La otra es pragmática, es decir, lo que hacen las tecnologías. La tercera, fenomenológica o experiencial,
referida a cómo afectan las tecnologías nuestra experiencia, más allá de los aspectos funcionales e
instrumentales. Pero nuestra experiencia cotidiana se produce en una relación de opacidad con las
tecnologías, es decir, nosotros no comprendemos inmediatamente qué es lo que hay detrás de cada
tecnología, qué se está jugando con cada una de ellas, más aún, debemos tomar decisiones sobre éstas,
pero las consecuencias de nuestras decisiones cada día se escapan más de nuestras manos.
Ahora bien, en dicha fuga durante las clases interviene, por una parte, la naturaleza tecnológica de
«Windows», que permite tener varios programas abiertos al mismo tiempo, pudiendo entrar y salir
libremente de ellos, y por otra, juega un papel crucial el uso de Internet. Sin embargo, en el aula de clase, al
igual que ocurre con los programas básicos del computador, la exploración por Internet también es
controlada.
Para Heidegger lo técnico lo invade todo; la denominación de nuestra época como «era atómica» alcanza
probablemente lo existente, ya que lo restante como cultura (teatro, cine, radio, filosofía, religión,
literatura), va claudicando tras el sello que se asigna a la época. De hecho, considera que la técnica domina
también las ciencias a través de la objetividad, los esquemas de causas y efectos, y el cálculo en el análisis
de los resultados
Sobre la tecnocracia y el Estado técnico Con un acento diferente, se encuentra la discusión de la técnica
moderna dentro del marco de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt (T.W. Adorno, J. Habermas, M.
Horkheimer, A Schmidt). Para ésta, en nuestra época la técnica produce el total perfeccionamiento de los
medios técnico–científicos y la pérdida simultánea de metas objetivamente obligatorias y racionalmente
fundamentadas (Rapp, F. 1981:18-19). Según Marcuse, el progreso técnico se ha convertido en norma
general y ha traído como consecuencia, conjuntamente con la exigencia de productividad y crecimiento, que
la cultura, la política y la economía se hayan fundido en un sistema de dominación omnipotente que no
tolera ninguna alternativa y que integra sin mayor esfuerzo todas las opciones opuestas