Created by Lourdes Torres
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El objeto de la lingüística sincrónica general es establecer los principios fundamentales de todo sistema idiosincrónico, los factores constitutivos de todo estado de lengua.Todo lo que se llama «gramática general» pertenece a la sincronia, pues solamente por los estados de lengua se establecen las diferentes relaciones que incumben a la gramática.Entre dos lenguas coexistentes en un mismo período, la una puede evolucionar mucho y la otra casi nada; en este último caso el estudio será necesariamente sincrónico, en el otro diacrónico.En la historia política se distingue la época, que es un punto del tiempo, y el período, que abarca cierta duración. n. Sin embargo, el historiador habla de la época de los Antoninos, de la época de las Cruzadas, cuando considera un conjunto de caracteres que han permanecido constantes durante ese tiempo.
ENTIDADES Y UNIDADES. DEFINICIONESLos signos de que se compone la lengua no son abstracciones, sino objetos reales; esos signos y sus relaciones son los que estudia la lingüística, y se les puede llamar las entidades concretas de esta ciencia.1 La entidad lingüística no existe más que gracias a la asociación del significante y del significado.2 La entidad lingüística no está completamente determinada más que cuando está deslindada, separada de todo lo que la rodea en la cadena fónica. La lengua presenta, pues, el extraño y sorprendente carácter de no ofrecer entidades perceptibles a primera vista, sin que por eso se pueda dudar de que existan y de que el juego de ellas es lo que la constituye. Éste es sin duda un rasgo que la distingue de todas las otras instituciones semiológicas.
A. ¿Qué es una identidad sincrónica?Dos frases como «no sé nada» y «no le digas nada de esto» contienen el mismo elemento. Hay identidad porque en las dos oraciones la misma porción de sonoridad (nada) está revestida de la misma significación.
1. LA LENGUA COMO PENSAMIENTO ORGANIZADO EN LA MATERIA FÓNICAA su vez lo arbitrario del signo nos hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de ser está en el uso y en el consenso generales; el individuo por sí solo es incapaz de fijar ninguno.Para darse cuenta de que la lengua no puede ser otra cosa que un sistema de valores puros, basta considerar los dos elementos que entran en juego en su funcionamiento: las ideas y los sonidos.Psicológicamente, hecha abstracción de su expresión por medio de palabras, nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas han estado siempre de acuerdo en reconocer que, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante.
2. EL VALOR LINGÜÍSTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO CONCEPTUALCuando se habla del valor de una palabra, se piensa generalmente en la propiedad que tiene la palabra de representar una idea, y, en efecto, ése es uno de los aspectos del valor lingüístico. Pero si fuera así, ¿en qué se diferenciaría el valor de lo que se llama significación (=significado)? ¿Serían sinónimas estas dos palabras?El valor es un elemento de la significación y es muy difícil saber cómo se distingue la significación a pesar de estar bajo su dependencia. La significación es la contraparte de la imagen auditiva.El aspecto paradójico de la cuestión: de un lado, el concepto se nos aparece como la contraparte de la imagen auditiva en el interior del signo, y, de otro, el signo mismo, es decir, la relación que une esos dos elementos es también la contraparte de los otros signos de la lengua.La lengua es un sistema en donde todos los términos son solidarios y donde el valor de cada uno no resulta más que de la presencia simultánea de los otros.Los valores están siempre constituidos:1° por una cosa desemejante susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está por determinar;2° por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está por ver.Estos dos factores son necesarios para la existencia de un valor. Una palabra puede trocarse por algo desemejante: una idea; además, puede compararse con otra cosa de la misma naturaleza: otra palabra.Como la palabra forma parte de un sistema, está revestida, no sólo de una significación, sino también, y sobre todo, de un valor, lo cual es cosa muy diferente.El español carnero o el francés mouton pueden tener la misma significación que el inglés sheep, pero no el mismo valor, y eso por varias razones, en particular porque al hablar de una porción de comida ya cocinada y servida a la mesa, el inglés dice mutton y no sheep.Dentro de una misma lengua, todas las palabras que expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente: sinónimos como recelar, temer, tener miedo, no tienen valor propio más que por su oposición; si recelar no existiera, todo su contenido iría a sus concurrentes.Al revés, hay términos que se enriquecen por contacto con otros. Así el valor de todo término está determinado por lo que lo rodea; ni siquiera de la palabra que significa 'sol' se puede fijar inmediatamente el valor si no se considera lo que la rodea; hay lenguas en las que es imposible decir «sentarse al sol».Lo que hemos dicho de las palabras se aplica a todo término de la lengua, por ejemplo, a las entidades gramaticales. Así, el valor de un plural español o francés no coincide del todo con el de un plural sánscrito, aunque la mayoría de las veces la significación sea idéntica. Si las palabras estuvieran encargadas de representar conceptos dados de antemano, cada uno de ellos tendría, de lengua a lengua, correspondencias exactas para el sentido; pero no es así.El español dice alquilar indiferentemente por 'tomar' o 'dar en alquiler", mientras el alemán emplea dos términos: mieten y vermieten; no hay, pues, correspondencia exacta de valores. Los verbos schätzen y urteilen presentan un conjunto de significaciones que corresponden a bulto a las palabras esp. estimar y juzgar. Sin embargo, en varios puntos esta correspondencia falla.
