Agustín De Hipona nació en Tagaste (Numidia) Souk-Ahras, el año 345. Su padre, Patricio (fallecido el año 371), era pagano aunque se convertiría al cristianismo hacia el final de su vida. Su madre, Mónica, era devota cristiana que dedicó toda su vida la conversión de su hijo, siendo posteriormente canonizada por la iglesia católica, Agustín fue educado por ésta en el cristianismo, aunque pronto abandonó su práctica. Estudió gramática y literatura latinas en Tagaste, Madaura y en Cartago, donde, posteriormente, hasta los veintinueve años de edad, enseño retórica. Entre los 15 y los 30 años de edad vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con lo que en el año 372 tuvo un hijo, Adeodatus, que en latín significa “regalo de Dios”. Tras una juventud algo disipada en Cartago, la lectura de un escrito de Marco Tulio Cicerón, el Hortensius, desapareció en la totalidad, lo llevó a la búsqueda de la verdad y emprendió, de esa manera el estudio de la filosofía. En un principio, creyó encontrar el camino en la doctrina de los maniqueos, filosofía dualista originaria de Persia y muy extendida en aquella época por el imperio romano de Occidente. Con su principio fundamental de conflicto entre el bien y el mal, el maniqueísmo le pareció una doctrina que podría corresponder a la experiencia diaria proporcionar las hipótesis más adecuadas sobre las que construir un sistema filosófico y ético. Además, su código moral no era muy estricto, lo que se adaptaba muy bien a su vida. Defendió esa doctrina durante casi diez años. Luego comenzaron las dudas. Las incertidumbres lo llevaron al escepticismo filosófico, del que solo se libraría mediante lectura de los neoplatónicos, en especial de Plotino, que seguiría influyendo en su pensamiento posterior. Hacia el 383 se trasladó de Cartago a Roma, pero un año más tarde fue enviado a Milán como maestro de Retórica se movió bajo la órbita del neoplatonismo y conoció también al obispo de la cuidad, San Ambrosio, uno de los eclesiásticos más distinguidos en aquel momento. Fue entonces cuando se sintió atraído de nuevo por el cristianismo. La posesión de la verdad únicamente la encontró Agustín en el cristianismo, al que se convirtió por influencia de obispo Ambrosio, en el año 387. Fue bautizado, con su hijo Adeodatus, por Ambrosio la víspera de pascua de ese año. Él mismo cuenta que creyó escuchar una voz, como la de un niño, que repetía: toma y lee. Interpretó esto como una exhortación divina conocer las Sagradas Escrituras. Desde entonces llevó una vida dedicada al estudio y a la contemplación, que mantuvo prácticamente hasta su muerte, a pesar de las ocupaciones del ejercicio pastoral, primero como presbítero y, después, como obispo de Hipona, en el norte de África (en la actual Annaba, Argelia), adonde había vuelto desde Italia en el año 388. Su ejercicio apostólico se dio en un periodo de gran agitación política y teológica. Los pueblos germanos amenazaban el Imperio, llegando a saquear Roma en el 410, mientras el cisma y la herejía amenazaban también la unidad de la Iglesia. Agustín emprendió una batalla teológica. Además de combatir la herejía maniqueista, participo en dos grandes conflictos religiosos. Uno de ellos con el donatismo, secta que mantenía la invalidez de las sacramentos si no era administrado por eclesiásticos sin pecado. El otro lo mantuvo con los seguidores del pelagianismo, que negaban la doctrina del pecado original. Durante este conflicto, que fue largo y enconado, Agustín desarrollo sus doctrinas del pecado original y de la gracia divina, da la soberanía divina y de la predestinación. Su muerte acaeció el 28 de agosto de 430, mientras los vándalos sitiaban Hipona y el Imperio Romano de Occidente daba los últimos estertores. Su pensamiento, de orientación platónica, define que la verdad no ha de buscarse en el mundo exterior por medio de los sentidos, sino reflexionando, volviendo la mirada hacia el interior de uno mismo: “no vallas fuera. Vuélvete hacia dentro de ti mismo. La verdad habita en el hombre interior”. San Agustín es el primer gran talento filosófico desde la filosofía griega clásica. Con su obra y con su considerable influencia en la iglesia y en el pensamiento cristiano, San Agustín contribuyó en gran manera a afianzar la orientación platónica de la filosofía en los siglos siguientes, hasta l surgimiento del aristotelismo en el siglo XIII. Los primeros escritos de San Agustín están dedicados a combatir los errores que él mismo había seguido durante su juventud. Así, combate a los escépticos, maniqueos y pelagianos en sus obrasContra los académicos y De libero arbitrio (388-401) y en sus tratados, entre los que destacan De Doctrina christiana (396-397),De Trinitate (399-401) y De natura et gratia (413). Sus obras más importantes, además de éstas, son las Confesiones (397-401) de carácter autobiográfico y su obra magistral La Cuidada de Dios (413-426). Sus otros escritos incluyen las Epístola, 270 de ellas se encuentran fechadas entre los años 386 y 429y homilías sobre diversos libros de la Biblia.
Agustín De Hipona: