Epicuro de Samos (341-271) Funda una escuela (307)
en el Jardín. Fue discípulo de Nausífanes (un democritiano). La fuente que
tenemos de él se debe a Lucrecio en el Naturam Rerum.
El único interés de la Filosofía es la moral. Para
él, el fin último del hombre es alcanzar la ataraxia y el
medio es el placer. “El sumo bien es el placer y el sumo mal el dolor”.
Distingue dos tipos de placeres:
1) En movimiento (de los sentidos): es vivo fugaz,
mezclado de sufrimiento.2) En reposo (del espíritu): sin mezcla de dolor, calmado, estable. Este tipo
de placer conduce a la ataraxia si se escogen con virtud. Por ello se le
considera un eudemonismo.
La virtud es la adecuada selección de placeres (simétresis).
Ésta permite a la inteligencia práctica (frónesis) llegar a la
convicción de que placer y virtud son connaturales.
Para llegar a la ataraxia, el hombre debe eliminar,
además del dolor, del temor:
a) a los dioses (del mal que causan en esta vida y del castigo en la otra).
b) de la muerte.
c) de la fatalidad.
El medio para librarnos de ella es la especulación
filosófica (Véase Lógica)
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El estado de suprema imperturbabilidad que libra al
hombre de toda preocupación y dolor es la Ataraxia. En el estado de ataraxia
descubrimos los siguientes tipos de placer:
1) Naturales y necesarios (comer, dormir). Deben
satisfacerse con virtud.
2) Naturales no necesarios (alimento y vestidos rebuscados). Deben vigilarse.3) No naturales y no necesarios (Honores, riquezas). Deben rechazarse.
1.- Procurarse placeres que no traerán ninguna
pena.
2.- Huir de las penas que no lleven ningún placer.
3.- Huir de los placeres que nos priven de placeres mayores.4.- Aceptar las penas que nos eviten penas mayores.
Propone que la lógica se llame canónica, es la
medida del recto conocimiento el saber y el conocer para la vida en función de
la utilidad.La contemplación
de la verdad está de más. La filosofía es la actividad del alma cuyo
conocimiento nos acerca a la felicidad.Sensismo: Todo conocer es
percepción sensible y nada más, que tiene lugar al desprenderse de los objetos
unas pequeñas imágenes (eidoola) que se cuelan por los sentidos, porque los
objetos emiten incesantemente efluvios (reumata), cuyo ininterrumpido fluir
produce la impresión de lo compacto y lo voluminoso, es decir, de la realidad
corpórea. Este es el verdadero conocer.
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Criterio de la Verdad:
Existen dos tipos de representaciones:
– Verdaderas: las sensibles.
– Falsas: Son tenues, no caen dentro de la emisión continua.
Las percepciones sensibles son siempre verdaderas.
A las representaciones de la fantasía corresponden seguros efluvios activos,
pues ellos mueven al alama.
Es decir, la verdad de toda sensación consiste en
la realidad psicológica de tal afección del alma.
La verdad lógica y ontológica de conocimientos
superiores depende de nuestro juicio y opinión. (Doxa upolepsis), lo que
posibilita el error.
Todo esto equivale a una petición de principio,
porque o se confronta con la realidad o con alguno de los siguientes criterios:a) Las sensaciones (aisthesis): es infalibe.
b) Las anticipaciones o prenociones (prolepsis): imagen genérica que nos
dejan las sensaciones pasadas y que nos permite explorar los nuevos,
ensayándolos 1 vez tras otra.c) Las afecciones (pathee) nos enseña también sobre el sujeto que
siente: p.e. el placer.
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Está tomada de
Leucipo y Demócrito a los que agrega el peso y la declinación.
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Nada hace nada,
por lo tanto el universo es eterno y único.
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El universo sólo
está formado de cuerpos. (Materialismo)
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Existencia del
vacío, (esencia inteligible) base del movimiento local.
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Necesidad de 2
infinitos: a) Del número de átomos. b) Inmensidad del vacío.
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Ello permite el
movimiento de los cuerpos.
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El alma es una
corriente de átomos sutiles y lisos, concentrados en el pecho. Se les llama
intelecto (nous). Repartidos por el cuerpo, el alma se le conoce como (psijé).
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Esta teoría
materialista del hombre libra al hombre del temor de la muerte: el alma muere
igual que el cuerpo. La muerte del alma es la cesación de toda sensación,
incluso el dolor. Por lo tanto, la muerte no es un mal.
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Tampoco se debe
temer a los dioses, porque no se trastornan por el curso del mundo, ni por la
historia de los hombres: no se preocupan de nosotros porque no forman parte de
nuestro mundo. Ello permite abrir el paso a la ataraxia