Crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades
El número de habitantes de
Nueva España disminuyó
durante el siglo XVI y buena
parte del XVII; aunque no
existen datos precisos en
torno a cuántos fueron los
que murieron se calcula que
fueron entre dieciocho y
veinte millones.
El equilibrio entre los factores que implicaban un aumento
demográfico y aquellos que proporcionaban su descenso
ocasionó que la población novohispana se estancara en
alrededor de dos millones de individuos entre los siglos XVI y
XVII. No fue sino hasta el siglo XVIII cuando la tasa de
natalidad superó la de mortalidad.
El aumento demográfico novohispano fue posible gracias a la disminución de
enfermedades y a una leve mejoría en la alimentación. El incremento del número de
habitantes intensificó las actividades productivas del virreinato y generó mayor riqueza.
En su momento de mayor auge, las ciudades
novohispanas enlazaban la economía de sus
respectivas regiones a través del comercio.
Desarrollo de redes comerciales internas
El comercio en Nueva España
Corresponsal
Sólo se encarga de los trabajos financieros en el
nombre del mayorista.
Almacenero mayorista
Tiene dinero y posee tanto artículos y
metales de las minas como haciendas. El
corresponsal trabaja para él.
Comerciante viandante
Vende mercancías a pueblos,
haciendas y ranchos, normalmente
viaja de pie o montado en un caballo.
Minero
Excava minerales en las minas y los
intercambia por materiales para la mina, o
los entrega a la Casa de Moneda.
Hacendado
Se dedica a la agricultura o
ganadería. Depende, siempre, del
comerciante; no importa si quiere o
no.
El papel económico de la Iglesia y las grandes fortunas mineras y comerciales
Los interesados en llevar a cabo cualquier actividad que se les reportara una
ganancia debían tener el dinero suficiente para ello. En caso de no poseerlo.
La Iglesia tardó en integrarse al sistema financiero
novohispano dado que sus principales fuentes de recursos sólo
ingresaron abundantemente en sus arcas una vez que las
actividades productivas se encontraron bien establecidas.
El importe de los créditos era empleado para comprar tierras, reparar
desperfectos o hacer frente a compromisos urgentes.
Cualquiera fuera el destino de los créditos otorgados, la
recepción constante de intereses permitió a la Iglesia y a
los comerciantes consolidar grandes capitales o bien
hacerse con las propiedades de quienes veían cómo los
bienes dejados de garantía pasaban a manso de sus
acreedores.
Las innovaciones agropecuarias, la tecnología minera e
inicios de la actividad infustrial
Los hacendados, los rancheros, los pequeños propietarios y las
comunidades indígenas estaban expuestos a los fenómenos de la
naturaleza, en especial los relacionados con la ausencia o el exceso de agua.
Las minas no estaban exentas de
problemas y con frecuencia se inundaban;
los túneles se derrumbaban o las vetas de
mineral se agotaban.
Fue en la década de 1550, en las minas de Pachuca, que se descubrió la
posibilidad de emplear mercurio en la amalgamación, y así mejorar el
rendimiento de las minas, siguiendo un método conocido como beneficio de
patio.
En cuanto a la industria, las máquinas de vapor sólo
llegaron al virreinato hasta la década de 1810.