Desde la época de Sócrates han vivido muchos hombres empeñados en discutir las creencias aceptadas y presentarnos las cosas conocidas bajo una óptica distinta. A Sócrates se le acusó de exagerar el poder de la razón y de utilizarla sólo negativamente, pero desenmascarar errores y desembarazarse de la broza intelectual es un paso necesario para descubrir la verdad. Al cuestionar temas aceptados por todos, Sócrates no contribuyó a mantener la estructura tradicional, mientras la polis se cimentaba en unas ideas de las que nadie dudaba, como ocurre con toda institución humana.
Con Sócrates se funda el Humanismo (siglo V a.C.), pues es el iniciador de la escuela que sitúa en el primer plano de la actividad filosófica al hombre. Para Sócrates, el hombre constituía el primer objeto de estudio, en tanto que cada individuo debía conocer bien quién era, lo que se sintetiza en la famosa máxima socrática del “Conócete a ti mismo”. Su doctrina se completaba con la práctica de la virtud -la “arete”-, consistente en hacer bien aquello para lo cual el hombre ha nacido. Por último, la constante interrogación acerca del qué de todas las cosas -la ciencia, la virtud, la justicia, etcétera-redondea el concepto de ciencia en la acepción que Sócrates le daba; es decir, saber bien qué son los distintos objetos de análisis. Su método implicaba el hacer ver a las gentes, por medio de la duda, lo que en realidad ignoraban.