Por lo general, a México le va muy mal en
la medición de índices de corrupción que
hacen anualmente prestigiadas
organizaciones internacionales. Pero este
año se excedieron las expectativas y el
problema deja de ser anecdótico para
acceder a lo preocupante.
De acuerdo con Transparencia México, el año
pasado el costo económico de la corrupción en el
país rebasó los 32 mil millones de pesos, 5 mil
millones de pesos más a diferencia de 2007. Más
todavía, de acuerdo a este Índice de Corrupción,
México pasó de 197 millones de actos de
corrupción a 200 millones de éstos y por cada
“mordida” en promedio se pagó de 138 pesos a 165
pesos.
Puesto de manera objetiva estos actos de corrupción representaron un
impuesto adicional de más de 14% sobre los ingresos promedio de los
hogares mexicanos y hasta el 33% de sus ingresos para quienes reciben un
salario mínimo. Es decir, la corrupción impacta en el bolsillo de los
ciudadanos, los que asumen situaciones irregulares como “inevitables” o,
peor todavía, como “convenientes” para la agilización de trámites u
obtención de beneficio personal alguno.
Unaen las nuevas generaciones la percepción de que las reglas establecidas son relativas y siempre
pueden ser ajustadas a voluntad y con recursos de por medio. La construcción de este deforme eje de
valores es lo que está deteniendo al país en muchos aspectos de su administración públ sociedad
donde “todo se puede” y “todo se compra”, además de que rompe su tejido social, crea ica y aun de su
vida general como nación.