Desde los tiempos prehistóricos las personas han obtenido recursos para cazar, protegerse, etc., de la naturaleza.
Durante mucho tiempo las necesidades industriales y tecnológicas se han satisfecho sin prestar atención a los posibles daños causados al
medio ambiente.
La ejecución de obras públicas (carreteras, pantanos, etc.) y las explotaciones mineras modifican el ecosistema en el que habitan
muchas especies animales y vegetales
Cada año aumenta la superficie desértica del planeta. Esto da lugar a un empobrecimiento general del suelo, lo que perjudica las actividades
agrícolas y ganaderas de la región afectada.
El incremento en el consumo de energía ha hecho que aumenten considerablemente las proporciones de determinados
gases
Determinadas actividades tecnológicas generan residuos muy contaminantes que resultan difíciles de eliminar
Las mareas negras producidas pueden dañar considerablemente a las poblaciones de peces, aves marinas, etc.
La ciencia y la tecnología pueden servir para ayudar a la conservación del medio ambiente.
La predicción y la extinción de incendios forestales se lleva a cabo mediante satélites artificiales.
El reciclaje de determinados productos, como el vidrio, el papel, etc., puede evitar la sobreexplotación de
algunas materias primas
Las fuentes de energía renovables, como la energía solar, la eólica o la geotérmica