Erstellt von Edu Velásquez
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Se abalanzó hacia la cocina de kerosene y hurgó en una de las hornillas malogradas.
Al recoger el pan, se acordó súbitamente de su perrito.
Se irguió y con una expresión de triunfo reclamó: ¡veinte soles de merengues! Su voz estridente dominó en el bullicio de la pastelería
Era hasta cierto punto sorprendente ver a un rapaz de esa calaña comprar tan empalagosa golosina en tamaña proporción.
El dependiente lo observó esta vez con cierta perplejidad pero continuó despachando a los otros parroquianos.
Al notar que era observado con cierta benevolencia un poco lastimosa, se sintió abochornado
Efraín gritaba para intimidarlos y sus gritos resonaban en el desfiladero y hacían desprenderse guijarros que rodaban hacía el mar.
Cuando los cubos estuvieron rebosantes emprendió el regreso
Delante de la puerta de mi cuarto quedaron acopiados sus calcetines, sus poemas, sus libros, sus mendrugos de pan, sus cajas y sus maletas.