Introducción al análisis de textos literarios

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Texto introductorio a los textos literarios. Explicación de los géneros literarios.
Daniel Ramírez
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Daniel Ramírez
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Géneros y subgéneros literarios

En realidad, como se ha mencionado, el estudio del fondo y de la forma es el primer referente para comenzar a reconocer y analizar una obra literaria. Pues bien, las diversas producciones literarias pueden clasificarse de acuerdo con algunas de sus características particulares. A los tres grandes ‘anaqueles’ de la literatura se les denomina géneros literarios. La determinación de las características de cada uno de los géneros varía según las diversas posturas de los críticos literarios, sin embargo, a continuación se señalan algunos de los aspectos fundamentales que permiten establecer los criterios para determinar las características específicas de cada uno de los géneros. Antes de mencionar cuáles son los tres grandes géneros literarios y las características de cada uno de ellos, es preciso mencionar los criterios que permiten establecer esos grandes ‘anaqueles’, pues de ello depende la correcta clasificación de las obras literarias. Entonces, los géneros literarios son las líneas comunes que permiten clasificar a las obras. Por supuesto, cada género posee buen número de subgéneros y éstos poseen, a su vez, algunas modalidades genéricas, pues las innovaciones temporales convergen en estos tres grandes ‘anaqueles’ de la literatura. Por tanto, es preciso determinar con precisión las características de los géneros, pues esta determinación conducirá a la correcta clasificación de la obra y, al mismo tiempo, representará una introducción más o menos profunda al estudio y análisis de la obra. Según Oseguera y Chávez: “<Los grandes géneros> son los agrupamientos más amplios que resultan al clasificar las obras productos de la creación literario.”[1] A pesar de las disputas teóricas al respecto, se considera que los géneros son tres: épico, lírico y dramático.   [1] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 223.

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Género épico

Siguiendo la exposición de los doctores, el género épico: “Es una narración literaria cuyo producto moderno son la novela y el cuento. La épica es el género poético más antiguo, en el que un autor cuenta, a su manera, las historias que le sucedieron a otras personas, adornándolas con descripciones y narraciones trepidantes.”[1] Y agregan: “Jakobson, el lingüista, vincula a la épica con la función referencial de la lengua porque transmite una información, una serie de datos sobre una realidad, una representación imaginativa de la misma realidad, ya ocurrida, por eso está orientada al pasado. El género épico engloba a la epopeya, el cantar de gesta, el romance y el corrido, entre otros.”[2] Así, el género épico es un relato que consiste en la exposición progresiva y coherente de una serie de hechos reales o fingidos.[3] Por tanto, según los doctores Chávez y Oseguera: “El relato, concreción del género épico, originó las narraciones –cuentos, leyendas, novelas, ejemplos, fábulas, apólogos, epopeyas– y las representaciones teatrales que, de hecho, son expresiones dialogadas tejidas en torno de un relato.”[4] Finalmente: “El relato, en un aspecto formal, se lleva a cabo por boca del autor o de algún narrador, quien, si se requiere, intercala diálogos y cierta tensión climática.”[5] En suma, el género épico implica la narración de una historia y de un discurso; aunque originalmente fue elaborada bajo la forma de la poesía épica, en la actualidad se cultiva, bajo la forma de la prosa, en novelas y cuentos.   [1] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 223. [2] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 223. [3] Cfr., OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 223. [4] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 224. [5] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 224.

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Género lírico

Oseguera y Chávez también nos ofrecen un acercamiento breve y adecuado al género lírico, pues éste se caracteriza, en términos generales, por la presencia de los siguientes aspectos: “El lírico pone de manifiesto algo que, en el momento que está viviendo, le provoca conmoción, a saber, sentimiento, punto de vista, estados de ánimo, cuestionamientos sobre el ser humano, etcétera. “Jakobson (...) relaciona la lírica con la función emotiva del lenguaje porque está fuertemente ligada con el emisor, quien transmite sus contenidos emocionales; por eso la representa con la primera persona gramatical “yo”, y la orienta al presente.”[1] Asimismo, Oseguera y Chávez presentan los componentes –aunque éstos forman parte del conocimiento habitual y mínimo de la lengua– de la estructura más adecuada para la expresión del género lírico, a saber, el poema: “El ritmo, que se manifiesta gracias a la medida y a la cadencia. Los versos, palabra o conjunto de palabras sujetas al ritmo. Los versos, a su vez, se reúnen en estrofas, tomando en cuenta la rima y la medida. La rima, esto es, la igualdad o semejanza de sonidos finales de los versos a partir de la última vocal acentuada.”[2] En suma, el género lírico se caracteriza por la presencia permanente del autor en la obra, pues los sentimientos y las emociones –reales o ficticios– del poeta son el tema de este tipo de obra. En este género se aprecia con mayor facilidad las cualidades propias del lenguaje literario debido a que los poemas líricos reflejan toda la habilidad creativa del autor y, por supuesto, todo el trabajo de elaboración de acuerdo con los ejes de selección y combinación; en otros términos, en los poemas líricos, se observa con mayor facilidad el empleo de los recursos del autor para generar una expresión completamente original.   [1] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 224. [2] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, pp. 224-5.

