Erstellt von Iann Muñoz M
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Formas de presentación Para algunos es preferible una presentación única para los diversos grupos que son preparados los estados financieros, complementada en cada caso con estados auxiliares o informes especiales suplementarios. No obstante, en la mayoría de los casos, estos estados conllevan diversas modificaciones y ajustes, según la persona o entidad interesada en ellos. Por eso, otros se cuestionan sobre la importancia de preparar diversos tipos de estados financieros a partir de la finalidad específica. Lo anterior quiere decir que no es cuestión de maquillar estados financieros, sino de hacer referencia a las modificaciones y ajustes permitidos y necesarios según el caso: Estados financieros comerciales: preparados por la empresa para efecto de sus transacciones comerciales y de crédito. Son enfáticos en la liquidez de la compañía, su capacidad de pago a largo plazo y en los márgenes de rentabilidad. Estados financieros fiscales: preparados para ser presentados a la Administración de Impuestos. Al ser un estado impositivo, la ley permite realizar ajustes específicos con respecto a los esta- dos financieros comerciales. Estados financieros auditados: una firma de auditores certifica que los estados financieros han sido comparados con los registros contables. Estos son relevantes para que el analista externo tenga mayor grado de confiabilidad ya que no tiene acceso directo a los libros de la empresa. Estados financieros consolidados: muestran la situación financiera y los resultados de las operaciones de un grupo de empresas formado por una matriz y sus subsidiarias. Estados financieros históricos: reflejan hechos ya cumplidos y consignados en los registros contables de la empresa. El analista trabaja con datos históricos y luego hace recomendaciones hacia el futuro de la empresa. Estados financieros presupuestados: o financieros proforma. Preparados por la empresa para futuros periodos, con base en las expectativas del mercado y en las tendencias históricas de las ventas, los costos y los gastos. Estos son de gran utilidad para el analista interno y el externo, quienes deben compararlo con estados históricos para evaluar su posibilidad de cumplimiento. Pasivo corriente: organizado según su grado de exigibilidad. Ejemplo: obligaciones bancarias, proveedores, gastos acumulados, los impuestos por pagar. 3.1 Criterios de la clasificación y ordenamiento de cuentas La presentación de los estados financieros cuenta con diversos formatos, según su fin. No obstante, en ocasiones el trabajo del analista externo puede verse afectado, porque dependiendo de la clase de estado financiero que le suministren podrá llegar a equivocarse en su trabajo y obteniendo conclusiones erradas. Para subsanar mediana- mente estos inconvenientes, se requiere reorganizar y reclasificar los estados financieros, empleado criterios idénticos para todas las empresas estudiadas, con el objetivo de evaluarlas con los mismos parámetros: Los estados financieros deben ser sencillos y resumidos para que cualquier analista los estudie. Deben hacer énfasis en los rubros operacionales, es decir los que se relacionan directamente con el desarrollo del objeto social de la empresa. El activo debe clasificarse en: Activo corriente: según la liquidez de cada cuenta (facilidad para convertirse en efectivo). Ejemp- lo: caja, cuentas por cobrar, inventarios. Activos fijos: organizados de acuerdo con la durabilidad de cada uno. Ejemplo: terrenos, con- strucciones, maquinaria, vehículos. Otros activos: resumidos en un solo renglón, resaltando aquellas cuentas que se consideran que tienen un valor representativo dentro del total. El pasivo debe clasificarse en: Pasivo corriente: organizado según su grado de exigibilidad. Ejemplo: obligaciones bancarias, proveedores, gastos acumulados, los impuestos por pagar. Pasivos de largo plazo: ordenados según su vencimiento (del más inmediato al más lejano). Ejemplo: obligaciones bancarias de largo plazo, cuentas por pagar a largo plazo, cesantías no corrientes, pensiones de jubilación. El patrimonio debe organizarse empezando por las cuentas más estables, es decir, el capital pagado y continuando con el superávit de capital, las reservas, las utilidades retenidas y, por último, las utilidades del ejercicio.
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