Created by Angel J. Guerrero
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Imperialismo Colonial Normalmente aparecen asociadas dos palabras, colonialismo e imperialismo, sin embargo el significado de las dos no es exactamente el mismo aunque las dos se utilicen como sinónimos. Colonialismo o colonización es un término a cualquier forma de dominio político, económico o cultural de un territorio por otro. Imperialismo es un término más restringido a la explotación económica del territorio. La expansión colonial comienza por los grandes imperios de América y Asia con una base económica explotada por la burguesía: comerciantes. Más tarde, a finales del siglo XVIII, a G. Bretaña le surge la necesidad de expandirse por consecuencia de la Rev. Industrial. No obstante, la mayor expansión Europea se focaliza entre 1870 a 1914 en base a unas necesidades económicas, demográficas y de desarrollo de los medios de transporte. En referente a la causas económicas, la Rev. Industrial creó una súper-producción a consecuencia de adelantos técnicos, surgiendo una necesidad de ampliar nuevos mercados para vender los excedentes; además, de materias primas y alimentos a bajo coste. En tercer lugar, la oportunidad de negocio dentro de las colonias donde poder invertir el capital con mano de obra barata, sin olvidar el paro que hubo debido al aumento demográfico de la época, que hizo que emigraran a las colonias para obtener oportunidades laborales. También hubo causas políticas como es el nacionalismo, prestigio de la nación. El orgullo nacional obligaba a aumentar las colonias y evitar que las potencias rivales las ocupasen. Por otro lado, era necesario dominar las rutas marítimas comerciales y para ello es necesario puertos estratégicos o construcción de canales. Surgen oportunidades ideológicas como el planteamiento racista del hombre blanco es superior. Y la parte romántica de ampliar conocimientos geográficos y científicos. Dependiendo de las características podemos hablar varios modelos de explotación colonial: Colonias de explotación, donde la minoría blanca controla los cargos administrativos y las compañías privadas explotan las riquezas; Protectorados, en la que se le tiene un gran respeto al gobierno local indígena pero con una gran dependencia de la Metrópoli; Colonias de poblamiento, la emigración desde la metrópoli crea un fuerte asentamiento blanco donde reconstruyen el mismo modelo de vida europeo. Y por último, las Concesiones con puertos para entrada y salida de las mercaderías. La Inglaterra Victoriana y El Imperio colonial inglés La Inglaterra Victoriana El Imperio Británico alcanzó su mayor preponderancia a fines del siglo XIX, durante el reinado de Victoria, soberana que forjó la llamada era victoriana, en la cual Inglaterra fue la primera potencia industrial, comercial, política y militar del mundo. Todo esto ocurrió en lo que se conoce como la época Victoriana, llamada así por el reinado de Victoria I (1837- 1901). Muchos fueron los cambios que se produjeron en esta época. Inglaterra había forjado un imperio desde el siglo XVIII hasta el siglo el XIX pasando por la Rev. Industrial pero, llegados a este momento, en la primera etapa de la Inglaterra Victoriana se produjeron muchos cambios tanto económicos como políticos. En lo que nos referimos como cambios económicos la burguesía con la 2º Rev. Industrial ser enriqueció hasta tal punto que era necesario cambiar ciertos aspectos. Por un lado, paulatinamente, se pasó a las ideas de Adam Smith del librecambismo (libre comercio), se establece la primera marina mercante mundial y Londres se convierte en el centro mundial financiero. En lo referente a la política se cambia hacia un sistema liberal donde la burguesía, una vez más protagonista, solicita mayor representación pasando a una monarquía parlamentaria con sufragio censitario. No obstante, esta cámara, iría cambiando mediante reformas a medida que pasaban los años. En 1832 se suprimen los escaños rurales y el parlamento queda formado por dos grupos: Conservadores (antigua nobleza) y los Liberales (Alta burguesía) dejando en mano de los más ricos el poder político. Sin