Después de que Hernán Cortés conquistó Tenochtitlan, el interior del territorio mexicano se convirtió en el objetivo de los españoles en busca de metales preciosos; esto era explicable si consideramos que entonces, la posesión de los mismos, se consideraba como el mejor signo de riqueza. En el curso del siglo XVI se fueron extendiendo las zonas de explotación y dominio, principalmente por medio de la minería, una de las actividades más relevantes en cuanto a los avances técnicos y científicos de la sociedad moderna; por otra parte, la agricultura fue un sector de considerable influencia en la evolución de la sociedad colonial, seguida por la manufactura y los oficios.
Desde el comienzo la iglesia se desempeñó como la rectora de la economía de la Colonia pues logró sumergirse en las mentalidades de los habitantes de la Colonia a grado tal que sus fortunas se vieron incrementadas al considerarla como la salvadora de las almas, salvación que sólo podía conseguirse con el otorgamiento de las riquezas personales a la iglesia antes de morir.