(1) La fibra es la parte comestible de ciertos alimentos. Esta es resistente a la digestión y absorción en el intestino delgado. En sentido estricto, la fibra alimentaria no es un nutriente, ya que no participa directamente en procesos metabólicos básicos del organismo. No obstante, desempeña funciones fisiológicas sumamente importantes.
(2) En primer lugar, existen dos tipos de fibra: una que es soluble, la que, al mezclarla con agua, produce gran viscosidad. Dentro de estos alimentos, se encuentran las nueces, semillas, leguminosas, la cebada, la avena y ciertas frutas y verduras. Por otro lado, también está la insoluble, que ayuda a acelerar el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento. Se encuentra sobre todo en los cereales y sus derivados –como panes y pastas-, pero en sus versiones integrales.
(3) En segundo lugar, la fibra requiere más tiempo de masticación, por lo que aumenta la salivación y mejora la salud bucal. A nivel del estómago, provoca que el vaciamiento gástrico sea más lento y aumenta el relajo en la musculatura interna, prolongando la sensación de saciedad. Además, disminuye la absorción de glucosa, lípidos y aminoácidos.
(4) Para finalizar, el incrementar el consumo de fibra en la dieta de forma gradual, junto con consumir suficiente agua, facilita el paso de la fibra por el aparato digestivo. Así, el incremento en el consumo de alimentos vegetales como frutas, verduras, leguminosas, nueces, semillas y productos integrales, garantiza que el organismo reciba la cantidad de fibra que necesita.
Adaptado http://www.fmed.uba.ar/grado/medicina/nutricion/enero2016.pdf
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