El smog fotoquímico, ese misterioso cóctel de compuestos invisibles, danza en el aire bajo la luz del día. Su coreografía química desafía la vista, pero no los sentidos. Los elementos tóxicos se entrelazan, transformando el cielo en una tela brumosa que oculta sus secretos, mientras sus efectos se hacen sentir en cada respiración profunda. En esta metrópolis llena de vida, el smog fotoquímico es un actor invisible pero con presencia constante quien deja una nociva huella.
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