Created by a.mariavallejo
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Según Aristóteles, la felicidad consiste en desarrollar y cumplir lo propio de cada ser de acuerdo a su esencia. Esto en los seres humanos es la actividad intelectual, la vida contemplativa, pues la facultad intelectiva es lo característico del ser humano, que lleva al conocimiento de los seres y especialmente del ser supremo, el motor inmóvil. Por ello, lo fundamental será perfeccionar esta característica racional y con ella las virtudes dianoéticas o intelectuales, que son aquellas que perfeccionan el entendimiento: la sabiduría o la contemplación, la reflexión,... Pero el hombre no es sólo una sustancia con entendimiento, sino que tiene necesidades corporales y sociales resultándole imposible conseguir la plena felicidad pues no puede ejercer plenamente la vida contemplativa (que sería estar permanentemente pensando). Así, la felicidad humana es limitada. Precisamente, para cumplir estas necesidades sociales están las virtudes éticas o prácticas, las más humanas (frente a las dianoéticas que serían "divinas") y que deben organizar nuestras vidas de forma que podamos dedicarnos a lo que nos es propio (el desarrollo de la facultad intelectiva). La virtud ética se define en Aristóteles como un hábito (quiere decir que no es innata sino consecuencia del aprendizaje, y más exactamente de la práctica o repetición) de determinar con prudencia (utilizando la facultad intelectiva o entendimiento) el término medio entre dos extremos viciosos (uno por defecto y otro por exceso) de forma personal. El término medio es personal, no universal.
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