Filosofía de la Naturaleza Agustiniana

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Resumen de la Filosofía de la Naturaleza de San Agustín
Jorge Luis Ortiz Rivera
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Jorge Luis Ortiz Rivera
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Filosofía de la Naturaleza. (http://introduccionalafilosofia-etche.blogspot.mx/2010/04/capitulo-8.html). Este tema constituye un punto esencial de ruptura con la cosmovisión de la llamada Antigüedad Clásica. San Agustín parte de realizar una exégesis bíblica del primer libro del Génesis, en donde textualmente se señala: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”.
Creación del Mundo «Principio» -dice san Agustín- no se refiere de ninguna manera a un comienzo temporal, es decir, algo dado ini­cialmente en el tiempo, pues un comienzo implica necesariamente un antes y un después de ese comienzo y esto es implanteable porque antes de la creación no hay tiempo.
Creación, mundo y tiempo Dios ha creado simultáneamente el tiempo y el mundo, por lo que puede decirse que el mundo fue creado con el tiempo y no en el tiempo. Tiempo y mundo son coex­tensivos. En este sentido es correc­to decir que el mundo ha exis­tido siempre, porque no ha habido un tiempo en que el mundo no existie­ra. Pero es falso decir que el mundo es eterno, porque la eternidad no es la extensión total del tiempo, no es la duración continua (no debe concebirse linealmente, sobre el modelo del tiempo).
Eternidad En realidad, la eternidad consiste en la negación del tiem­po; es, en efecto, a-temporalidad. Ella señala la trascendencia de Dios -el único eterno- respecto del devenir. Eternidad es un eterno presente, permanencia plena sin movilidad ni transcurrir, constancia e inmutabilidad del Ser puro.
Creación ex nihilo Pero lo fundamental en este concepto de creación no es el problema del comienzo, sino el modo especial de relación que hay, a la vez de separación y de dependencia, entre el Creador y lo creado. El Génesis dice: “Dios creó”, y crear significa: Dios hace algo y no engendra algo; hace algo otro de sí, porque de ser engendrado sería de su misma substancia y la creación no tiene la misma substancialidad que Dios. “Existías Tú y otra cosa, la nada, de donde hiciste el cielo y la tierra”
Razones Seminales Es decir, esta crea­ción es una producción desde la nada. Técnicamente se la llama: creación ex nihilo. Para san Agustín, no sólo las formas constitu­tivas de los entes provienen de Dios (en el sentido de que en Dios existe el conocimiento de las cosas y también las ideas de esas cosas, ideas que son modelos o ejemplos conforme a los cuales crea las cosas), sino también su materia. Se advierte aquí una diferen­cia con lo afirmado en el Timeo de Platón: allí el demiurgo aporta las determinaciones formales (copiando a las Ideas), pero la materia con que opera es independiente de su tarea creadora, existe previamente a su actividad.
Razones Seminales II Si el acto creador es total y absoluto, no sólo la forma sino también la materia de las creaturas provienen de Dios. Dice Gil­son: “[Dios] contiene eternamente en sí los modelos arquetípicos de todos los seres posibles, sus formas inteligibles, sus leyes, sus pesos, medidas y números. Estos modelos eternos son Ideas, consustanciales a Dios. [Dios] ha hecho existir la totalidad de lo que fue entonces, de lo que es actualmente y de lo que será adelante. Todos los seres futuros han sido pues producidos desde el origen, junto con su materia, pero en forma de gérmenes -razo­nes seminales- que debían o deben aún desarrollarse en el decurso de los tiempos, según el orden y las leyes que Dios mismo ha previsto. Dios lo ha creado todo de una sola vez y, si bien toda­vía conserva, ya no crea más”. Las cosas fueron pues creadas por Dios, de suerte que sus efectos estaban ya implicados en sus razones seminales. La doctri­na agustiniana de las razones seminales es invocada para explicar la fijeza de las especies. Los elementos de los cuales están hechas las razones seminales poseen su naturaleza
Dios Creador San Agustín concibe la creación como un acto de instauración ontológica absoluta, un producir el ser a partir de la nada, por lo cual no necesita suponer un substrato o materia preexistente sobre el que se proyectarán las determinaciones formales. Para los griegos, en cambio, hubiera resultado absurdo tal generación del ser desde la nada (piénsese en Parménides). Toda plasmación onto­lógica, toda gestación de nuevos seres, requiere, en el caso de Platón, un algo, un sustrato previo y no creado sobre el cual proyectar la forma, precisamente porque Platón acepta el principio parmenídeo de la imposible emergencia del ser a partir de la nada.
Corolarios al concepto de Creación 1) De lo creado no hay autonomía, es decir, que la creación haya sido hecha no significa que por sí sola pueda desarrollarse y mantenerse, entre otras cosas, porque lo creado necesita de Dios para su conservación. Si de alguna manera Dios dejase de pensar en el mundo un instante, éste se aniquilaría. 2) No hay necesidad alguna de esta creación. Dios ha creado el mundo, como omnipotente que es, por un acto de bondad, de su infinita bondad. No ha sido constreñido a crear el mundo; si lo hace es porque es soberanamente bueno, para hacer participar de su ser a las creaturas. La creación entonces, es un don de Dios
Tiempo en San Agustín El contenido del Libro XI se encuentra en https://www.slideshare.net/FilibertoAlejandro/libro-xi-confesiones-de-sn-agustin
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