De lo fantástico a lo neofantástico

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Los límites de lo fantástico
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Entre lo extraño y lo maravilloso: La duda manda Tzvetan Todorov afirma que el ámbito de lo fantástico en literatura, comparte fronteras (podría decirse que una frontera de cristal) tanto con lo extraño como con lo maravilloso. Refiere que ese espacio minado entre los dos mundos vecinos, es el de la duda, el de la ambigüedad acerca de los acontecimientos sobrenaturales narrados en los textos de esa especie. De tal manera que el personaje –y con él el lector- duda sobre lo acontecido y ese momento de la duda corresponde a lo fantástico. De otro modo, si al final del relato el personaje encuentra una explicación racional sobre lo sucedido, entonces lo fantástico cede la estafeta a lo extraño. En cambio, si no hay duda, ni explicación, y lo que pasa se acepta sin chistar, porque obedece a leyes sobrenaturales que no afectan el orden establecido de los acontecimientos, se está en el ámbito de lo maravilloso. Es decir, en el momento que el personaje devela la duda, desaparece lo fantástico, para caer en cualquiera de los dos mundos fronterizos. Podemos decir que lo fantástico se gesta en la mente de los escritores para no nombrarse: Es un misterio que no se devela en el relato. Una pregunta sin respuesta. Una presencia que se manifiesta en lo más profundo de la noche, que no se deja ni tocar, ni ver, ni oler, ni probar y oír. Aparición que perturba y puede provocar miedo, horror en algunos casos, amenaza que rompe con lo familiar: Inquieta compañía . Lo fantástico ocupa el tiempo de esa incertidumbre: En el momento en que se elige una u otra respuesta, se abandona lo fantástico para entrar en un género vecino: lo extraño o lo maravilloso […] Es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento en apariencia sobrenatural. Todorov plantea que ese misterio planteado para no resolverse, esa duda que define a lo fantástico, según su teoría, es experimentada por el personaje de los relatos fantásticos. En su libro, Introducción a la… Todorov toma el cuento “Manuscrito encontrado en Zaragoza” de Jean Potocki, como base para plantear sus propuestas sobre la vacilación y anota que es Alphonse, el personaje de la historia, quien padece esa incertidumbre ante los acontecimientos que vive (y que se encuentran en los textos fantásticos.

La irrupción fantástica Víctor Antonio Bravo define al romanticismo como una poética de lo sobrenatural. Y parece no equivocarse: Los autores románticos se sumergen en las dualidades de la noche y el sueño, de lo sobrenatural y de lo desconocido, de lo monstruoso y la otredad. Estas son, a su vez, las obsesiones de los escritores románticos, quienes aspiran a la fusión de esos contrarios. De esta forma, la literatura fantástica nace como propuesta estética en el contexto de esos planteamientos románticos. Así, lo fantástico es uno de los territorios donde la alteridad entra en escena, como uno de los elementos productivos del texto. La cristalización de lo fantástico como estética se va a construir en una de las formas de esa conciencian a nivel del relato: Aquella en la que el texto toma conciencia del dualismo, verosímil-productividad, como una de las razones de su producción. Este es uno de los argumentos sustanciales para considerar a lo fantástico, como una estética, como una manera de narrar. Para Víctor Antonio Bravo, la alteridad, la presencia de dos ámbitos diferentes aunque interactivos, supone, a la par de la existencia de esos dos mundos colindantes, la existencia de una frontera, de un límite que separa esas dos zonas y que se convierte en su elemento significativo. Bajo esta premisa, es que desarrolla su teoría sobre lo fantástico. Para él, la poética romántica, la cual incluye el mundo de los sueños, de la locura y del mal, se constituye en ámbitos “otros” donde le es posible, como universo representativo alcanzar su autonomía. Ahora bien, esta autonomía solo es factible en su relación compleja con la realidad, al poner en escena, la alteridad ficción/realidad, o sus correlatos posibles: vigilia/sueño; razón/locura; yo/ otro . Bajo estas premisas, “lo fantástico se produce cuando uno de los ámbitos transgrediendo el límite que los separa, invade el otro para perturbarlo, negarlo, tacharlo, o aniquilarlo”. Cabe mencionar, que Víctor Antonio se basa a su vez en lo estudiado anteriormente por Roger Caillois en la década de los convulsos y revolucionarios años sesenta, y que Todorov no ponderó para sus planteamientos. De esta manera, encontramos que su idea de irrupción, ya había sido delineada por Caillois cuando afirmaba que un rasgo fundamental de lo fantástico era la “aparición” que manifiesta un escándalo, una rajadura, una irrupción insólita, y por tanto insoportable para el mundo real. Pero Antonio Bravo no solo abrevó de los preceptos de Caillois, sino del también francés Louis Vax, para quien lo fantástico se nutre del escándalo de la razón, ligado a la inseguridad y al peligro que supone lo desconocido. En otras palabras, aquello que el orden sataniza, contrario a lo que pondera y sacraliza. Según la premisa de Antonio Bravo, lo real que lo fantástico pone en tela de juicio, es la noción que empieza a surgir a partir del renacimiento, con su expectativa racional del tiempo, espacio y causalidad. En ese sentido, lo fantástico pone en escena el mal, pero más funcional que ético. En otras palabras, el mal, en el sentido derivado del estudio elaborado por Sigmund Freud, sobre lo siniestro.

