Cuidar la piel en la adolescencia, es una
etapa fundamental para cuidar nuestro cutis
y evitar así que dentro de pocos años
muestre marcas de granitos, manchas de sol
y arrugas prematuras.
El acné es una trastorno inflamatorio
de las glándulas sebáceas de la piel,
producido por una serie de factores
hormonales e infecciosos. Afecta al
aparato pilosebáceo o glándulas
productoras de sebo, que están
distribuidas en muchas zonas del
cuerpo, en especial en la cara, el
pecho y la espalda.
Se manifiesta a través de dos tipos de
lesiones: las obstructivas, conocidas como
puntos blancos y negros (comedones); y
las inflamatorias, espinillas y nódulos,
masas profundas de color rojo que solo se
aprecian en los casos más extremos.
Si bien el acné aparece por lo
general en la pubertad -entre
los 10 y 12 años-, puede
brotar antes -sobre todo en
las mujeres- o aparecer de
forma tardía después de los
20 años. La terapia para
combatirlo dependerá del tipo
de lesión. Si el paciente solo
presenta puntos negros o
blancos, basta con cremas
que despejen los poros
tapados. Si, en cambio, tiene
espinillas se recomiendan
antibióticos orales o tópicos.
Pese a que no se sabe por qué
el acné brota en los jóvenes, se
conocen varios componentes
relacionados con éste. El más
común es el factor hereditario.
Si los padres lo sufrieron, es
muy probable que sus hijos
también lo hagan.