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Las elecciones de junio de 1977
El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales en España en cuarenta y un años. La campaña electoral había durado cuarenta días. Los partidos no habían ahorrado medio electoral alguno; mítines en plazas de toros y estadios deportivos (unas cuatrocientas horas al día), avionetas, espacios en televisión; todas las paredes de ciudades y pueblos aparecían cubiertas de pósters políticos. Los partidos enfocaron las elecciones como si se tratara del lanzamiento publicitario de un producto comercial. Se votaron más las imágenes que los programas.
Votó el 79,24 por 100 del electorado, unos dieciocho millones de votantes. La elección fue pacífica, aunque confusa. En un populoso distrito de Madrid, las papeletas electorales Ilegaron dos horas tarde. Se votó con lentitud. Largas colas se formaron ante los colegios electorales. Estos estaban abarrotados de un público que comentaba libremente sus preferencias electorales.
El sistema de computadoras que el Gobierno había instalado para el recuento de votos no funcionó. El ministro de la Gobernación había prometido resultados definitivos para las ocho de la mañana del día 16. Tardó varios meses en proporcionarlos.
Las elecciones fueron un triunfo de la moderación y del deseo de cambio de una mayoría del país. El resultado electoral supuso una desautorización del franquismo. La extrema derecha, la Alianza Nacional del 18 de julio, dirigida por Blas Piñar, obtuvo menos del 0,5 por 100 del voto popular. La derecha neofranquista, representada por Alianza Popular, una coalición creada en el verano de 1976 por siete personalidades, casi todos ex ministros de Franco (Fraga Iribarne, Sílva, López Rodó, Fernández de la Mora y otros) lograron únicamente dieciséis escaños en un Congreso de trescientos cincuenta. Dos meses antes de las elecciones se especulaba que podrían lograr un 20 ó 30 por 100 de los votos: lograron un 8 por 100, menos incluso que los comunistas.
Los resultados fueron igualmente un fracaso para los comunistas y los grupos extremistas. El moderadísimo eurocomunismo de Santiago Carrillo no sirvió como reclamo electoral: los comunistas lograron veinte diputados, un 9 por 100 de los votos emitidos. La crisis militar que siguió a la legalización del PC debió ser determinante; la actitud anticomunista del Ejército debió decidir a muchos indecisos votantes de izquierda a votar, prudentemente, socialista. La extrema izquierda sólo obtuvo un escaño en el Congreso y otro en el Senado, y ambos en el País Vasco, donde el nacionalismo independentista había capitalizado siete años de violencia, represión y polarización colectiva. Pero incluso en el País Vasco ganaron los moderados; los socialistas lograron nueve de los veintiséis escaños para el Congreso; los nacionalistas moderados, ocho; el partido de Suárez, siete. Fue en Barcelona donde ganó la izquierda: los socialistas lograron once escaños y los comunistas siete de un total de treinta y tres.
Los triunfadores materiales de las elecciones fueron la coalición Unión de Centro Democrático (UCD) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con el 34,3 y el 28,5 por 100, respectivamente, de los votos. El resultado fue un éxito de los líderes de ambos partidos, el jefe del Gobierno, Adolfo Suárez, y el líder socialista, Felipe González, cuyas atractivas as imágenes personales eran como un símbolo de la nueva España.
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