Erstellt von Cristina Maria Bacas Rodriguez
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Contexto cultural y filosófico. El método cartesiano: Segunda parte del "Discurso del Método". La estructura de la realidad: la teoría de las tres sustancias. Cuarta parte del "Discurso del Método". 3.1.La duda metódica: procedimiento cartesiano para llegar a la primera verdad. 3.2.La primera certeza y el criterio: "pienso, luego existo". 3.3.Las ideas. 3.4.La demostración de la existencia de Dios. 3.5.La demostración del mundo. Relación con otra posición filosófica. Descartes - Ortega y Gasset. Actualidad: matematización y desarrollo científico y técnico. El mecanicismo cartesiano y el problema mente-cuerpo.
En 1637 se publica en Holanda el Discurso del método, para dirigir adecuadamente la razón y buscar la verdad en las ciencias. El contexto de la primera mitad del siglo XVII en la que vive Descartes, ayuda a explicar por qué éste cree necesario una obra que se ocupe de método y por qué debe abandonarse el anterior camino al conocimiento, buscando una certeza para sobrevivir a la crisis del momento. Hacia la mitad del siglo XVI comienzan una serie de crisis en Europa que recorrerán todo el siglo XVII. En el plano social se corresponden con el desarrollo de la burguesía y en el plano ideológico con la necesidad que se experimenta de una nueva concepción del mundo basada en el concepto de razón. Esta crisis supuso la caída definitiva de los fundamentos de la Europa medieval y el establecimiento de los nuevos pilares sobre los que se construirá la Europa moderna. El desarrollo del pensamiento cartesiano se enmarca en el proceso abierto en el Renacimiento con el antropocentrismo, la consolidación del humanismo y el desarrollo de la ciencia, que supuso la reacción contra los fundamentos de la escolástica y contra la autoridad de la fe como fuente de conocimiento. Se exalta el valor de la razón frente a los libros y maestros, fomentándose así el desarrollo científico. Se va produciendo un cambio en la mentalidad, que da lugar al desarrollo del espíritu científico, desde los tiempos del Renacimiento. En el campo de astronomía destacan Kepler y Galileo, en medicina Harvey, en matemáticas Gassendi, Descartes, Leibniz… y en física Newton. Estos descubrimientos llevan a una modificación de la concepción del mundo y ahondan el enfrentamiento entre los partidarios de la teoría de Aristóteles y los partidarios de las de Copérnico. Aunque la filosofía de Descartes se caracteriza por su originalidad en ella se observan influencias filosóficas de la época, la primera vienes de las filosofías de la antigüedad griega, concretamente del escepticismo, que rechaza, y del estoicismo, que admite en sus reglas provisionales de la moral. En Francia, el escepticismo tenía como sólido representante a Michel Montaigne, quien afirmó la imposibilidad de alcanzar la verdad. De este modo la estrategia cartesiana empezará por vencer el escepticismo con sus propias armas transformando la duda escéptica en metódica. Por otra parte, Descartes no es capaz de superar por completo algunos de los conceptos y planteamientos de la filosofía escolástica, por ejemplo, sigue usando la noción de sustancia para referirse al yo. Filosóficamente, lo más notorio es la polémica entre el pensamiento racionalista (Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz), que defiende que la razón posee ideas innatas, siendo la fuente principal del conocimiento humano y a través de la cual podemos conocerlo todo. Por otro lado, el empirismo defiende que la única fuente de conocimiento humano es la experiencia, la cual a la vez lo limita. No hay ideas innatas y la mente está por naturaleza vacía. Ambos se centran en el tema del origen del conocimiento. PRESENTACIÓN. El Discurso del Método,en su edición original de 1637, se encuentra acompañado de tres tratados científicos: La Dióptrica. Los Meteoros. La Geometría. Antes de estos aparece una extensa introducción, una especie de autobiografía filosófica. La obra esta constituida por seis partes de la cuales tan solo la primera, la segunda y la cuarta ofrecen mayor interés filosófico. En la primera se sientan las bases de una nueva teoría del conocimiento; en la segunda, se encuentran las famosas cuatro reglas del método y en la cuarta se exponen las ideas esenciales, indicándose