3. EL VALOR LINGÜÍSTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO MATERIALSi la parte conceptual del valor está constituida únicamente por sus conexiones y diferencias con los otros términos de la lengua, otro tanto se puede decir de su parte material. Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir una palabra de todas las demás, pues ellas son las que llevan la significación.Así no es el metal de una moneda lo que fija su valor; un escudo que vale nominalmente cinco francos no contiene de plata más que la mitad de esa suma; y valdrá más o menos con tal o cual efigie, más o menos a este o al otro lado de una frontera política. Esto es más cierto todavía en el significante lingüístico; en su esencia, de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido, no por su sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás.Este principio es tan esencial, que se aplica a todos los elementos materiales de la lengua, incluidos los fonemas. Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros, cada uno de los cuales forma una unidad netamente deslindada y cuyo número está perfectamente determinado. Pero lo que los caracteriza no es, como se podría creer, su cualidad propia y positiva, sino simplemente el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas y negativas.Como idéntico estado de cosas se comprueba en ese otro sistema de signos que es la escritura. De hecho:- 1° los signos de la escritura son arbitrarios; ninguna conexión, por ejemplo, hay entre la letra t y el sonido que designa.- 2° el valor de las letras es puramente negativo y diferencial; así una misma persona puede escribir la t con distintas variantes. Lo único esencial es que ese signo no se confunda en su escritura con el de la l, de la d, etcétera.- 3° los valores de la escritura no funcionan más que por su oposición recíproca en el seno de un sistema definido, compuesto de un número determinado de letras.- 4° el medio de producción del signo es totalmente indiferente, porque no interesa al sistema. Escribamos las letras en blanco o en negro, en hueco o en relieve, con una pluma o con unas tijeras, eso no tiene importancia para la significación.
EL SIGNO CONSIDERADO EN SU TOTALIDADYa se considere el significante, ya el significado, la lengua no comporta ni ideas ni sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino solamente diferencias conceptuales y diferencias fónicas resultantes de ese sistema.
DEFINICIONESEn un estado de lengua todo se basa en relaciones; ¿y cómo funcionan esas relaciones?Las relaciones y las diferencias entre términos se despliegan en dos esferas distintas, cada una generadora de cierto orden de valores; la oposición entre esos dos órdenes nos hace comprender mejor la naturaleza de cada uno.Dentro del discurso, las palabras contraen entre sí relaciones fundadas en el carácter lineal de la lengua, que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la vez: los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla.Estas combinaciones se pueden llamar sintagmas. El sintagma se compone siempre de dos o más unidades consecutivas (por ejemplo: re-leer; contra todos; la vida humana; Dios es bueno; si hace buen tiempo, saldremos, etc.).Fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo de común se asocian en la memoria, y así se forman grupos en el seno de los cuales reinan relaciones muy diversas. Así la palabra enseñanza hará surgir inconscientemente en el espíritu un montón de otras palabras (educación, aprendizaje...).Esas relaciones son de muy distinta especie que las primeras. Ya no se basan en la extensión; su sede está en el cerebro, y forman man parte de ese tesoro interior que constituye la lengua de cada individuo. Las llamaremos relaciones asociativas.La conexión sintagmática es in praesentia; se apoya en dos o más términos igualmente presentes en una serie efectiva. Por el contrario, la conexión asociativa une términos in absentia en una serie mnemónica virtual.
RELACIONES SINTAGMÁTICASLa noción de sintagma no sólo se aplica a las palabras, sino también a los grupos de palabras, a las unidades complejas de toda dimensión y especie (palabras compuestas, derivadas, miembros de oración, oraciones enteras).La oración es el tipo del sintagma por excelencia. Pero la oración pertenece al habla, no a la lengua.Hay un gran número de expresiones que pertenecen a la lengua; son las frases hechas, en las que el uso veda cambiar nada, aun cuando sea posible dintinguir, por la reflexión, diferentes partes significativas. Estos giros no se pueden improvisar; la tradición los suministra. Hay que atribuir a la lengua, no al habla, todos los tipos de sintagmas construidos sobre formas regulares.
RELACIONES ASOCIATIVASLos grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los dominios que presentan algo de común; el espíritu capta también la naturaleza de las relaciones que los atan en cada caso y crea con ello tantas series asociativas como relaciones diversas haya.
