Created by Ismael Ferman
about 8 years ago
|
||
De lo popular a lo masivo: el mero señalamiento de esa ruta puede resultar desconcertante. La ruta sin embargo indica el cambio de sentido que hoy nos hace posible ir de una comprensión de los procesos sociales basada en la exterioridad conspirativa de la dominación a otra que los piensa desde la hegemonía por la que se lucha, en la que se constituyen las clases y se transforma incesantemente la relación de fuerzas y sentidos que componen la trama de lo socialLa Nación como mercado no será una realidad hasta el tiempo de maduración del capitalismo industrial, pero fue durante los siglos de desarrollo del mercantilismo cuando se configuró el Estado moderno: aquel en el que la economía deja de ser "doméstica" y se convierte en economía política, aquel que lleva a cabo una primera unidad del mercado basada en la identificación de los intereses del Estado con el "interés común" y cuyo índice simbólico será la unidad monetaria.Dos son los dispositivos básicos sobre los que funciona la centralización. De una parte la integración horizontal. El Estado que se gesta muestra progresivamente su incompatibilidad con una sociedad polisegmentaria como aquella que conforman las culturas populares regionales, locales; esto es, una sociedad organizada sobre un sistema compuesto de multiplicidad de grupos y subgrupos —clases, linajes, corporaciones, fraternidades, grupos de edad, etc.— y cuyas relaciones y equilibrio internos están regidos por complejos rituales y sistemas de normas.De otra parte, la integración vertical: la implantación de unas relaciones sociales nuevas mediante las cuales cada sujeto es desligado de la solidaridad grupal y religado a la autoridad central. Desligamiento que al romper la sujeción al grupo "liberaba" a cada individuo convirtiéndolo en mano de obra libre, esto es, disponible para el mercado laboral.Las diferencias culturales entrababan la libre circulación de las mercancías y representaban para el absolutismo una inadmisible parcelación del poder. A superar ambos obstáculos contribuirá la construcción de una cultura nacional. Y es justo en ese momento en que las culturas populares, locales, quedan sin piso, en el momento en que se les niega el derecho a existir, cuando los estudiosos se interesan por ellas.Como en el análisis efectuado por Foucault, así también la destrucción de las culturas populares arranca de la destrucción de su cuadro de vida, pero opera desde el control de la sexualidad —desvalorización de las imágenes del cuerpo, de la "topografía corporal" investigada por Bajtin— hasta la inoculación de un sentimiento de culpabilidad, de inferioridad y de respeto mediante la universalización del "principio de obediencia" que partiendo de la autoridad paterna desemboca en la del soberano.En dos campos se hace especialmente claro el sentido que toma el proceso de enculturación: el de la transformación del sentido del tiempo que, aboliendo el del ciclo, impone el lineal centrado sobre la producción, y el de la transformación del saber y sus modos de transmisión mediante la persecución de las brujas y el establecimiento de la escuela. El tiempo del ciclo es un tiempo cuyo eje está en la fiesta. Las fiestas con su repetición, o mejor con su retorno, jalonan la temporalidad social en las culturas populares. La fiesta no se constituye sin embargo por oposición a la cotidianidad; es más bien lo que renueva su sentido, como si la cotidianidad lo desgastara y periódicamente la fiesta viniera a recargarlo renovando el sentido de pertenencia a la comunidad, y para desahogar el capital de angustia acumulado y, mediante rituales "económicos", asegurar la fertilidad de los campos y las bestias. El sentido del tiempo en las culturas populares será bloqueado por dos dispositivos convergentes: el que deforma las fiestas y el que las desplaza situando en la producción el nuevo eje de organización de la temporalidad social. La deformación opera por la transformación de la fiesta en espectáculo: algo que ya no es para ser vivido, sino mirado y admirado.El desplazamiento que sitúa en la producción el eje de la nueva organización de la temporalidad es un dispositivo de largo alcance que hace su aparición, según Le Goff, en el siglo XIV. La aparición del reloj posibilita la unificación de los tiempos, y el "descubrimiento" por el mercader del valor del tiempo da origen a una nueva moral y una nueva piedad: "Perder el tiempo se convierte en pecado grave, en un escándalo espiritual. Sobre el modelo del dinero, a imitación del mercader que se convierte en un contable del tiempo, se desarrolla una moral calculadora y una piedad avara"."Es al tiempo del trabajo, por vez primera liberado del ciclo, al que está unida la existencia de la burguesía. Pues la burguesía es la primera clase dominante para la que el trabajo es un valor [...]