Erstellt von Sofia Villa Navarro
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Platón. La filosofía de Platón es un intento de superar el relativismo y escepticismo sofista que convierte en un absurdo la búsqueda de la verdad y que hacen además imposible la convivencia en la polis. En este sentido, la influencia de Sócrates sobre Platón es fundamental para entender el pensamiento platónico puesto que esta lucha contra los sofistas había sido también la preocupación de Sócrates. El eje desde el que hay que interpretar la filosofía de Platón es su finalidad política, toda su obra responde al interés por organizar un sistema político justo y entorno a este sistema se articulan las reflexiones de Platón sobre el conocimiento, la realidad, la educación, y la moral. Sus diálogos reflejan esta preocupación concretándose en el modelo ideal de Estado, un Estado que educará a los gobernantes en la filosofía para que alcancen la idea del Bien y sean capaces, por tanto, de gobernar con justicia. La teoría de las ideas o formas es una alternativa al relativismo de los sofistas y la concepción central de la filosofía platónica. Platón piensa que si la ciencia consiste en un conjunto de afirmaciones universales, necesarias e inmutables, y la ciencia existe y tiene valor, solo puede ser porque existen objetos, realidades universales, necesarias e inmutables. Como estos objetos no existen en el mundo sensible, compuesto todo él por cosas concretas y variables, tienen que tener su sede en “otro mundo”, en el mundo de las ideas. No existe pues solo un mundo, sino, dos: el mundo sensible (viviente sensible, mundo de las apariencias) y el mundo ideal (viviente inteligible o mundo de las ideas), cuya relación es de imitación (mimesis),las cosas del mundo sensible son un reflejo de las esencias o formas o ideas de mundo ideal y las ideas son los modelos que las cosas concretas imitan en mayor o menor grado, y también se da una relación de participación (metesis), concepto que le traerá problemas a Platón en la vejez ya que si la idea entra a formar parte de la cosa sensible pierde su unicidad, su trascendencia y de esta forma la relación entre los dos mundos no queda explicada satisfactoriamente. Las ideas son modelo de las cosas, no son meros esquemas mentales (conceptos universales), sino que son la auténtica realidad y puede decirse por tanto que las cosas existen gracias a ellas. Afirma Platón que las ideas son causas de las cosas y que todos los juicios que emitimos sobre las cosas tienen como referencia la idea correspondiente, por ejemplo, una acción es justa porque existe la idea de justicia. Las ideas son realidades extramentales, transcendentes que habitan en un mundo más allá, son eternas e inmutables puesto que están fuera del espacio y del tiempo, únicas, cada idea es un patrón absoluto, que es la unicidad frente a la pluralidad, inmateriales, extremadamente perfectas e inteligibles, solo pueden ser conocidas por la razón y no por los sentidos. Al hablar de los dos mundos, entre los que Platón situaba otro como es el mundo matemático, hay una intención teórica o científica que consiste en conocer el mundo ideal a través de la razón (en el mundo sensible todo cambia constantemente, por tanto solo puede hacerse ciencia de las ideas) ;y otra intención práctica que consiste en aplicar este verdadero conocimiento a la vida de cada uno (aspecto ético: Platón quiere fundamentar la virtud en el saber: solo puede ser justo quien conoce la idea de justicia) y a la vida social (aspecto político: los gobernantes han de ser filósofos que se guíen por ideales absolutos). Este mundo que la razón conoce está jerarquizado y las ideas ni están totalmente mezcladas (sería un caos) ni totalmente separadas, sino convenientemente relacionadas. Como más cercanas al mundo sensible sitúa a los arquetipos de las sustancias, seguidas de los entes matemáticos y después de las ideas de Justicia y Belleza, siendo el Bien la idea más perfecta. Este mundo ordenado y absolutamente perfecto (ni le sobre ni le falta nada) ha servido de base, junto a la masa caótica y absolutamente desordenada, para la aparición del mundo sensible con la ayuda del demiurgo. El demiurgo (tal vez un recurso didáctico y no un ser realmente existente) vuelve su mirada hacia el mundo real y lo que allí contempla lo plasma en la masa caótica, surgiendo así el mejor de los mundos posibles. Ese mundo sensible (que lo percibimos por los sentidos) está compuesto por los seres materiales, cambiantes, perecederos, imperfectos, donde hay generación y corrupción, está dispuesto de forma geocéntrica, y a los diferentes elementos naturales (agua, aire, fuego y tierra) les hace corresponder con diversos poliedros regulares en su esfuerzo de matematización. Dualismo antropológico En cuanto