UNIDAD ENLACE. “JESUCRISTO, HIJO DE DIOS, AMIGO Y SEÑOR”. Nadie ha marcado tanto la historia como Jesús de Nazaret, el Mesías enviado por Dios. Él es un misterio inagotable. Su mensaje y su vida mueven a preguntarse:¿Quién es Jesús de Nazaret. TEMA 1. ¿QUIÉN ES JESÚS? EL MESÍAS ESPERADO 1. El pueblo de Israel había vivido una historia llena de opresiones y esclavitudes: primero en Egipto, después en Nínive y Babilonia. Ya establecidos en su tierra sufrieron la invasión de los imperios más fuertes del momento: el persa, el helénico y el romano. En esta situación de dominio extranjero y de injusticia social, el pueblo esperaba la llegada de un personaje que lo liberara de la esclavitud y le trajera la libertad. A este personaje se le llamaba Mesías. 2. ¿Eres tú el que ha de venir? La experiencia que vive el pueblo de Israel es la liberación que Dios le trae. Esta liberación, como la ocurrida en Egipto y durante el éxodo, Dios la realiza por medio de sus “siervos”. Siervo, según la biblia, es aquella persona a la que Dios elige y envía a cumplir una misión especial. Abrahám, Moisés, David son siervos porque han sido elegidos por Dios para colaborar en la historia de salvación. Ellos confían no en sus propias fuerzas, sino en la fuerza de Dios, que es el que libera. 3. A los elegidos, a veces, se les unge la cabeza con aceite. De ahí que los términos elegido, enviado, ungido y siervo de Dios sean generalmente intercambiables (la palabra Mesías, de origen hebreo, y Cristo, de origen griego, significan “ungido”). La unción señala a la persona como sagrada y portadora de Dios; es decir, recibe la fuerza de Dios o el poder misterioso que le permite comprender los acontecimientos con mayor profundidad y actuar en diversas situaciones. 4. Poco a poco, a lo largo de la historia, y según se nos revela en el Antiguo Testamento (A.T.), los profetas se encargan de mantener viva la esperanza y Dios revela a su pueblo que vendrá un Mesías que traerá la salvación definitiva y que será descendiente de David. Sin embargo, el Mesías que esperaban los judíos en tiempos de Jesús era imaginado de muy diferentes maneras. Algunos pensaban que sería un Sumo Sacerdote, la autoridad suprema de los judíos. Otros esperaban que el Mesías viniera con fuerza y ejércitos como un rey poderoso que restauraría el reino de David. Otros, en fin, se lo imaginaban como un ser sobrenatural que descendería de los cielos con toda su gloria. 5. A este liberador, a este Mesías, los profetas le nombran de diversas maneras: Hijo de David, porque debía pertenecer al linaje del rey más importante de Israel; “Emmanuel”, que significa “Dios con nosotros”; Príncipe de la paz, puesto que traerá la paz al mundo; Siervo de Yavé, porque cargará con todos los pecados de los hombres y traerá la salvación a todas las naciones. 6. Cuenta la biblia que llegar a la plenitud de los tiempos, en Belén, la ciudad de David, nació Jesús. Su infancia y su juventud pasaron desapercibidas para sus contemporáneos. Cuando detuvieron a Juan el Bautista, Jesús comenzó a proclamar la buena noticia de Dios. Decía: “El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el evangelio”. Fue entonces cuando sus contemporáneos comenzaron a conocer a jesús. 7. Jesús, al comienzo de su vida pública, sufrió la tentación de convertirse en un Mesías poderoso. Sin embargo, venció la tentación y optó por ser el libertador enviado por Dios, humilde y sufriente. Cada una de las tentaciones representa un desafío: el del poder y el prestigio, haciendo de los otros simples vasallos; el del placer, huyendo de las dificultades; el del tener, sucumbiendo al atractivo de las riquezas. 8. Frente a todo ello, Jesús acepta la voluntad de Dios y se entrega de manera radical a servir a todos obedeciendo así a Dios. De este modo, Jesús rompe todos los esquemas de la religión judía de su tiempo, que esperaba un Mesías fuerte y poderoso. Jesús demostró con esta opción que la fuerza de Dios se manifiesta no en el poder y el prestigio, sino en la entrega humilde a favor de la libertad de todos. En él se cumple la promesa que Dios hizo a David. Jesús es el Mesías prometido. Jesús no se presenta como un Mesías triunfante ni como un caudillo militar. No hace uso de la fuerza, ni utiliza su poder para convencer a los demás para que crean en Él. Jesús no pretende promover una rebelión contra los romanos, ni tampoco restaurar la monarquía del rey David.
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