La llamada “Primavera árabe” que fue derrocando uno tras otro a varios dictadores de la región, mostró de forma ejemplarizante que las protestas podían traer efectos contundentes en el plano político. Si a la defensa nacional se suma el sentimiento religioso de las amplias masas y de sectores radicales como los “salafistas” que buscan el regreso a las fuentes originales del Islam, el panorama puede mostrar entonces una complejísima interrelación de tensiones, políticas, religiosas y sociales que no se gestan en las dos últimas décadas, sino que son el resultado de un proceso de larga duración, en el sentido señalado por Norbert Elías (1988), que ha diferenciado política y simbólicamente a oriente y a occidente.Su fuerza, además de las implicaciones de cohesión social que podemos identificar desde la sociología, tiene hoy, en un aparente mundo secularizado, una vitalidad capaz de agrupar a treinta naciones en un sólo día, pues el sentido de lo sagrado ha sido profanado. Este importante acontecimiento no puede dejarnos impávidos y requiere las preguntas y el análisis de la academia.Las ganas de islamofobia y de antioccidentalismo ya estaban, el combustible lo han puesto declaraciones, películas y dibujos, y los pirómanos de ambos lados estaban sólo esperando el momento oportuno” ¿Qué tiene que decir la Sociología ante acontecimientos tan significativos para el futuro?, ¿Podrá orientar en algo el análisis hoy, cien años después, un texto (sagrado diría yo) como el de Las formas elementales de la vida religiosa de Emilio Durkheim, para comprender el proceso que describimos más allá de la apariencia?“En su análisis de la producción social de la religión, Durkheim expuso la mayoría de los componentes de los rituales sociales usando como ejemplo las reuniones tribales de los aborígenes australianos. Creía que este análisis tenía enorme aplicabilidad y sembró su argumento de ejemplos sacados de la vida política moderna y prodigó las apostillas sobre la generalidad de tales procesos. Esos pasajes son quizá los más dignos de atención minuciosa de toda la Sociología Clásica” (Collins, 2009: 55).¿Por qué la búsqueda de simplicidad es el camino sugerido? Es la postura metodológica de indagar por lo que será una “partícula elemental” de la que puedan luego deducirse sociedades más complejas: “En la base de todos los sistemas de creencias y de todos los cultos, debe haber necesariamente un cierto número de representaciones fundamentales y de actitudes rituales que, a pesar de la diversidad de las formas que unas y otras han podido revestir, tienen en todas partes la misma significación objetiva y cumplen en todas partes las mismas funciones” “Pero nuestra investigación no solamente interesa a la ciencia de las religiones. Toda religión, en efecto, tiene un aspecto que supera el círculo de las ideas propiamente religiosas y, por eso, el estudio de los fenómenos religiosos suministra un medio de renovar problemas que, hasta el presente, sólo se han debatido entre filósofos [...] Se sabe desde hace largo tiempo que los primeros sistemas de representaciones que el hombre se ha hecho del mundo y de sí mismo son de origen religioso. No hay religión que no sea una cosmología al mismo tiempo que una especulación sobre lo divino” “Una vez los cuerpos reunidos, sucede un proceso de intensificación de la experiencia compartida –lo que Durkheim denominó efervescencia colectiva-
Las representaciones religiosas son de representaciones colectivas que expresan realidades colectivas; los ritos son maneras de actuar que no surgen más que en el seno de grupos reunidos y que están destinadas a suscitar, a mantener o a rehacer ciertos estados mentales de esos grupos. el respeto compartido por los símbolos, que deben ser ratificados una y otra vez en el ritual. La religión es creencia sostenida por práctica ritual,los rituales son la fuente de los criterios de moralidad del grupo”¿Por qué en un mundo dominado por la ciencia, la técnica y la racionalidad instrumental perviven con tal fuerza los aspectos de la religión?, ¿No hay allí contradicción?Lo que tiende a hacerlo creer es que el dominio que ha ejercido sobre el pensamiento ha variado según las épocas y las sociedades. El principio de identidad domina hoy el pensamiento científico [...] Esas variaciones que ha sufrido en la historia la regla que parece gobernar nuestra lógica actual prueban que, lejos de estar inscripta eternamente en la constitución mental del hombre, depende, al menos en parte, de factores históricos, en consecuencia sociales Estos procesos que se atan al espacio y al tiempo, evidencian formas especiales de habitar (como Heidegger podría señalarlo). Durkheim no se exime de ello para expresar, cómo los rituales ratifican los símbolos pues prolongan en tiempo y espacio la vida de los sentimientos. La tensión entre individuo y sociedad es activa, pero a su vez genera principios y conceptos que la ratifican y no es la postura individual la que se ve favorecida, pues hay una estructura normativa de la acción que está en el trasfondo.La sociedad existe, es real, es religiosa, en un sentido amplio de término. Así el islamismo es una fuerte realidad que puede expresar los dos momentos simultáneamente, es religión y es hecho social práctico.Se comprende desde entonces cómo la razón tiene el poder de superar el alcance de los conocimientos empíricos La sociedad, primaria o desarrollada, no es libre, no puede renunciar al sentido social que la inunda, eso es claramente precisado por Durkheim como principio metodológico
