La ciencia puede ayudar a satisfacer las esperanzas de las personas y, si se aplica apropiadamente, es
nuestra principal defensa contra las amenazas de nuestra existencia.
Pero en nuestro moderno y mal administrado mundo, muchos de los beneficios de los logros científicos se
han limitado a una cómoda minoría de nuestra población global, a las naciones más ricas y a las elites del
mundo en desarrollo.
Las naciones en desarrollo —algunas más poderosas que otras— deben
desafiar nociones de ‘propiedad’ de la ciencia.
La ciencia le debe ser devuelta a las personas como herramienta para un cambio positivo, para
promover oportunidades y garantizar seguridad.
Es el esfuerzo que se hace mediante la ciencia y la tecnología para tener un estudio o conocimiento
esto contribuye al bien común a la humanidad.
La verdad es que la causa principal de ese poco aprovechamiento de la capacidad científica de nuestros
investigadores es su aislamiento del resto de los sectores sociales.