Segundo Mercado recuerda que la peor paliza de su vida no se la dio ninguno de los profesionales que enfrentó en el ring, sino un par de niños a los que siempre molestaba y que le propinaron una zurra cuando era betunero. «Yo he conocido la pobreza, el hambre», recuerda. Nació en Esmeraldas y su madre falleció cuando él era un niño.
Comenzó a competir como amateur en las divisiones menores. Raúl Gamboa recuerda haberlo visto por primera vez boxeando cuando Mercado tenía 11 años. En él, el boxeo era algo natural», asegura. Conocido como «Avispa», era poseedor de una gran velocidad, una fuerte pegada y un talento para entrar y salir golpeando. En los Juegos Bolivarianos de Cuenca 1985, venció al medallista olímpico venezolano Omar Catari. Tras una notable campaña, alcanzó el sueño de todo deportista: llegar a los Juegos Olímpicos.
FUERA DE SERIE
En Seúl 1988 venció en dos combates de la categoría de los 71 kilogramos. En el primero, noqueó al atleta de Ghana, Koffi Emmanuel. Mercado cuenta que ese, su primer triunfo en los Olímpicos, fue el momento más alegre de su carrera pugilística. En el segundo, venció por puntos al atleta de Zaire, Bavan Banko. En el tercer combate, frente al sueco Martin Keitel, los jueces le dieron el triunfo al europeo pese a que, según Mercado y su entrenador Segundo Chango, el combate le perteneció a todas luces al ecuatoriano. «Lo tumbé, cayó de rodillas en el tercer round y se levantó con las justas», recuerda Mercado.
Mercado subió a la categoría medio pesado y disputó el título mundial dos veces más. En ambos casos fue derrotado por KO. Continuó peleando, en mala racha, hasta que se retiró, recuerda aún la promesa incumplida que le hiciera un presidente a fines de 1988, de darle casa, carro y pensión vitalicia por haber sido el mejor deportista de los Juegos Olímpicos de Seúl. Educado y amable, sólo lamenta haber sido demasiado sencillo. «Por ser demasiado sencillo, mucha gente no me respetó».