Si bien la seguridad ciudadana reconoce que la instauración de seguridad va más allá de las políticas tradicionales de control, ésta no pretende ser un sustituto de la seguridad pública, sino más bien un complemento.
La seguridad ciudadana y la seguridad pública deben ir de la mano porque la seguridad es un bien público, y como tal, es obligación del Estado proveer los medios para alcanzarla, pero garantizarla implica la intervención y participación activa de todos los actores.
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