Entre 5400 a 3200 AC, se originaron los primeros vestigios de organización bancaria, situada en el Templo Rojo de Babilonia donde se recibían depósitos y ofrendas que se presentaban con intereses.
El año 2100 AC, Hammurabi, que reinaba en Babilonia, realiza la celebre codificación que lleva su nombre y en ella se menciona la práctica contable.
Los
griegos dieron a la actividad contable en el sistema jurídico conocido como
leyes de Solón, las que incluían los aspectos relacionados con las funciones
administrativas, así como las bases de sus usos contables.
El año 5000 AC, en Grecia, habían leyes que imponían a los comerciantes la obligación de llevar determinados libros, con la finalidad de anotar las operaciones realizadas.
En 1327, primer auditor “Maestri Racionali”, cuya misión consistía en vigilar y cotejar el trabajo de los “Sasseri” y conservar un duplicado de dichos libros, uno de estos se denomina “Cartulari” (Libro mayor) escrito en pergamino data de 1340
En 1157, Ansaldus Boilardus notario genovés, repartió beneficios que arrojó una asociación comercial, distribución basada en el saldo de la cuenta de ingresos y egresos dividida en proporción a sus inversiones.
Siglo XX surjen en el mundo las asociaciones de contadores, las cuales, con sus propias normas establecieron una serie de convenios y pautas para el ejercicio de las actividades contables; en Suecia, 1899; en Suiza 1916, y en Japón y México en 1917.
En
nuestros días, la contabilidad no es una disciplina aislada, está incrustada en la
forma misma de hacer negocios y se retroalimenta de los retos y los cambios que
deben hacer las organizaciones para lograr su misión.
Hoy día, con el desarrollo de los sistemas, la contabilidad ha logrado
ocupar el lugar que le corresponde dentro de las organizaciones. El volumen de
información que puede manejar y la alta velocidad de su procesamiento la hacen
indispensable en la exigente administración de nuestros días
En 3300 AC. Los Sumerios inventaron un sistema de escritura que consistía en la utilización de unas cuñas que permitían grabar signos sobre unas tablillas de arcilla blanda las cuales después se endurecían en un horno. Se plasmaba información requerida en cuanto a los registros comerciales.
Fray Lucas de Paciolo, Autor de la obra “Tractus XI”, donde no únicamente se refiere al sistema de registración por partida doble basado en el axioma: “No hay deudor sin acreedor”
Edmond Le Grange, al que se considera precursor de los registros tabulares, publicó en París en 1795, un tratado de teneduría de libros, en donde recomendaba el libro mayor en forma columnar