. La integración de las clases populares a la sociedad capitalista es proletarización no sólo en el sentido de la venta del trabajo, sino también en aquél otro que representa la interiorización de la disciplina y la moral que "los nuevos tiempos" exigen. El otro espacio clave de la enculturación fue la transformación del saber y de los modos populares de su transmisión. Con la persecución de las brujas la nueva sociedad busca horadar el núcleo duro desde el que resisten las viejas culturas. Hoy comenzamos a entenderlo: la bruja sintetiza para los clérigos y los jueces civiles, para los hombres ricos y los cultos, el mundo que es necesario abolir. El saber mágico —astrológico, medicinal o psicológico— permea por entero la concepción popular del mundo. No es una mera actividad o un sentimiento, es "una cierta calidad de la vida y la muerte", un imaginario corporal que privilegia las "zonas más bajas", a la vez como lugar del goce y de los signos, de los tabúes. Un saber poseído y transmitido casi exclusivamente por mujeres; más del setenta por ciento de los acusados, torturados y ajusticiados por brujería fueron mujeres. Está por estudiarse, sin prejuicios que mezclan machismo con racionalismo, el papel que las mujeres han desempeñado en la transmisión de la memoria popular, su obstinado rechazo durante siglos de la religión y la cultura oficiales.En el minado de esa conciencia la escuela va a jugar un rol preponderante. La escuela no puede cumplir su oficio, esto es, introducir a los menores en los dispositivos previos a la entrada en la vida productiva, sin desactivar los modos de persistencia de la conciencia popular. Por eso la escuela funcionará sobre dos principios: la enseñanza como llenado de recipientes vacíos y la moralización como arrancado de los vicios. El sentimiento de in-cultura se produce históricamente sólo cuando la sociedad "acepta" el mito de una cultura universal. Que es a la vez el presupuesto y la apuesta hegemónica de la burguesía.la idea de cultura la burguesía designa, nombra, la unificación del sentido que ella "realiza" al universalizar el sentido que reduce todas las diferencias a su equivalente general: el valor.La idea de cultura va a permitirle a la burguesía escindir la historia y las prácticas sociales —moderno/atrasado, noble/ vulgar— y al mismo tiempo reconciliar las diferencias, incluidas las de clase, en el credo liberal y progresista de una sola cultura para todos. El proceso de enculturación no revela en últimas su sentido más que en la experiencia de los dominados, en la manera como las clases populares la resintieron y la resistieron.Se ha denominado "preindustrial" al período de cerca de cien años —de mediados del siglo XVIII a mediados del XIX para Inglaterra y Francia— "durante el cual la sociedad se va adaptando a los cambios producidos por una industrialización a cuyo término la sociedad queda transformada radicalmente". Durante ese período las clases populares van a ser sujeto activo de movimientos casi permanentes de resistencia y de protesta.En su libertad de mercado la nueva economía produce desmoralización de la economía tradicional, esa que se expresaba en el "acto de fijar el precio" que, más que el saqueo o el incendio, constituye la acción central del motín y lo conecta con las formas de resistencia, de lucha cotidiana implícita, "informal" de la plebe. Las clases populares tenían la convicción de que, sobre todo en épocas de escasez, los precios debían ser regulados por mutuo acuerdo. Y esa convicción materializaba costumbres tradicionales, derechos y prácticas legitimadas en la cultura popular. El proceso de enculturación no fue en ningún momento un proceso de pura represión. Ya desde el siglo XVII vemos ponerse en marcha una producción de cultura cuyo destinatario son las clases populares. A través de una "industria" de relatos e imágenes se va a ir configurando una producción cultural que a la vez media entre y separa las clases.Pero nombrando al mismo tiempo la diferencia, y la distancia entre lo noble y lo vulgar primero, entre lo culto y lo popular más tarde. No hay hegemonía —ni contrahegemonía— sin circulación cultural. Hay una literatura que, ausente por completo de las bibliotecas y las librerías de su tiempo, fue sin embargo la que le hizo posible a las clases populares el tránsito de lo oral a lo escrito, y en la que se produce la transformación de lo folklórico en popular. Me refiero a la que se ha llamado en España literatura de cordel y en Francia de colportage. Literaturas que inauguran una relación otra con el lenguaje: la de aquellos que sin saber apenas escribir saben no obstante leer. El "otro lado" de la industria de relatos es el que nos da acceso al proceso de circulación cultural que se materializa en la literatura que estamos estudiando: un nuevo modo de existencia cultural de lo popular. En las literaturas de cordel y colportage están las claves para trazar el camino que lleva de lo folklórico a lo vulgar y de ahí a lo popular.· El almanaque como forma de diferenciar lo culto de lo vulgar…
Want to create your own Notes for free with GoConqr? Learn more.