Género y desigualdades La igualdad de oportunidades y la eliminación de las distancias en la
participación social, económica y política entre hombres y mujeres han sido uno de los objetivos de la
Unión Europea, el Gobierno de España y las administraciones autonómicas y locales. Se han
producido muchos avances en los últimos treinta años pero, sin embargo, todavía persiste una brecha
importante entre ambos sexos. Siguiendo algunos informes de la Comisión Europea[2], indicaremos a
continuación las principales desigualdades que todavía persisten entre hombre y mujeres. En primer
lugar, el acceso al empleo y a las condiciones laborales sigue siendo desigual para hombres y mujeres
en la gran mayoría de las sociedades. La tasa de empleo femenino continua siendo inferior al
masculino, aunque la brecha entre ambos se ha ido reducido en algunos países. Todavía sigue siendo
una meta la eliminación de las diferencias en remuneración, en la segregación ocupacional y la poca
presencia de las mujer
Usos poco adecuados del concepto género
En primer lugar, con sexo. En muchas ocasiones hablamos de diferencias de género cuando realmente
estamos usando en nuestros análisis la variable sexo. Hablar de sexo, en lugar de género, implica la
naturalización o biologización de las diferencias sexuales. El género implica ir más allá del dato
diferencial entre sexos, supone comprender y explicar socio-culturalmente las desigualdades sociales
asentadas sobre las diferencias sexuales. Para un primer paso, es necesario poder disponer de datos
desagregados en los análisis y acciones que realizamos en la sociedad, que nos permitan aplicar la
perspectiva de género. No podemos quedarnos en la mera constatación de diferencias sexuales sino
que debemos describir cómo se construyen en las sociedades y cómo podemos transformar estas
desigualdades. El sexo no es más que una aproximación para conocer las construcciones de género.
En segundo lugar, se utiliza género como sinónimo de mujeres, como asunto de mujeres. Hablamos y
desarrollamos prog
Perspectiva de género e inclusión social Los términos inclusión, solidaridad y cohesión social
comienzan a ser usados como resultado de la desintegración de las sociedades post-industriales,
producto de la polarización y segregación social común en las áreas urbanas y de la ausencia de
ciudadanía (Atkinson, 2000). Aplicar la perspectiva de género en los retos que plantea la innovación
urbana es una propuesta de equidad, de creación de la igualdad de oportunidades para hombres y
mujeres y el reconocimiento a la participación de ambos con las mismas posibilidades en las
dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales. Significa, además, poder mejorar la eficacia
de los programas de inclusión e integración en las ciudades y ofrecer una mejor atención a las
demandas y necesidades de los grupos humanos en los programas de urbanismo, ya sea en las
propuestas o en la gestión de viviendas sociales, equipamiento o acondicionamiento territorial del
espacio público. Todo ello permite un