfacer todas las necesidades del hombre. La conversión al cristianismo o el hecho de seguir a Jesucristo no es una experiencia psicológica inducida, que se logra por un lavado de cerebro; simplemente el porqué de la experiencia cristiana es la persona de Jesucristo. Hay que recordar que nuestro Dios no es una invención filosófica, nuestro Dios no es un Dios imperceptible y desconocido, sino es un Dios con atributos y características específicas, por esto y otras cosas más nuestro Dios es singular y único. Finalmente y después de millones de testimonios de cómo Cristo cambia la vida, no cabe la menor duda que queda más que confirmada la resurrección de Jesucristo, ya no se necesitan más evidencias para dar un veredicto.
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