"Con Abelardo y Lucho formamos un trío irrompible. Nos veíamos a diario, para tomar un rápido cafecito en el Bransa de la avenida la Colmena y para saber que estábamos vivos y nos necesitábamos, y para discutir sobre si Sartre o Borges era el gran maestro. Yo sostenía que el primero, Lucho, que el segundo, y Abelardo mantenía una cierta neutralidad. Su maestro, Luis Jaime Cisneros, lo había tenido un año fichando las Tradiciones Peruanas para una tesis doctoral que iba a llamarse Los paremios en Ricardo Palma, algo que lo había disgustado de la Filología y, casi casi, de la Literatura".
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