cómo se llegó a a la primera verdad, como puede extraerse de la proposición “ pienso, luego soy” el criterio de verdad y cuál es la naturaleza de nuestra alma, para rematar con las pruebas de existencia de Dios. En la tercera expone su “moral provisional”. En la quinta, resume las cuestiones que contenía su tratado sobre “El mundo” (sobre física y fisiología). En la sexta y última parte nos dice Descartes qué cosas considera necesarias para proseguir en la investigación de la naturaleza y nos revela las razones que le impulsaron a escribir y a publicar la presente obra. Otros títulos son las “Meditaciones metafísicas” (1641), los “Principios de la filosofía” (1644) y “Las pasiones del alma” (1649). También hay que añadir la obra póstuma, que nos muestra el Descartes más genuino: el “Tratado del hombre”, “Reglas para la dirección del espíritu” (1628) y “Le Monde ou Traité de la Lumiére”. En el ámbito cultural, observamos dos fenómenos opuestos: El Barroco: expresa la crisis rompiendo el equilibrio y la armonía renacentistas, exaltando el exceso y la desmesura. Los edificios se hacen más dinámicos mediante el aumento de la curvatura, las imágenes adoptan posturas forzadas y en pintura resalta el contraste cromático. Todo es cambio, mutación, no hay nada estable. La realidad se reduce a la apariencia. La vida se representa como un sueño o un teatro, fugaz, pero como uno perturbador o una gran farsa. En relación con la fugacidad del tiempo aparece el reloj. El Clasicismo: propugna la imposición de una ley y orden racional, claridad y sencillez, que era lo que buscaba Descartes, frente a las distorsiones y excesos del Barroco.
En el Discurso del método propone Descartes una significativa comparación: todo el saber de su época es como un edificio en ruinas que no merece la pena intentar restaurar. Hay que derribarlo y construir uno nuevo. El proyecto cartesiano, pues, supone: a) Una reconstrucción del saber desde sus mismas raíces, lo cual, incluye, b) La unificación de todas las ciencias en una sola. Todo lo anterior es posible, ya que, según Descartes: -Existe un método universal, único para todas las ciencias. -Aunque existen ciencias distintas, todas ellas forman una unidad orgánica La filosofía de Descartes como una filosofía de la cautela, de precaución en no caer en los errores del pasado. El comienzo de la edad moderna se caracteriza, por tanto, por la búsqueda de un método nuevo, que venga a sustituir al que se había venido utilizando anteriormente, el silogismo aristotélico. Esta búsqueda es la expresión de una situación de crisis, que se produce cuando cae la concepción del mundo hasta ahora vigente, y con ella su criterio de verdad y su método de investigarla, y aún no se han encontrado el método y el criterio sólidos y seguros que puedan sustituirlos.El criterio de verdad del que fundamentalmente se servían los escolásticos era el de autoridad (Aristóteles o la Iglesia decía esto, por lo tanto esto debe ser verdad...). Pero ahora la razón no reconoce más autoridad que ella misma. Este criterio ya no sirve.
Para determinar el método de investigación Descartes se fija en los tres saberes que le parecen más significativos: la lógica, el análisis de los geómetras y el álgebra.Al examinar las disciplinas y artes que ha estudiado desde su juventud, destaca dentro de la filosofía, la lógica y en las matemáticas; el análisis y el álgebra. Descartes critica algunos aspectos de cada uno de ellos. De la lógica critica tres cosas. La primera, que la argumentación lógica (los silogismos) no sirve para aumentar el conocimiento, sino para explicar lo ya sabido, por tanto, es incapaz de descubrir verdades nuevas.La segunda, que la lógica se puede utilizar, como hace Raimundo Lulio en su Arte General o Ars Magna, para hablar sin fundamento de lo que no se sabe. Y la tercera, que la lógica está mal organizada, combinando reglas correctas y adecuadas, con otras inadecuadas o innecesarias.
Es el conjunto de “reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca lo falso por verdadero y llegará, sin gastar inútilmente esfuerzo alguno de la mente, sino siempre aumentando gradualmente la ciencia, al verdadero conocimiento de todo aquello de que sea capaz” . El método, vimos, tiene que servirle para el descubrimiento de nuevas verdades, no para demostrar lo que ya se ha hallado.