LAS SOLIDARIDADES SINTAGMÁTICASEl conjunto de diferencias fonéticas y conceptuales que constituyen la lengua resulta de dos especies de comparaciones: los contactos son ya asociativos, ya sintagmáticos; las agrupaciones de uno y otro orden, en gran medida, están establecidas por la lengua; este conjunto de relaciones usuales es lo que la constituye y lo que preside su funcionamiento.Lo primero que nos sorprende en esta organización son las solidaridades sintagmáticas: casi todas las unidades de la lengua dependen de lo que las rodea en la cadena hablada y de las partes sucesivas de que ellas mismas se componen.La formación de palabras basta para probarlo. Una unidad como deseoso se descompone en dos subunidades (dese-oso), pero no como dos partes independientes juntadas una con otra (dese + oso). Es un producto, una combinación de dos elementos solidarios, que sólo tiene valor por su acción recíproca en una unidad superior (dese x oso). El sufijo, tomado aisladamente, es inexistente. A su vez el radical no es autónomo; sólo existe por combinación con el sufijo.La lengua presenta, es verdad, unidades independientes, sin relaciones sintagmáticas ni con sus partes ni con otras unidades. Equivalentes de oraciones como sí, no, gracias, etc., son buenos ejemplos. Por lo regular, no hablamos por signos aislados, sino por grupos de signos, por masas organizadas que son a su vez signos. En la lengua, todo se reduce a diferencias, pero todo se reduce también a agrupaciones.
FUNCIONAMIENTO SIMULTÁNEO DE LAS DOS FORMAS DE AGRUPAMIENTOSEntre los agrupamientos sintagmáticos hay un lazo de interdependencia; se condicionan recíprocamente. Sea el compuesto des-hacer, existe en el subconsciente una o más series asociativas con algunas unidades que tienen un elemento común con el sintagma (descubrir, descolgar, hacer, rehacer...)Asi, des-hacer no sería analizable si las otras formas que contienen des- o hacer desaparecieran de la lengua; no sería más que una unidad simple, y sus dos partes no se podrían oponer una a otra.Nuestra memoria tiene en reserva todos los tipos de sintagmas más o menos complejos, de cualquier especie o extensión que puedan ser, y en el momento de emplearlos hacemos intervenir los grupos asociativos para fijar nuestra elección.
LO ARBITRARIO ABSOLUTO Y LO ARBITRARIO RELATIVOEl principio fundamental de lo arbitrario del signo no impide distinguir en cada lengua lo que es radicalmente arbitrario, es decir inmotivado, de lo que no lo es más que relativamente. Sólo una parte de los signos son absolutamente arbitrarios; en otros interviene un fenómeno que permite reconocer grados en lo arbitrario sin suprimirlo: el signo puede ser relativamente motivado:- Así veinte es inmotivado, pero diecinueve no lo es en el mismo grado, porque evoca los términos de que se compone y otros que le están asociados, por ejemplo diez, nueve, veintinueve, diez y ocho, diez mil, etc.; tomados separadamente, diez y nueve están en las mismas condiciones que veinte, pero diecinueve presenta un caso de motivación relativa.- Lo mismo sucede con peral, que evoca la palabra simple pera, y cuyo sufijo - al hace pensar en rosal, frutal, etc.; nada de esto ocurre con cerezo, fresno, haya, etc.La motivación es siempre tanto más completa cuanto más fácil es el análisis sintagmático y más evidente el sentido de las subunidades.La noción de lo relativamente motivado implica: 1" el análisis del término dado, por consiguiente una relación sintagmática; 2" la evocación de uno o varios términos, por consiguiente una relación asociativa.
1. DEFINICIONES. DIVISIONES TRADICIONALESSe ha convenido en llamar gramática a la morfología y la sintaxis reunidas, con exclusión de la lexicología o ciencia de las palabras. Según nuestra definición, la gramática estudia la lengua como sistema de medios de expresión; quien dice gramatical dice sincrónico y significativo, y como ningún sistema está a caballo sobre varias épocas a la vez, no hay para nosotros una «gramática histórica»; la que así se llama no es en realidad más que la lingüística diacrónica.La morfología trata de las diversas categorías de palabras (verbos, nombres, adjetivos, pronombres, etc.) y de las diferentes formas de la flexión (conjugación, declinación). Para separar este estudio de la sintaxis, se alega que la sintaxis tiene por objeto las funciones propias de las unidades lingüísticas, mientras que la morfología no se ocupa más que de su forma. La morfología se contenta con decir que el genitivo del griego phúlax 'guardia', es phúlakos, y la sintaxis indica el empleo de esas dos formas.¿Es lógico excluir de la gramática la lexicología? A primera vista, las palabras, tal como el diccionario las registra, no parecen dar ocasión de estudio gramatical, que se limita generalmente a las relaciones existentes entre las unidades. Pero en seguida se comprueba que gran número de esas relaciones se puede expresar tan perfectamente por medio de palabras como por medios gramaticales. Generalmente la preposición se incluye en la gramática; sin embargo, la locución preposicional en consideración a es esencialmente léxica, puesto que la palabra consideración figura en ella con sentido propio.Si se comparan el griego peíthō : peíthomai con el español persuado : obedezco, se ve que la oposición se expresa gramaticalmente en griego y léxicamente en español. Multitud de relaciones expresadas en unas lenguas por casos o por preposiciones, en otras se expresan por compuestos, ya más próximos a las palabras propiamente dichas o por derivados o por palabras simples.
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