a la concepción del ser humano, el dualismo metafísico se traduce en un dualismo antropológico. Según Platón hay en el hombre dos principios opuestos: el cuerpo y el alma inmaterial e inmortal que nos vincula al mundo de las ideas. Dado que el mundo de las ideas es el lugar originario del alma, ésta posee las características propias de dicho mundo. En otras palabras, el alma es eterna e inmortal, además de principio de vida y de conocimiento. El cuerpo nos arrastra hacia lo material y dificulta el ascenso del alma hacia las ideas. El alma es una realidad intermedia entre los dos mundos. La relación entre alma y cuerpo es accidental (el alma cometió un fallo y por eso es castigada a entrar en contacto con el cuerpo) y antinatural (puesto que el lugar natural del alma es el mundo de las ideas). En lo que respecta al alma el rasgo fundamental es su inmortalidad, un concepto clave en el pensamiento de Platón e imprescindible para sostener la teoría de las ideas (reminiscencia). La inmortalidad del alma permite a Platón la posibilidad del conocimiento de las ideas que queda garantizado porque, como ya hemos dicho, el alma ha existido con anterioridad al cuerpo y sobrevivirá después. Platón parece aceptar la teoría órfico-pitagórica de la trasmigración de las almas: el alma está condenada por alguna falta cometida a vivir en un cuerpo como una prisión. Los deseos corporales arrastran al alma al mundo sensible y son un obstáculo para que vuelvan a contemplar las ideas. Mientras está unida al cuerpo, el alma debe concentrarse en la purificación y ejercer el control sobre las pasiones desligándose del cuerpo lo más posible. A este respecto, Platón exige un doble esfuerzo. En primer lugar, un esfuerzo físico, que se lleva a cabo mediante la gimnasia y otros tipos de ejercicios corporales.En segundo lugar, un esfuerzo intelectual, que tiene lugar mediante las ciencias, astronomía, música, arte, las matemáticas y, sobre todo, la dialéctica. Solo así el alma podrá retornar a su mundo originario, el de las ideas, y lograr de un modo pleno el saber de la verdad. La muerte es la liberación del alma, aunque si no está suficientemente purificada deberá trasmigrar a un nuevo cuerpo y continuar el ciclo de las reencarnaciones. El dualismo platónico (alma-cuerpo ) también se extiende a su concepción del alma porque no toda ella es igualmente inmortal. Divide el alma en tres partes con tres funciones diferentes: alma racional (cabeza) que es el principio del conocimiento, inmortal y producida por el demiurgo, siendo su virtud la prudencia (diferencia entre el Bien y el Mal); y otras dos que son el principio de vida y por tanto mortales y producidas por los dioses, son: alma irascible (tórax) cuya virtud es la fortaleza (capacidad para soportar cualquier circunstancia); y el alma apetitiva (abdomen) que debe practicar la virtud de la moderación (equilibrio),de este modo el individuo será justo y alcanzará a través de la virtud la felicidad (eudemonismo). Si cada parte del alma no hace lo que le corresponde el hombre caerá en la temeridad y en el desenfreno, pero si cada parte cumple su función el individuo será justo y feliz. Dualismo gnoseológico. Teoría del conocimiento Para Platón el conocimiento científico consiste en la contemplación de las ideas. Sin embargo, las ideas pertenecen a un mundo distinto del mundo sensible en el que vive el hombre, entonces se plantea el problema de cómo puede el hombre llegar hasta ellas. Platón responde con dos teorías basadas en el carácter intermediario del alma: la reminiscencia y la dialéctica, y un elemento emocional que impulsa al alma en su proceso hacia las ideas: el amor. La reminiscencia. Las ideas no se pueden percibir por los sentidos corporales, la razón ha tenido que conocer antes. Para explicar los conocimientos innatos, Platón recurre a la doctrina órfico-pitagórica de la inmortalidad del alma. Según esta teoría, las almas no son solo inmortales, sino también eternas. Esto significa que no solo continuarán existiendo después de la muerte del cuerpo sino también que existen antes de su unión con él. El alma ha estado en el mundo de las ideas y las ha contemplado. Cuando vuelve al mundo sensible para unirse a un cuerpo, las olvida, pero al contemplar las cosas puede recordarlas: conocer es, pues, recordar (lo que ya hay en el alma). Para Platón, por tanto, todo conocimiento es recuerdo (anamnesis) de las ideas o esencias de las cosas que nuestra alma ha contemplado durante su preexistencia en el mundo inteligible. La ignorancia no es, pues, otra cosa que el olvido de tales ideas. Por tanto, el conocimiento sensible tiene algún valor, ya que proporciona la ocasión para el recuerdo. (El conocimiento, la virtud no se enseña sino que está ya en el alma y solamente hay que descubrirla). La