El método que inspiró a Descartes fue el seguido por los geómetras. Estos parten de lo más sencillo y fácil de conocer para elevarse hasta llegar a lo más difícil y complejo (deducción). La matemática es la única ciencia que logra alcanzar demostraciones ciertas y evidentes. La confianza en la razón lo llevará a las búsqueda de un saber seguro, que le permitía pensar que no habría ninguna verdad tan inasequible como para que el conocimiento humano no pudiese acceder a ella. Esto es el optimismo racionalista, la fe en la capacidad de la razón. Ya en su juventud se muestra descontento con lo aprendido, excepto con las matemáticas, Descartes solo encuentra la verdad en estos conocimientos. Considera que lo que hace verdaderos los conocimientos matemáticos es el método empleado para conseguirlos. No es que haya en las matemáticas una estructura que hace inevitablemente verdaderos sus conocimientos sino que es el método que utilizan los matemáticos lo que permite conseguir tan admirables resultados. El proceso de la reforma del método comenzó con la consideración de las verdades más simples y las ideas más ciertas. De este modo su ingenio se habituaba progresivamente a la forma de conocer la verdad. La aplicación del método a las matemáticas funciona muy bien, por lo que obtiene su primer éxito, la geometría analítica. Por ello propone aplicarlo a dificultades propias de otras ciencias. Para conseguir este objetivo de debe comenzar por establecer los elementos en los que se apoya el resto de conocimientos, la metafísica constituye esos primeros principios, por tanto, se debe aplicar el método de la filosofía, donde Descartes no encuentra ningún conocimiento verdadero. Con la aplicación de este método a las matemáticas Descartes obtiene dos ventajas universales: 1-Es un método racional que solo usa la razón, en todo momento. 2-Permite a la mente entender las cosas con más claridad y distinción. Debido a que esos primeros principios no están claros en la filosofía, Descartes decide evitar la prevención y la precipitación, haciendo referencia a los prejuicios filosóficos consistentes en las explicaciones desde el aristotelismo dominante en las instituciones educativas de su época. Dada la dificultad de la tarea, por las críticas que iba a recibir y de hecho recibió, pospone la aplicación del método a la filosofía hasta no haber adquirido una madurez y una preparación suficientes. Establecer la certeza de los primeros principios será el objetivo de la cuarta parte del Discurso.
Descartes distingue tres esferas o ámbitos de la realidad: Dios o Sustancia infinita (res infinita) El yo o sustancia pensante (res cogitans) Los cuerpos o sustancia extensa (res extensa).
Lo primero que hace Descartes es utilizar la regla del análisis con el fin de llegar a una verdad absolutamente segura. El procedimiento que usa es la duda. No se trata de una duda existencial, ni de una duda escéptica, sino de una duda metódica, usada como medio para obtener la verdad. Además de metódica es una duda universal, porque aquello de lo que se duda es la totalidad de nuestros conocimiento
Para llegar a una verdad absoluta e indudable, es necesario un punto de partida de iguales características. Para alcanzar este punto debemos eliminar todo aquello de lo que sea posible dudar, los conocimientos, las ideas y creencias que no sean absolutamente ciertas. La única manera de fundar la filosofía sobre un cimiento sólido es mediante la duda metódica. Radicalidad de la duda: la duda es progresiva , pues en ella distinguimos cuatro niveles de amplitud y radicalidad.
El primer nivel se refiere a los sentidos, que nos engañan a menudo. Dudar de los sentidos nos permite dudar de que las cosas sean como las percibimos, no de que existan. La imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia, ya que en ambos casos podemos tener los mismos pensamientos. Esto le hizo suponer que todo lo que el conocía tenía el mismo valor que las ilusiones de sus sueños. Esta razón para dudar afecta a algunas verdades, pero no a las matemáticas, tanto dormidos como despiertos los tres ángulos internos de un triángulo suman 180 grados. A pesar de la certidumbre de las matemáticas, al tratar de eliminar todos los errores, logrará mostrar que estas verdades no son absolutamente indudables, ya que en ocasiones aparecen paralogismos (razonamientos incorrectos) al tratar cuestiones geométricas. Sin embargo, posteriormente afirmará que la certeza de las matemáticas garantizan el criterio de verdad. Siempre que sus demostraciones sean claras y distintas, serán verdaderas. La hipótesis del genio maligno, “de extremado poder e inteligencia, que pone todo su empeño en inducirme a error”, permite extender la duda a todo el ámbito del saber.
Esta duda radicalizada conduce a una primera verdad absoluta e indudable: la existencia del propio sujeto que piensa y duda. En efecto, si duda de todo, al menos es cierto que duda, es decir, que piensa. Y si piensa, existe en tanto ser pensante. Esto es lo que expresa Descartes con “COGITO, ERGO SUM”, una verdad tan firme como indudable, ya que la duda puede atacar al contenido del pensamiento, pero no al pensamiento mismo. El cogito tiene función doble: señalar el tipo ejemplar de proposición verdadera y preparar el camino para la radical distinción entre cuerpo y alma. La existencia del sujeto pensante es una evidencia que está por encima de la existencia del cuerpo y del mundo, ya que puedo imaginar que no tengo cuerpo, pero hay algo que no puedo separar de mí, el pensamiento.
