Las Fases del Duelo más frecuentes por las que pasa un ser humano tras la trágica experiencia de sufrir una pérdida personal (divorcio, salud, trabajo, amistad, muerte de un ser querido, etc) no son muy distintas, por lo tanto las siguientes fases se pueden presentar en la mayoría de las personas.
La primera reacción de una persona que sufre una pérdida es usar los mecanismos de defensa (de manera inconsciente) para postergar, aunque sea un poco, el impacto que la noticia necesariamente implica.
Esta primera barrera defensiva lo lleva a decir y sentir: no quiero, no puede ser, debe de ser un error.
La negación es un mecanismo de defensa que nos acompañaba a lo largo de toda nuestra vida. La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer impacto.
Esta Fase la persona utiliza el pensamiento mágico más primitivo. Aparecen las ideas de negociar la realidad.Se piensa en hacer un trato con la vida, con Dios, con el diablo, con el médico, si la pérdida es de salud.
Está negociación es una nueva conducta defensiva que intenta evitar lo inaceptable. La gran mayoría de estos pactos son secretos y sólo quienes los hacen tienen conciencia de ello.
Finalmente todos los pasos anteriores se agotan y fracasan en el intento de alejarnos de la realidad.
La depresión suele aparece con sentimientos de angustia e ideas circulares y negativas. La depresión es más bien el resultado de la conciencia de lo perdido.
Esta etapa se resuelve más rápidamente cuando la persona encuentra el coraje y el entorno donde poder expresar su angustia y recibir la contención que necesita frente sus temores y fantasías.
La depresión es la fase del duelo donde más se atascan las personas.
Cuando la persona ve por fin la realidad, intenta todavía rebelarse contra ella, y entonces sus preguntas y sentimientos cambian. Nacen otras preguntas: porque yo, porque ahora, no es justo, y aparece el enojo con la vida, con Dios y con el mundo.
En ocasiones la persona expresa una ira que inunda todo a su alrededor; nada le parece bien, nada le conforma. Y aunque parezca mentira, se da cuenta de que lo que necesita es expresar su rabia para poder liberarse de ella.
Llegar aquí requiere que la persona haya tenido el acompañamiento y el tiempo necesarios para superar las fases anteriores.
A esta etapa se llega casi siempre muy débil y cansado. Esto se debe al esfuerzo de renunciar a una realidad que ya no es posible.
Las personas que llegan a esta etapa de aceptación suelen conquistar en su interior, por fin, un remanso de paz.