dialéctica, constituye el saber verdadero o grado más alto de conocimiento. En el pensamiento platónico, la dialéctica consiste en un procedimiento propio del conocimiento racional. Se trata de una técnica o un método para descubrir la verdad suprema, la suprema realidad. Platón entiende la dialéctica como el método mediante el cual se asciende gradualmente desde el conocimiento sensible hasta el verdadero conocimiento que consiste en la contemplación directa de las ideas. Ahora bien, este proceso no basta, es preciso continuar ascendiendo de idea en idea hasta la suprema idea, que es el Bien. El filósofo, que será quien llegue a contemplar la idea de el Bien, no debe quedarse contemplando el mundo de las ideas sino que tiene la responsabilidad social de bajar y enseñar a los ignorantes. (La dialéctica está dedicada a la educación del gobernante). Este ascenso hacia el verdadero conocimiento se produce a través de diferentes niveles de conocimiento descritos en La República de manera metafórica mediante el símil de la línea. Este símil presenta una línea dividida en segmentos desiguales. El primer segmento corresponde al conocimiento del mundo sensible - el interior de la caverna – puesto que el camino hacia el conocimiento, empieza por la realidad sensible. Su rango es de segundo orden en relación con el conocimiento inteligible, pues al estar referido a objetos que cambian y varían, nunca puede ofrecer una certeza científica, sino solo probabilidades. Acerca de esta realidad cambiante no es posible, como hemos visto, hacer ciencia, de manera que Platón denominaba a este conocimiento opinión (Doxa). Este segmento de la opinión aparece a su vez dividido en dos: - El grado más bajo de conocimiento es la imaginación o conjetura, es el conocimiento de sombras (el prisionero encadenado en el fondo de la caverna ve las sombras sobre la pared) propio de la mayoría de la humanidad, donde el individuo no es consciente de su ignorancia, se siente agusto en ese nivel. - Un segundo grado del conocimiento es la creencia (grado de conocimiento superior pero todavía engañoso donde se contemplan los objetos sensibles) (prisionero liberado que ve las cosas por la luz del fuego). Tiene por objeto la comprensión ordenada de las cosas naturales y artificiales. Estos objetos, una vez ordenados y comprendidos por la razón, dan lugar a las ciencias de los objetos sensibles. En este nivel y teniendo en cuenta el proceso de educación que Platón propone para su Estado ideal, el individuo aprenderá matemáticas en forma de juego, gimnasia, música y será acercado a los peligros, todo esto hasta los 20 años. El conocimiento del mundo inteligible recibe el nombre de ciencia (Episteme) y aparece en otro segmento, correspondiente al exterior de la caverna, también dividido en dos partes: - El pensamiento discursivo (el prisionero sale al exterior, ve las cosas reflejadas, todavía cegada la vista por el Sol) Propio de los matemáticos, conocimiento intermedio entre el mundo sensible y el mundo inteligible, donde se descubren verdades pero todavía basándose en el estudio de imágenes sensibles. Este periodo durará 10 años y comprenderá el estudio de aritmética, geometría, astronomía y armonía. - La inteligencia o conocimiento intuitivo, el ámbito ya de la dialéctica. Su objeto consiste en el conocimiento de la auténtica realidad. Constituye el grado máximo y más perfecto, pues consiste en contemplar las esencias de las cosas en sí mismas. Esta contemplación o ciencia perfecta es lo que para Platón, proporciona la dialéctica, el método propio de la filosofía. (El liberado ya es capaz de mirar directamente al sol que es el Bien). La dialéctica es el método propio de la filosofía, pero es algo más que un proceso intelectual, porque necesita de una disciplina de purificación del alma. Platón señala además un componente emocional en este ascenso al conocimiento: el amor. Si la dialéctica viene a ser un proceso hacia la abstracción, el amor (eros), nos lleva también por ese camino, en el sentido de que induce a una idealización progresiva del objeto amado – de ahí amor platónico. En el Fedro, el amor es la fuerza que empuja al alma en su ascenso y le restituye las alas perdidas en el descenso. El amor es también el tema del Banquete (otra obra), donde el discurso de Sócrates describe el amor como la guía del alma a través de la belleza hasta la contemplación de la idea de Belleza en si. El amor – como la dialéctica – necesita de una disciplina ascética destinada a purificar el espíritu y prepararlo para la contemplación de las ideas. Ética y política Para alcanzar el Bien no bastan la dialéctica y el amor, es necesaria la virtud. Platón entiende la virtud como: - sabiduría (intelectualismo moral, para superar el relativismo de los sofistas) - purificación (influencia