El yo sólo existe como ser pensante, que tiene ideas (representación mental). Las ideas, objeto de mi pensamiento. Descartes concluye que el pensamiento recae directamente sobre ideas, es decir, que el pensamiento piensa siempre ideas. Aquí la idea no es ya una lente transparente, sino una representación mental, algo así como una fotografía que contemplamos en nuestra mente. De ahí el problema, porque, ¿cómo garantizar que a la idea de mundo le corresponde la realidad mundo? Las ideas como realidad objetiva y como acto mental. Descartes distingue dos aspectos en las ideas: su realidad formal en cuanto que son actos mentales o “modos del pensamiento”, y en cuanto que poseen un contenido objetivo, ser imágenes que representan cosas.
Descartes distingue tres tipos de ideas: Ideas adventicias, las que parecen provenir de nuestra experiencia externa (no nos consta aún la existencia de mundo externo alguno), por ejemplo, las ideas de hombre, de árbol, de los colores, etc. Ideas facticias, las que construye la mente a partir de otras ideas, por ejemplo, la idea de un caballo alado, de un centauro, de un unicornio, etc. Ninguna de estas dos clases de ideas puede servirnos para demostrar la existencia de la realidad extramental: las adventicias por provenir del problemático mundo externo, y las facticias por ser construidas por el pensamiento. Las ideas más importantes –aunque menos numerosas- no son ni adventicias, ni facticias, por tanto su origen no puede ser otro sino que el pensamiento las posee en sí mismo, o sea, son innatas. Ideas innatas, esta es la segunda de las afirmaciones básicas del racionalismo: que las ideas primitivas, a partir de las cuales el entendimiento construye el edificio de nuestros conocimientos, son innatas. Ejemplos de ideas innatas serían: pensamiento, existencia, Dios, extensión, etc.
https://vonneumannmachine.wordpress.com/2009/01/10/una-demostracion-de-la-existencia-de-dios-el-argumento-ontologico-de-san-anselmo/https://vonneumannmachine.wordpress.com/2009/01/10/una-demostracion-de-la-existencia-de-dios-el-argumento-ontologico-de-san-anselmo/
En primer lugar lo que hace Descartes es fundamentar la certeza del conocimiento sensible. En segundo lugar tampoco es válido el criterio (la regla) antes aludido de la claridad y la distinción, si no se admite la existencia de Dios que, como ser perfecto, no nos ha podido construir mal. Todas las ideas de la mente son verdaderas en cuanto proceden de Dios y por eso son claras y distintas. En tercer lugar, la existencia De Dios también fundamenta el conocimiento matemático. En cuarto lugar, l existencia De Dios fundamenta la existencia del mundo.
En el proceso de construcción del nuevo edificio de la filosofía todavía quedaba por justificar la existencia del mundo. La demostración de la existencia del mundo o cosas materiales será fácil: puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, luego el mundo existe. Dios sólo garantiza la existencia de un mundo constituido exclusivamente por la extensión y el movimiento (cualidades primarias). A partir de estas ideas de extensión y movimiento se puede para Descartes deducir la física y las leyes generales del movimiento, de corte mecanicista.
La filosofía de Ortega se construye, en parte, frente al modelo de razón propuesto por el racionalismo de Descartes. Y lo hace en dos frentes: en su oposición a la importancia concedida por Descartes al sujeto del conocimiento y en su oposición a la sobrevaloración cartesiana de la razón frente a la vida; de estas oposiciones y de las que también desarrolla Ortega a otras posturas filosóficas, surgirán sus doctrinas perspectivística y raciovitalista. Así, en primer lugar, Ortega, considerando las líneas esenciales de la historia de la filosofía, considera que ésta ha transcurrido por dos etapas, que surgen como respuestas diferentes ante la relación entre razón y ser, entre lo subjetivo y lo objetivo: realismo e idealismo. La postura realista es la perspectiva general que la filosofía adopta desde sus orígenes, en la Grecia del siglo VI a.C., hasta el Renacimiento europeo. En términos generales, consiste en conceder primacía, independencia y capacidad de imposición a las cosas sobre el hombre, es decir, el realismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno a las cosas.