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Género dramático

Según Oseguera y Chávez, en el género dramático: “(...) el autor no narra sino que deja que toda la historia se vaya presentando por sí sola a través de los personajes que actúan virtualmente, tanto en la lectura como en la representación escénica. “Jakobson relaciona la dramática con la función incitativa o apelativa del lenguaje, porque está fuertemente orientada hacia el receptor del mensaje, ya que desea influir en su comportamiento; por eso la representa con la segunda persona gramatical “tú”.”[1] Asimismo, Oseguera y Chávez explican la estructura[2] de la obra dramática: “La exposición comprende los presupuestos de la acción, es decir, la situación de partida, la primera caracterización de los personajes y sugerencia del conflicto inmediato. “El conflicto es un tipo de problema que nace cuando se enfrentan los deberes, por un lado, y los deseos, tendencias, sentimientos e inclinaciones, por otro. “El clímax corresponde al punto culminante de la acción dramática. “La resolución se refiere al desenlace, cuando se solucionan los conflictos.”[3] En suma, el género dramático exige al autor el mayor de los esfuerzos, pues éste debe recrear totalmente un mundo donde sus personajes se desarrollan y plantean el conflicto. En este sentido, la escena es fundamental para las obras dramáticas, pues éstas fueron realizadas para ser representadas. En este sentido, el autor debe poner todo su talento en la presentación escénica, pues solamente en el escenario, su obra adquiere la totalidad de su valor expresivo.   [1] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 225. [2] No es necesario precisar que esta estructura general también es compartida por las narraciones. [3] OSEGUERA, Eva Lydia y Pedro CHÁVEZ CALDERÓN, Literatura universal, Tomo I, Publicaciones Cultural, México, 2002, p. 225.

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Conclusión acerca de los géneros literarios

Como conclusión a esta breve exposición de los géneros literarios, se puede afirmar, primero, la gran utilidad que proporcionan al facilitar la clasificación de las obras literarias; en segundo término, es importante subrayar que los géneros reflejan no sólo el empleo de las formas de elocución, sino también manifiestan la combinación de las diferentes funciones de la lengua. Por consiguiente, el establecimiento del género de una obra implica ya la profundización en el análisis de un texto. Con la finalidad de apuntalar esta exposición, conviene reflexionar acerca de las condiciones que permiten la aparición de los géneros y los subgéneros, pues esta reflexión acerca al carácter histórico e innovador que posee y ha poseído la literatura.[1] Según Gómez Redondo, esos modos de creación, los géneros literarios, están vinculados a las siguientes condiciones: 1) la voluntad innovadora de un autor. 2) La creación de una estructura (formal y temática) que reproduzca las variaciones de carácter contextual. 3) Un proceso de adecuación (recepción social). 4) La imitación de otros autores. 5) El reconocimiento de los rasgos formales que existían en el modelo.[2] Así pues, la aparición y desarrollo de los géneros no ha sido una mera invención, sino el producto de la labor creadora de los poetas y la aparición de las condiciones propicias para el desarrollo de los géneros y de los grupos genéricos.   [1] Cfr., GÓMEZ REDONDO, Fernando, El lenguaje literario, EDAF, España, 1999, p. 51, donde el autor afirma: “(...) lo importante es comprobar cómo el género literario es fruto de la creación de un determinado <discurso formal>; en cierto modo, un género o grupo genérico no sería más que un dilatado <discurso textual> que va reproduciéndose sin más alteraciones que las de los cambios temáticos y formales que los autores puedan permitirse.” Así, es justamente el desarrollo histórico el que permite establecer las pautas para comprender los géneros y sus innovaciones –formales o discursivas– a lo largo de los siglos. [2] Cfr., GÓMEZ REDONDO, Fernando, El lenguaje literario, EDAF, España, 1999, p. 50.

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