Question 1
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
En la lectura, la palabra “hurgó” (línea 2) se puede sustituir por:
Question 2
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
Según la lectura, la palabra “raro" (línea 36) se refiere:
Question 3
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
Según la lectura, la palabra "bamboleaban" (línea 54 se refiere a:
Answer
-
Moverse
-
Detenerse
-
Inclinarse
Question 4
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
¿Cuál de las siguientes opciones resume MEJOR la lectura?
Answer
-
El comportamiento de un niño diferente
-
Las fantasías de Guillermo
-
La aburrida espera en una oficina médica
Question 5
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
Según la lectura, se puede INFERIR que la máquina que usaba Guillermo era un
Answer
-
Instrumento electrónico que utilizaba el padre para su trabajo
-
Procesador de palabras con el que jugaba todos los días
-
Aparato que le permitía comunicarse porque no podía hablar
Question 6
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
De la lectura se puede INFERIR que Guillermo era un niño que
Answer
-
Se movía continuamente en su mundo imaginario
-
Todos los días jugaba con un amigo inventado
-
Sufría alucinaciones debido a los medicamentos
Question 7
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
¿Qué opción evidencía MEJOR la respuesta del ejercicio anterior?
Answer
-
Líneas 4-5 ("Había bebido... los ojos")
-
Líneas 19-23 ("Guillermo... volando")
-
Líneas 26-28 ("su padre... historial")
Question 8
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
En la lectura, la expresión "se le escapaban rayitos de sol por los ojos" (línea 5) es un ejemplo de
Answer
-
Hipérbole
-
Metáfora
-
Onomaptopeya
Question 9
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
En la lectura la expresión "nacido para despertar mariposas" (línea 30) se refiere a que Guillermo
Answer
-
Posee una delicadeza y fragilidad especiales
-
Pasa inadvertido por su carácter tímido
-
Es un niño con atributos diferentes a los demás
Question 10
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
Según la lectura, Guillermo repite el sonido porque
Answer
-
Quiere marcharse de la oficina
-
Está enojado con su padre
-
Pretende asustar a los otros niños
Question 11
Question
Los ejercicios del 1 al 11 se basan en la siguiente lectura:
La lectura trata sobre lo que acontece en una oficina médica.
Fue temprano a primera vista. Llegó de la mano de su
padre, hurgó en el nuevo espacio intentando hacer un
reconocimiento hasta que se dio cuenta de que era un
espacio pequeño. Había bebido de la mañana su mejor
(5) parte y se le escapaban rayitos de sol por los ojos. Parecía
perderse entre las partículas de aire, como hilvanando
ficciones en un mundo alterno.
- Iiiiiiiii -era su única palabra, su única oración.
La repetía una y otra vez con distintos tonos, como si
(10) el cambio de tonos diera sentidos distintos a esa vocal.
Y Guillermo se convirtió en el explorador de
aquella mañana de verano. Su mano, a veces, sin querer,
tomaba la mía como buscando afianzarse en un puente
de amor inadvertido. Al mismo tiempo, alzaba un vuelo
(15) particular… escapando, lejos, muy lejos, de aquella
extraña y fría oficina. Su turno no llegaba y al parecer
tardaría mucho más. Mientras el padre completaba
unos formularios que exigía el protocolo de la oficina,
Guillermo caminaba; daba vueltas; se ponía en cuclillas;
(20) empezaba a contar los sueños que llevaba entre sus
dedos, dedos que se transformaban en alas de duende;
luego, daba con las manos tres golpes en el piso y seguía
volando.
—Iiiiiiiiiiiiii —subía el tono de su melodía.
(25) Buscaba su “juguete” para decirle a su padre que se
quería ir. “Caminar” —decía la máquina, pero su padre
no escuchaba, seguía llenando hojas y hojas detallando
los pormenores de su historial. Creo que buscaba aliento
entre el papel y la tinta, antes de seguir imponiendo amor
(30) a su hijo nacido para despertar mariposas.
—Iiiiiiiiiiiii —argüía con carácter. Y cuando la
puerta se abría, se escapaba para ir o para volver a
cualquier parte, con su mirada llena de luz.
Yo estaba esperando también a que llamaran a
(35) mi hija. Habíamos ido allí buscándole solución a un
problema raro.
Guillermo tropezaba una y otra vez con nuestras
piernas y retomaba su vuelo, perdido en el tiempo y en el
espacio. Al ritmo de esta danza regresaba con sus alitas
(40) de duende a decirle a su padre iiiiiiiiiiiii. Era evidente que
quería irse. Quise abrazarlo, pero no me atreví. En un
mundo en el que se intenta resguardar a los niños de la
maldad cotidiana, no lo consideré apropiado.
Uuufff, hice un esfuerzo para contener las ganas,
(45) aunque lo abracé con el pensamiento, dirigida por su
zigzagueante y profunda mirada, buscando conectar con
su frecuencia, con su hermosa vibración. Los niños que
esperaban su turno miraban a Guillermo asustados. Y sí,
no había duda, Guillermo era especial. Por eso, quizá sin
(50) conocerlo me inspiró tanta ternura.
La oficina fue vaciándose. Mi hija ya estaba dentro
con la doctora. Entonces el iiiiiii iiiii iiiii de Guillermo
se intensificó, no quería seguir esperando en ese
lugar. Vi como sus manos se bamboleaban en el aire
(55) intentando capturar sus sueños. Guillermo escapaba
impetuosamente de la obligación de estar presente, daba
tres golpes en el suelo, como agitando mariposas, le nacían alas
entre los dedos y transformaba aquella oficina
en un solemne y misterioso mariposario.
La mujer que observa al niño siente tanta ternura por él que quiere:
Answer
-
Conocerlo
-
Abrazarlo
-
Protegerlo