Guerra de la Independencia.

CAUSAS. En 1788 murió Carlos III y le sucedió su hijo Carlos IV, de talante político bien distinto al de su padre. Se estableció el despotismo ministerial, y que el verdadero poder lo ejercía el primer ministro. Su reinado estuvo condicionado por el estallido en 1789 de la Revolución francesa, este acontecimiento creó una alarmante preocupación en toda Europa ante el temor de que sus propuestas revolucionarias se extendiesen. En España este temor era particularmente comprensible por la proximidad geográfica con Francia y por las relaciones de parentesco existentes entre los monarcas de ambos países. La Revolución obligo a España a replantearse su actitud hacia la nueva Francia que se estaba configurando. Cuando Carlos IV accedió al trono, mantuvo como primer ministro al conde de Floridablanca, cuya política se caracterizó por una actitud de vigilancia y neutralidad hacia Francia. Adoptó varias medidas de represión contra la propagación de las ideas revolucionarias: inspección de la correspondencia procedente de Francia, prohibición a todos los periódicos de publicar cualquier noticia referente a Francia, prohibición a los estudiantes de salir al extranjero sin permiso del rey y el establecimiento de rígidas medidas de control para los extranjeros. Por influencia de la reina, María Luisa de Parma, Manuel Godoy ascendió al cargo de primer ministro. Fue el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado en 1808. La revolución francesa había entrado en una fase de radicalización y había abolido la monarquía. La política de Godoy se orientó a salvar la vida del monarca francés Luis XVI, pero este fue guillotinado por su pueblo en 1793. Poco después, Francia declaraba la guerra a España. La inferioridad de las tropas militares españolas obligó a finalizar la guerra. En la Paz de Basilea se restablecieron a España los territorios conquistados durante la guerra por los franceses; España a cambio cedió su parte de Santo Domingo a Francia. Godoy recibió el título de Príncipe de la Paz. Esta Paz también significó el comienzo de una nueva fase de amistad entre los dos países. En 1796 se firmó el Tratado de San Ildefonso que equivalía a una renovación de los antiguos Pactos de Familia. La rivalidad con Inglaterra a causa de la alianza con Francia, tuvo para España graves consecuencias como la derrota franco-española de Trafalgar (1808) que supuso el hundimiento de España como potencia marítima. En 1807, Godoy firmo con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, el cual les permitía a las tropas francesas su paso por España para conquistar Portugal. El objetivo inicial era dividir Portugal en tres partes, de las cuales una se constituiría como principado para el propio Godoy. Con ese pretexto Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España. Godoy, al comprender el peligro, pretendió trasladar a la familia real a Andalucía, desde donde se podía iniciar la resistencia al avance napoleónico; pero en marzo de 1808 estalló el motín de Aranjuez. El motín fue originado por el Partido Fernandino (partido formado en torno al hijo del rey, futuro Fernando VII), radicalmente opuesto al excesivo poder y protagonismo de Godoy, fomentó el descontento entre los grupos populares, quienes protagonizaron el motín asaltando el palacio de Godoy. Carlos IV se vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar en favor de su hijo Fernando, comunicó a Napoleón lo ocurrido en España y reclamó su ayuda para poder recuperar el trono. Napoleón aprovecho la situación para atraer a la familia real española a la ciudad francesa de Bayona. Cuando Carlos IV y Fernando VII se dispusieron a trasladarse a Francia, el pueblo madrileño se amotinó y fue fuertemente reprimido por las tropas francesas - fusilamientos del 3 de mayo -. En Bayona, Napoleón nombró rey de España a su hermano José Bonaparte a través de una fórmula de traspaso de poderes que mantenía la apariencia de legalidad: Fernando VII devolvía el trono a su padre Carlos IV y este renunciaba al trono en favor de Napoleón. Esto se conoce como los hechos de Bayona, desencadenando la Guerra de la Independencia, resistencia armada llevaba a cabo por el pueblo español ante la ocupación efectiva de España por Napoleón.

DESRROLLO. La Guerra de la Independencia (resistencia armada llevaba a cabo por el pueblo español ante la ocupación efectiva de España por Napoleón) tuvo su desencadenante en los hechos de Bayona, donde Fernando VII le devolvía el trono a su padre Carlos IV y este renunciaba a favor de Napoleón, que puso en el trono a su hermano José Bonaparte. La Guerra de la Independencia fue una guerra de liberación contra un invasor extranjero y también una guerra civil, ya que un importante sector de la población española aceptó y respetó la legitimidad de José I. El territorio quedó dividido en dos partes: La España de José I, que contaba con el apoyo de los afrancesados (reformistas e ilustrados que pretendían una modernización pacífica y gradual de España, como la que parecía garantizar José I); y la España de insurrección popular y la resistencia (integrada por los territorios no dominados por el ejército francés) divididos en liberales (pretendían el establecimiento de un nuevo tipo de monarquía) y los absolutistas (que eran partidarios del retorno de Fernando VII). En los territorios donde triunfaron los rebeldes antifranceses se crearon las juntas locales, a su vez, estas se integraron en juntas supremas provinciales que ejercían el gobierno en sus respectivas provincias. La necesidad de coordinación entre las juntas provinciales propició la creación de una Junta Suprema Central, que asumió la labor de dirigir la guerra contra los franceses y el gobierno del país en las zonas no ocupadas. En 1810, la Junta Suprema Central traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia, que actuaba en nombre de Fernando VII. Mientras que la España de José I y los afrancesados contaban con el ejército napoleónico, los rebeldes disponían del ejército inglés y de la guerrilla popular. El conflicto comenzó con algunas victorias de la resistencia española sobre el ejército francés, como en Bailen que impidió la ocupación francesa de Andalucía y creó tal alarma que José I abandonó Madrid para establecerse en Vitoria; otras victorias fueron en: Arapiles, San Marcial y Vitoria. Tras esto, Napoleón decidió dirigir en persona las campañas militares en España. Desde el lado de la resistencia fueron de vital importancia dos hechos: la participación militar de Inglaterra en la contienda y la aparición de la guerrilla popular como nueva y eficaz táctica de lucha contra el ejército francés. La guerrilla consistía en ataques por sorpresa con su posterior huida y escondite. Fue muy importante la participación del pueblo en esto, ya que les ofrecían el alimento a los guerrilleros escondidos en los al rededores. Poco a poco, Francia dejo de poder avanzar en su conquista pues los españoles de la resistencia no se rendían y en cada ciudad que querían conquistar ocurrían los llamados sitios, como en Zaragoza y Gerona, donde la resistencia antifrancesa vencía. Con esta toma de iniciativa en la guerra por parte de los rebeldes, el ejército inglés y el apoyo de Portugal; y los problemas que el Imperio Napoleónico empezó a tener en Europa, Francia se vio presionada a la retirada. Mientras tanto, en Cádiz, las Cortes liberales estaban redactando la primera Constitución auténticamente española, ya que no se puede considerar como tal la Constitución de Bayona, promulgada en 1808 por José I que pretendía modernizar las estructuras políticas españolas tomando como modelo el sistema político francés. A esta no se la considera Constitución en sentido estricto porque fue no fue elaborada ni aprobada por los representantes sino que fue impuesta por el monarca.

CONSECUENCIAS. La Guerra de la Independencia contra Francia se había iniciado en 1808, tras los hechos de Bayona mediante los cuales Fernando VII le devolvía el trono a su padre Carlos IV y este abdicaba a favor de Napoleón, quien le cedió el trono a su hermano José I. La Guerra estalló con la amotinación del pueblo madrileño (2 de mayo) cuando la familia real se disponía a abandonar España para dirigirse a Bayona. Pero fue duramente reprimido por las tropas francesas (fusilamiento del 3 de mayo). Esta guerra fue principalmente una guerra de liberación contra un invasor extranjero, pero también una guerra civil que enfrentó a: la España de José I (afrancesados) y a la España de la insurrección popular y la resistencia (los liberales y los absolutistas). La España de José I contaba con el ejército napoleónico; mientras que los rebeldes disponían de la ayuda del ejército inglés y de la guerrilla popular (ataques por sorpresa al ejército francés con su posterior huida y escondite). En los territorios donde triunfaron los rebeldes antifranceses se crearon juntas locales que se integraron en las juntas provinciales que propició la creación de una Junta Suprema Central, que asumió la labor de dirigir la guerra contra los franceses asumiendo el gobierno del país en las zonas no ocupadas. La Junta Suprema Central traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia que actuaba en nombre del rey Fernando VII (en Cádiz) y creó la Constitución de 1812. Mediante el Tratado de Fontainebleau, se puso fin a la guerra y a finales de 1813 se firmó el Tratado de Valençay, por el cual, Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Fernando VII, en su regreso al trono español, recibió de parte de los absolutistas el Manifiesto de los Persas (que animaba al rey a ignorar las propuestas liberales y a restaurar la monarquía absoluta). Defraudó todas las expectativas de los reformistas y liberales que habían luchado por su reinstauración en el trono, anuló la Constitución de 1812 y toda la obra legislativa gaditana e inició una dura represión contra los liberales.