100 metros llanos, un cuento con interjecciones
por Gustavo du Mortier
Los corredores están en la línea de largada. Sus músculos tensos, su mirada fija en la pista, a la espera de la señal.
Se escucha la voz del juez de la competencia: En sus marcas… listos… [blank_start]¡Ya![blank_end]
La carrera comienza. Juanito sale a toda velocidad. [blank_start]¡Vamos![blank_end] ¡Adelante! Sus amigos y familiares lo alientan desde la tribuna.
No mira hacia los costados. Toda su atención está puesta en sus pies y en la pista. Sin embargo, por el rabillo del ojo alcanza a ver dos corredores que van más rápido que él.
[blank_start]¡Cuidado![blank_end] ¡Me van a rebasar! piensa Juanito. Pero no se distrae. Recuerda las palabras de su entrenador: ¡Atención! [blank_start]¡Mantén la vista siempre en la pista![blank_end]
La línea de llegada se acerca. La carrera está a punto de terminar. Juanito sabe que les puede pedir a sus pies un último esfuerzo. [blank_start]¡Fuerza![blank_end], les grita a sus pies, y a sí mismo. ¡Rápido!
Se entusiasma cuando ve que los otros dos corredores quedan a sus espaldas. [blank_start]¡Sí![blank_end] Hacia delante, Juanito ve a otros corredores, pero no le molesta no ser el primero.
Con los dientes apretados llega a la meta. [blank_start]¡Bravo![blank_end] escucha gritar desde la tribuna. [blank_start]¡Uf![blank_end] Juanito resopla mientras se apoya sobre sus rodillas para recuperar el aire.
Enseguida llegan sus padres, hermanos y amigos. ¡Bravo! siguen diciendo mientras lo abrazan con alegría.
Juanito está exhausto y acalorado, pero feliz de tener tantas personas con quienes compartir el orgullo de haber dado el máximo esfuerzo al correr esos cien metros llanos.