La música es emoción, «el movimiento e impulso» del ser humano. Las emociones nos posicionan en nuestro entorno y son los pilares básicos sobre los que forjamos nuestra personalidad.
Las emociones y la música comparten la misma región del cerebro; ambas se encuentran ubicadas en el cortex prefrontal, por lo que la música es capaz de provocar todo tipo de sentimientos.
La inteligencia emocional según Goleman es una forma de interacción con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y engloba habilidades tales como el control de los impulsos,
la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la Perseverancia, la empatía. El déficit de la misma repercute en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Existen tres emociones comunes que la música consigue transmitir a los individuos: la felicidad, la tristeza y el miedo.
Así mismo desarrolla sensibilidades, valores y actitudes constructivas-
Por otro lado, hoy se sabe que existe una importante relación entre la educación musical y el desarrollo de habilidades que los niños y las niñas necesitarán a lo largo de su vida, entre ellas, la autodisciplina, la sensibilidad, la paciencia, la coordinación, el trabajo en equipo o la capacidad para memorizar y concentrarse.