Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho
escribió su primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital
mexicana. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama
de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de
Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte
virreinal de Nueva España por su erudición, su viva inteligencia y su
habilidad versificadora.
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Es notable el hecho de que a pesar de haber vivido la mayor parte de su vida en el campo, en el pueblo de Nepantla, al pie de los volcanes del Valle de México, Juana Inés no quiso formar una familia y proseguir su vida en el campo. Fue, como vemos,
en un ambiente tranquilo y nada cosmopolita donde ella se inicia en los
estudios. En esta hacienda aprendió también el náhuatl para comunicarse
con los nativos y es ahí donde comienza a manifestarse su interés por
aprender a leer y escribir.