Lo fantástico como asombro En su antología, Teorías de lo fantástico, David Roas incluye textos que analizan el tema desde diferentes distintos puntos de vista: ya como género, ya desde una perspectiva sociológica, desde el psicoanálisis, la lingüística, la ficcional, y como expresión de la alteridad. Asimismo, en la última sección de ese libro, que reúne los textos más representativos escritos sobre el tema en el último tercio del siglo XX (aunque a nuestro parecer, deja fuera lo postulado por Víctor Antonio Bravo), se pasa lista a la definición de lo fantástico a las producciones literarias de la segunda mitad del siglo XX y que encajan en el modelo de Zvetan Todorov. De esta manera, cobra vital importancia el ensayo de Jaime Alasraki, “¿Qué es lo neofantástico?”, puesto que presenta una nomenclatura para clasificar a aquellas obras que no encajan en la definición del teórico búlgaro, y cuyo sello característico es la duda. Nosotros no queremos dejar pasar la oportunidad para referirnos a ese concepto, con el que cerramos este primer capítulo.Explica Alasraki que hay tres características de lo neofantástico, mediante las cuales este nuevo cuño se diferencia de su “abuelo” del siglo XIX, su visión, su intención y lo que llama su modus operandi. Respecto de la visión de lo neofantástico, el teórico sostiene que mientras en lo fantástico se asume la solidez del mundo real, en lo neofantástico, la realidad es una máscara, una segunda realidad que es el verdadero destinatario de lo neofantástico. De tal manera que mientras en lo fantástico, se busca abrir una rajadura en una superficie sólida e inmutable, en lo neofantástico, la realidad está llena de agujeros, como una coladera, por cuyos orificios se puede apreciar esa otra realidad. En cuanto a la intención de lo neofantástico, ésa excluye el miedo, el terror y la duda que perseguían los relatos fantásticos. En su lugar, el nuevo género busca crear una perplejidad y una inquietud, una sorpresa, mediante metáforas que expresan intersticios de sin razón, que van a contracorriente del sistema conceptual y científico de nuestra vida diaria. Este punto deja ver otra característica de lo neofantástico: A diferencia de su antecesor del siglo XIX, lo neo sí acepta las expresiones y las lecturas metafóricas. “La metáfora corresponde a la visión y descripción de esos agujeros en nuestra percepción causal de la realidad” . En lo referente al modus operandi de los relatos neofantásticos, hay que mencionar que estos se desarrollan sin los artificios de los textos fantásticos. En efecto, mientras los relatos, tipo “La quinta de las celosías”, de Amparo Dávila, presentan un desarrollo gradual de los acontecimientos, que va de lo natural a lo sobrenatural para presentar una rajadura final- como lo planteaba Todorov-, las historias neofantásticas no incluyen una gradación en el desarrollo de los sucesos. Al contrario, desde las primeras líneas de la lectura, el cuento neofantástico nos mete de lleno al elemento fantástico. Otro sello de lo fantástico, es su rechazo a la creación de atmósferas, como sucede en los textos “abuelos”. Al respecto, Julio Cortázar no escondía su repulsión a ese tipo de relatos, ambientados en viejas casas o pantanos. El autor de Rayuela sostenía que para él lo fantástico es algo que puede ocurrir en plena cotidianidad, un medio día bajo el sol. Asimismo, lo neofantástico permite una lectura con sentidos ublicuos o metafóricos, contrario a los textos fantásticos, que apelan a una literalidad. Por último, Alasraki refiere un contexto histórico y cultural que permitió el surgimiento de lo neofantástico. Anota que si el romanticismo originó la expresión de lo fantástico, como rechazo y un cuestionamiento al racionalismo científico y a los valores de la sociedad burguesa, las historias neofantásticas son un producto de los efectos de la primera guerra mundial, de los movimientos de vanguardia, de Freud y del psicoanálisis, el surrealismo y el existencialismo. De la duda al asombro, a través del miedo, de la irrupción de lo sobrenatural en lo natural, de la rajadura de lo imposible en lo posible, de la trasgresión de un límite por parte de un ámbito para invadir otro y eliminarlo, del terror a la perplejidad y la sorpresa: en esas líneas se puede sintetizar lo fantástico. Tal vez la diferencia esté en la presencia del miedo y del terror. Para David Roas, miedo y terror son parte sustancias de lo fantástico, como lo son la presencia de lo sobrenatural y los fantasmas y el conflicto de estos con el mundo natural. Una duda sin miedos en Todorov y Flora Bottón. Una irrupción de un ámbito en otro para borrarlo luego de trasgredir el límite, en Víctor Antonio Bravo, para quien el miedo es una expresión extrema de lo fantástico. La sorpresa sin sobresaltos ni temores de Jaime Alasraki. A nuestro humilde parecer, esas son las líneas generales en las cuales se puede resumir lo fantástico, tanto del siglo XIX como del XX. Como podemos ver, en ese tiempo, lo fantástico ha transitado de la duda al asombro.

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