Libertad de ejecutar las aplicaciones.
Cualquier persona puede usar una
aplicación específica para lo que estime
conveniente, sea esto con fines
comerciales o no.
Libertad de estudiar como funciona una
aplicación y hacerle los cambios que uno
desea. El software libre proporciona la
oportunidad de aprender buenas técnicas
de programación, al poder revisar el
código existente; al mismo tiempo se
puede adaptar esa aplicación para usarla
en un entorno específico de forma
personalizada.
Libertad de redistribuir copias de las
aplicaciones. Cualquier persona puede
agrupar un conjunto de aplicaciones y
compartirlas con otras personas sin
incurrir en ningún delito de propiedad
intelectual.
Libertad de mejorar las aplicaciones y
distribuir esas mejoras. Un ejemplo de esto
es cuando uno encuentra una vulnerabilidad
en alguna aplicación y decide, en primer
lugar corregir el problema en la aplicación y
luego compartir una versión mejorada de la
aplicación con los demás.