El descubrimiento del electrón y de los rayos catódicos
A mediados del siglo XIX, los científicos comenzaron a estudiar las descargas eléctricas a través de
tubos parcialmente evacuados (tubos a los que se les había extraído por bombeo casi todo el aire). Un
alto voltaje produce radiación dentro del tubo.
Esta radiación recibió el nombre de rayos catódicos porque se originaba en el electrodo negativo, o
cátodo.
El 30 de abril de 1897, Joseph John (JJ) Thomson (1856-1940) anunció el descubrimiento del electrón
(aunque él no lo llamó así, lo llamó corpúsculo) en una conferencia impartida en la Royal Institution
(Londres).
Thomson investigaba el efecto de las descargas electrícas sobre gases a presión reducida, usando
tubos de descargas como el de Crookes (1832-1919) o el de Hittorf (1824-1914).
Estaba especialmente interesado en el estudio de los rayos catódicos, un término acuñado por
Goldstein (1850-1930). Era un tema en el que muchos investigadores estaban interesados. Thomson
probó que los rayos catódicos tenían naturaleza corpuescular, estando formados por electrones.
La existencia del electrón había sido predicha por numerosos investigadores y fue propuesta como al
unidad de carga en electroquímica por G. Johnstone Stoney (1826-1911), que también propuso el
nombre “electrón” en 1881.
La primera evidencia de la existencia de partículas subatómicas y por tanto de que los átomos no
eran indivisibles como postulaba la teoría atómica de Dalton, se obtuvo de los estudios de la
conductividad eléctrica de gases a bajas presiones.