es un proceso económico, tecnológico,
político y cultural a escala planetaria que
consiste en la creciente comunicación e
interdependencia entre los distintos países
del mundo uniendo sus mercados,
sociedades y culturas, a través de una serie
de transformaciones sociales, económicas y
políticas que les dan un carácter global.
La creación en 1995 de la Organización Mundial de Comercio
(OMC) es uno de los momentos decisivos de la globalización.
Por estar integrada por la mayoría de los países de la
población mundial: propiedad intelectual, regulación de
empresas y capitales, subsidios, tratados de libre
comercio y de integración económica, régimen de
servicios comerciales (especialmente educación y salud),
etc.
Este proceso originado en la Civilización occidental y que se ha expandido alrededor
del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del
siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída de los regímenes comunistas y el fin
de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI.
Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de
mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a
escala planetaria («nueva economía») cobrando mayor importancia el rol de las empresas
multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad
de consumo.
La valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones alternas o
características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de valor, pueden variar según la
ideología del interlocutor.
Esto porque el fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores,
mientras en otros ha despertado un profundo rechazo (antiglobalización), habiendo también
posturas eclécticas y moderadas.
Ciertos autores (como por ejemplo Guy Rocher) consideran que es
más adecuado en español el término mundialización, galicismo
derivado de la palabra francesa mondialisation, en lugar de
globalización, anglicismo procedente del inglés globalization, puesto
que en español «global» no equivale a «mundial», como sí ocurre en
inglés.