Por el contrario, la postura idealista (que es impulsada de modo ejemplar por Descartes) es la nueva actitud vital y filosófica que transcurre desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Surgió en su momento como una crítica y superación del realismo; así, frente a la primacía que el realismo le otorga a las cosas, para el idealismo será la razón, el sujeto humano (el cogito de Descartes), quien protagonice la relación hombre mundo. Es decir, el idealismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno al sujeto. Frente a este antagonismo, para Ortega lo auténticamente real es el yo y las cosas, un yo permanentemente referido a las cosas, actuando con y sobre ellas, preocupado por ellas, pensando en ellas. Además, las cosas no son algo ajeno al hombre, al yo, sino que forman parte de su vida, como obstáculos o circunstancias que nos favorecen o nos suponen trabas, gratificándonos o haciéndonos sufrir. Ese encuentro, relación y trato entre el yo y las cosas es lo que Ortega entiende por “vida”. Lo auténticamente real es el yo y las cosas, constituyentes inseparables de la vida.
Tanto el realismo como el idealismo caen en el mismo error, son la cara y cruz de la misma falsa moneda, al ignorar la vida como realidad radical, como coexistencia en un mismo plano del yo y las cosas, de lo subjetivo y lo objetivo. En concreto, el racionalismo cartesiano, verdadero iniciador del subjetivismo, disuelve el mundo exterior a favor del yo, de la “sustancia pensante”. Para Ortega, no puede existir el yo sin las cosas, sin mundo. No puedo hablar de las cosas sin el yo, pero tampoco puedo hablar de un yo sin las cosas. para Ortega, ni es válida la postura del racionalista dogmático, para el que la verdad es una, la suya, y pretende imponerla a los demás; ni tampoco es válida la del escéptico, que, ante la variedad de opiniones, concluye que no hay ninguna verdad. En este punto, la posición correcta es otra: la verdad tiene muchas caras, y dependiendo de la perspectiva desde la que miremos, nos ofrecerá aspectos distintos; de ahí que Ortega afirme que “la sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única”. Dicho de otro modo, lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde “lugar ninguno”. Y éste es el principal error que comete Descartes en su concepción de la verdad, “error inveterado” lo llama Ortega, el ignorar el carácter plural e histórico de la verdad, la cual no puede ser ajena a la perspectiva vital e histórica desde la que se la concibe. En definitiva, para Ortega, no podemos adoptar, como hizo Descartes, un criterio de verdad abstracto como el de la evidencia, pues la verdad no se construye desde la razón lógico-matemática, sino desde una razón vital. Por otro lado, Ortega también se opone a la concepción de la razón presente en Descartes. Así, el raciovitalismo, que supone la madurez filosófica de Ortega al suponer una evolución y concreción de su doctrina perspectivística, supone una reflexión sobre las perspectivas radicales en las que el ser humano está situado: la perspectiva de la razón y la de la vida. Ortega se propone, a través del concepto de “razón vital”, superar la dicotomía a la que se había llegado al concebir la razón como fundamento de la verdad, del conocimiento, de la objetividad, frente a la vida, que representaría lo particular, lo mutable, lo irracional, el deseo, la pasión. Para Ortega, razón y vida, no es que sean irreconciliables, sino que, al contrario, son inseparables.
El Discurso propone un método y un criterio de verdad que son herederos de las matemáticas y de esta forma todas las ciencias conseguirán una certeza semejante. La matematización es una característica que desde entonces ha impregnados casi todos los ámbitos de la ciencia occidental.Pero la matematización por sí sola no hubiera propiciado el desarrollo científico si no hubiera ido acompañada por la autonomía de la razón. La modernidad ha perdido el optimismo racionalista y el hombre contemporáneo ya no cree poseer una razón tan poderosa como para afirmar de modo claro y distinto la existencia de Dios, es decir, el racionalismo optimista ha desembocado en un racionalismo agnóstico. Las demostraciones de la existencia de Dios han caído en desuso. El dualismo antropológico. El problema mente-cuerpo es una de las cuestiones más interesantes en la filosofía contemporánea. Las posiciones dualistas han suavizado sus compromisos metafísicos. Existen, sin embargo, otras formas de dualismo que pretenden ser compatibles con los postulados de las ciencias físicas y con las neurociencias. Estas nuevas formas de dualismo se conocen como dualismo de propiedades, que sostienen, aunque no existe más sustancia que la material, y la actividad mental, si existen propiedades distintas. Así distinguimos las propiedades físicas del cerebro y las propiedades mentales.
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