órfico - pitagórica) - armonía (la justicia es la virtud fundamental, la virtud suprema). Para Platón, la justicia constituye el fundamento de su Estado ideal, consiste en la armonía entre las tres partes del alma cuando cada una cumple con las funciones que le son propias. En consecuencia, Platón asigna a cada parte del alma una virtud.) Las virtudes del alma: - La parte racional (debe ser prudente (sabia) para saber dirigirse al mundo de las ideas al que pertenece y para guiar adecuadamente a la parte irracional. La virtud que le corresponde, por tanto, es la prudencia) - La parte irascible (debe ser valerosa para afrontar los contratiempos con entereza, y le corresponde la fortaleza del ánimo) - La parte apetitiva o concupiscible (debe ser capaz de moderar los deseos corporales que pueden arrastrar al alma. La templanza es la virtud). La ética conduce a la política. Platón fue, ante todo, un pensador político, profundamente preocupado por la organización de la sociedad. Una de las ideas más originales consistió en el establecimiento de una estrecha relación entre las tres partes del alma y la estructura tripartita de su Estado ideal. A cada clase social le corresponde un tipo de alma y una virtud. Según Platón, la población queda clasificada dentro de este Estado en tres grandes grupos o clases sociales, que se corresponden con las tres partes del alma antes descritas: productores, guerreros y gobernantes. - La clase de los productores: Está compuesta por agricultores, comerciantes, artesanos, trabajadores etc. Se corresponden con la parte apetitiva o concupiscible del alma. - La clase de los guerreros: Está constituida por el ejército y la policía. Es decir, la forman los que tienen la responsabilidad de defender a los ciudadanos. Se corresponde con la parte irascible del alma. - La clase de los gobernantes: Son quienes tiene la responsabilidad de conducir la política y que, para Platón deben ser filósofos. Se corresponde con la parte racional del alma De la armonía entre las clases resulta una ciudad justa (JUSTICIA SOCIAL). Los gobernantes (alma racional) han de ser prudentes para poder educar, para gobernar; los guerreros (alma irascible) han de ser fuertes y capaces de defender la ciudad; y los trabajadores (alma apetitiva) se dedicarán a producir lo necesario para las clases altas. Solo en la ciudad justa es posible educar hombres justos (el hombre aislado no puede ser bueno ni sabio: necesita del Estado). La virtud y el Estado hacen posible el acceso a las ideas, cerrando así el círculo de la filosofía platónica, cuya intención es ética y política. El Estado ideal que proyecta Platón es el Estado Aristocrático (aristocracia del saber). Los filósofos, educados en la dialéctica, serán los más capacitados para gobernar porque únicamente éstos son capaces de “llegar al conocimiento” de la idea de Bien y, en consecuencia, son los únicos capaces de conocer la auténtica verdad. Se considera ideal porque no corresponde con ninguna de las formas de gobierno realmente existentes, a las que Platón considera erróneas o degeneradas. En este sentido distingue tres formas políticas degeneradas: - Timocracia: el gobierno lo ostentan personas por razón de honor, gobiernos basados en la conquista militar o gobiernos de carácter hereditario. - Oligarquía: Gobiernan unos pocos generalmente los más ricos, personas ambiciosas que buscan su propio interés o beneficio - Democracia: Gobierno del pueblo. Tuvo una visión muy negativa de esta forma de gobierno, considerándola como imperio de las pasiones, de los abusos y de la demagogia. Las tareas del Estado son muy numerosas, pero Platón hace hincapié en dos: - La eliminación de la pobreza y la riqueza, en consecuencia, proscribe la propiedad privada tanto para los guerreros como para los filósofos o gobernantes. - La educación de la juventud: Según Platón, las mujeres exactamente igual que los varones, deben ser educadas tanto en las ciencias y en las artes como en las actividades físicas; por tanto, el Estado deberá hacerse cargo de la educación de los hijos. A estos efectos, nuestro autor propone la supresión de la familia convirtiéndose el Estado en la única y gran familia. El Estado platónico está estrictamente jerarquizado. Lo que desea Platón es un Estado ideal que sea un fiel reflejo del mundo ideal. Sin embargo, la posibilidad de que esto ocurra de forma perfecta, le parece a Platón imposible (utopía irrealizable). A pesar de todo, solo es en el Estado donde el individuo puede alcanzar la virtud. Solo la organización social justa del Estado es capaz de proporcionar al hombre la consecución, o mejor, el acercamiento a la justicia. En definitiva, el mundo ideal es el que da sentido a la vida del individuo y de la comunidad.
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