“Campeador, que en buena hora ceñiste espada, no podemos, Mío Cid, darte asilo por nada; el rey nos lo ha prohibido con severas amenazas. Si te abrimos, perderemos los haberes y las casas, perderemos nuestros ojos, nuestros cuerpos y aun las almas [...] Cid, en el mal de nosotros vos no ganaréis nada. Seguid y que Dios os proteja y la tierra os sea ancha.” La función predominante del lenguaje es:
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