1. concepto

Formas de organización social han existido desde que el hombre alcanza la racionalidad y convive en sociedad. Los criterios de ordenación lo han sido de todo tipo, el más fuerte, el sumo sacerdote en las teocracias, entre otros. Hasta el advenimiento de la Polis griega no existe una fundamentación política del poder, que tendrá continuidad con la Civitas romanas, surgiendo las denominadas formas estructurales del Estado. Pese a ser estas dos formas históricas de organización social bastante evolucionadas y con indudable riqueza en mucho de sus ámbitos, el Estado no surgirá hasta el Renacimiento, coincidiendo con la formación de los Estados nacionales a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, y con el agotamiento y desaparición del modelo feudal y los múltiples centros de autoridad.

La necesidad de un nuevo modelo de organización social también requiere de una denominación distinta a las ya existentes (Polis, Civitas, Principado, Reino, Imperio, etc.). De esta forma será Maquiavelo, en su obra El Príncipe, quien utiliza por primera vez la palabra stato (Estado) a la vez que le otorga una significación. El estado es para Maquiavelo una forma política, la mejor para ordenar la convivencia social, que se caracteriza por la estabilidad y continuidad en el ejercicio del poder.

En el origen del Estado también influyen aspectos que no tienen únicamente carácter político, entre los que cabe destacar al menos 3: la estructura económica, la conformación social y el ordenamiento jurídico. De la importancia que demos a estos factores derivan las distintas concepciones del Estado. De esta forma hay autores que sostienen que el Estado se identifica con el ordenamiento jurídico, como Kelsen. Para otros, lo central de este nuevo modelo de organización social es la estructura institucional, así lo hace Max Weber, o el poder coactivo, como deduce Heller. Se opte por una concepción u otra de Estado, lo significativo es su definición. De esta manera podemos identificarlo como una forma de organización social, que se sustenta en una estructura institucional estable y sometida a normas, que ejerce un poder político sobre una comunidad, y en un territorio determinado.

Una vez definido el Estado es procedente responder a la justificación de su existencia. En ella debemos de partir de una realidad natural, que no es otra que el hombre necesita de la agrupación, de la ayuda de otros. En un principio para la mera subsistencia –la caza, la defensa de los ataques de los enemigos- con posterioridad la agrupación se realiza atendiendo a fines individuales y también para los sociales. Existe en la persona un impulso y una necesidad de sociabilidad. Pero a la vez, la convivencia humana resulta imposible sin un orden, sin una organización. En consecuencia, el Estado tiene su justificación en tanto que facilita la ordenación social y las pretensiones de los individuos.