“los movimientos realizados en común favorecen que la atención se focalice y hacen a los participantes conscientes de la identidad de sus acciones, de donde asimismo surge la (identidad) de su pensamiento” Esta necesidad moral profunda, es la que obligó a los indignados musulmanes a manifestarse. Es interesante ver no sólo a la multitud de hombres en acción, sino también a las mujeres portando pancartas, reconociendo que su acción civil es parte de su acción moral, ellas, que en esta sociedad, han estado por principio relegadas al mundo privado Podría decirse que cada manifestación es sagrada, que cada expresión, es un homenaje al profeta Mahoma, una manera de expiación, un rito piacular, significativo.El método de Durkheim es preciso y claro, además de estar atenido a aspectos esenciales que, como normas, se encuentran en cualquier religión incluidas las más simples. Es necesario en ellas tener presente la distinción entre lo sagrado y lo profano que se coloca como principio y como comienzo para el análisis.Mahoma no es sólo un profeta nacional, es internacional y la comunión de intereses se expresa como conciencia colectiva también internacional. El rito imitativo se extiende a los treinta países, uno tras otro. El Tótem, en sentido metafórico, ha sido insultado. Es imperioso reivindicar su memoria, no sólo de manera individual sino en un ritual cohesionador que mantenga la comunidad sagrada Una tras otra las airadas manifestaciones, tenían con sus antecesoras similitud. Conocimiento del hecho, reacción inmediata, explosión, protesta. Así, pueden confirmarse como hechos sociales en su generalidad y por ende podemos determinarlos como morales y normales. No hay nada patológico en los atentados, ni en los muertos y las posturas radicales, son asumidas como expresión ritual con necesarias víctimas, así como esta “especie” de hechos podría confirmarse en el pasado.Para consagrar a una cosa se la pone en contacto con una fuente de energía religiosa, del mismo modo que, hoy, para calentar un cuerpo o para electrizarlo, se lo pone en relación con una fuente de calor o de electricidad; los procedimientos empleados en una y otra parte no son esencialmente diferentes. Entendida de este modo, la técnica religiosa parece ser una especie de mecánica mística (Durkheim, 1968: 431). ¿Quién más puro que el Profeta?, ¿Quién más sagrado que Mahoma? y ¿Qué más criticable desde la otra orilla, que una religión distinta a las posturas ortodoxas?, ¿Qué es entonces lo que mantiene a cada uno de estos grupos unidos entre ellos y a la vez en el conflicto?. Hemos visto, en efecto, que si la vida colectiva, cuando alcanza un cierto grado de intensidad, produce el despertar del pensamiento religioso, es porque determina un estado de efervescencia que cambia las condiciones de la actividad psíquica. Las energías vitales están sobreexcitadas, las pasiones más vivas, la sensaciones más fuertes; hasta hay algunas que sólo se producen en ese momento. El hombre no se reconoce; se siente como transformado y, en consecuencia, transforma el medio que lo rodea (Durkheim, 1968: 433).
Hay un aspecto que no quiero dejar pasar en este comentario y es la agudeza de la lectura de Collins respecto a la postura metodológica de Durkheim. Insiste Collins en que Durkheim desarrolla una postura de dinámica social, confirmándola en su argumentación con varios ejemplos y criticando a quienes señalan esta teoría como una estática social. En este contexto preguntamos, ¿Qué diferencia hay entre el pueblo norteamericano de rodillas en el rito ecuménico primero, luego del atentado del 11 de septiembre, y las oraciones en las mezquitas por las víctimas de la guerra en Irak? O ¿Cuál es la diferencia entre un video desconocedor del Islamismo y las violentas manifestaciones en el mundo musulmán?, ¿Son ambas nuevas formas de “orientalismo”?, ¿Qué diferencia los rituales funerarios en ambas culturas? Para terminar, permítanme señalar que este análisis de un hecho histórico concreto contemporáneo quiso ser sistemático, se atuvo a métodos, normas y conceptos sociológicos clásicos, en un intento de confirmar que aún sirve la teoría“una y la otra, en ese aspecto, persiguen el mismo fin; el pensamiento científico no es más que una forma más perfecta del pensamiento religioso. Parece natural, pues, que la segunda se borre progresivamente ante la primera, a medida que ésta se hace más apta para cumplir con la tarea”
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