“De pronto llega el mismo Benito Castro con la cara, las ropas y las manos rojas. Se ha manchado atendiendo a sus compañeros y con el borbollón que mana de su propia herida. Cae frente a su casa llamando a su mujer con una voz ahogada. La masacre de Llaucán ha surgido, neta, en sus recuerdos. Marguicha acude con su hijo en los brazos.
- Váyanse, váyanse- alcanza a decir el hombre, rendido, ronco, frenético, demandando la vida de su mujer y su hijo.
-¿Adónde iremos? ¿Adónde? – implora Marguicha mirando con los ojos locos al marido, al hijo, al mundo a su soledad.
Ella no sabe, y Benito ha muerto ya.
Más cerca, cada vez más cerca; el estampido de los máuseres continúa sonando”.
En este fragmento, citado del final de El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría, ¿qué enunciado se desprende?
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