Epicuro consideraba que la felicidad
consiste en vivir en continuo placer.
Defendió una doctrina basada en la búsqueda del
placer, la cual debería ser dirigida por la prudencia.
341 a. C. - Atenas, 270 a. C. Fue un filósofo griego,
fundador de la escuela que lleva su nombre
(epicureísmo).
Consideraba que la felicidad
consiste en vivir en continuo
placer.
Epicuro señala que existen
tres tipos de placeres:
Los naturales y necesarios
Las necesidades físicas básicas,
alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el
sentido de seguridad.
Los naturales e innecesarios
La conversación amena, la
gratificación sexual y las artes.
Los innaturales e innecesarios
Considera superfluos: la fama, el poder
político o el prestigio.
Terrible el vivir para quien haya
comprendido que nada tiene de
terrible el no vivir.
Cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres de
los disolutos ni a los que residen en el goce regalado, como creen
algunos que ignoran o no están de acuerdo o que interpretan mal la
doctrina, sino de no padecer dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.
El principio de todo
esto y el mayor bien
es la prudencia.
Preciada incluso que la filosofía resulta ser la
prudencia, de la cual nacen todas las demás
virtudes, pues ella nos enseña que no es posible
vivir placenteramente
El placer nos gusta, pues estamos diseñados
para ello. Nos hace sentir bien físicamente.
Diferenciar el placer de la felicidad y equipararlos, nos impide ver
matices que afectan a lo que acabamos consiguiendo en nuestra
vida.
Las virtudes son connaturales con el vivir
placentero y el vivir placentero es
inseparable de ellas
Tipos de placeres que distinguia.
Placeres del Cuerpo
considera que son los más importantes, en el fondo
su propuesta es la renuncia de estos placeres y la
búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal.
Placeres del Alma.
El placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal
tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal,
mientras que los del alma son más duraderos y además pueden
eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
“Todo placer es un bien en la
medida en que tiene por
compañera a la naturaleza”
Los placeres vanos no son
buenos, porque a la larga
acarrearán dolor y no sólo son
más difíciles de conseguir, sino
además más fáciles de perder.
Gozar el placer de estar vivo.
Saber discernir lo que es
verdaderamente valioso.
Compartir en la amistad tanto la
vida como el conocimiento.