embargo, después de luchas de las clases bajas, en 1867 vuelve a haber otra reforma que incluiría a los profesionales Liberales (baja burguesía) para acabar en una tercera en 1884 donde se cambiaría al Sufragio Universal masculino, para más tarde, aparecer el último grupo de la cámara: el partido Laboralista. En el periodo final de la época Victoriana. Este gobierno tuvo que lidiar con el conflicto de Irlanda que pedía su independencia como país católico y no anglicano. Se llevó al parlamento las leyes que permitieran la independencia, pero no se llegó a aprobar, lo que hizo que más tarde un movimiento nacionalista llamado la Sociedad Feniana se movilizara ante el gobierno con el apoyo de los emigrantes en EE.UU. Con lo que al final, tras la 1ª Guerra Mundial, Gran Bretaña reconoce la independencia de Irlanda excepto El Ulster; la parte de Irlanda donde se asentaron los anglicanos ingleses que emigraron allí. El Imperio colonial Inglés Inglaterra, como Imperio, tenía como objetivo mantener y engrandecerlo, basándose en una política imperialista unida a valores patrióticos y de superioridad racial. Se compone de territorios heterogéneos, repartidos por todo el mundo y adquiridos en distintas épocas. Durante el siglo XIX fue consolidando posiciones a lo largo de las principales rutas comerciales que, desde Europa se dirigían a América del Sur, la India y la China, que constituyen sus principales mercados. Entre estas posiciones estratégicas, que utiliza como enclaves militares y comerciales, se encuentran: Singapur (1819), Hong Kong (1814), etc. Además de conservar las ya adquiridas en épocas anteriores, como Malta o Gibraltar en el Mediterráneo. Las tierras africanas (Gambia, Sierra Leona, Costa de oro) pierden interés para los británicos en la primera mitad del XIX al ser abolida la esclavitud. Sin embargo, estas posiciones, junto a la colonia de El Cabo (1806) servirán como plataforma para la enorme expansión territorial que se inicia a partir de 1882 en Africa. El objetivo principal fue el de unir bajo dominio británico todas las tierras entre El Cabo y el Cairo. En 1875 ya se habían adquirido las acciones egipcias del canal de Suez (1875) para garantizarse la ruta hacia la India. La expansión británica de Gran Bretaña en Africa tropieza con un intento similar por parte de Francia que intentaba unir la costa oriental y occidental; los franceses serán obligados a retirarse (Crisis de Fachoda) y Sudán se convierte en el condominio angloegipcio, comunicándose con el océano Indico a través de las recientemente establecidas colonias británicas de Kenia, Uganda y Somalia. La expansión en Africa del sur se produce al conquistar Rodesia (Zimbawe) y producirse una fuerte inmigración blanca gracias a la explotación de los yacimientos de oro y diamantes. Conquista las tierras del Trasvaal (guerra de los boers, contra holandeses 1889-1902). El núcleo fundamental del imperio fue la India, gobernada por una arcaica compañía de indias hasta 1858, y que culminó en 1876 al proclamarse la reina Victoria emperatriz. En el último tercio del XIX, utilizando la India como plataforma de expansión, se colonizan los territorios próximos, como Birmania y Malasia. El imperio colonial británico se completa con las colonias establecidas en la zona templada (Terranova, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica) preferenciales para la emigración británica. La colonización de Asia La expansión imperialista del último tercio del siglo XIX se completó con la acción colonial europea en el continente asiático. La expansión del Imperio ruso en Asia fue ante todo política. Rusia había ocupado Asia septentrional en el siglo XVII y se dirigió a mediados del siglo XIX hacia las fértiles tierras del Turquestán. A partir de 1880-1890, con la construcción del ferrocarril Transiberiano hasta Vladivostok y del ramal transmanchuriano, la presencia rusa se extendió hacia Manchuria. Los avances rusos en el Turquestán profundizaron la hostilidad con Reino Unido. Ambos países mantenían disputas sobre Persia y las tierras fronterizas de la India (Afganistán, Tíbet). Por otro lado, la penetración rusa en Manchuria originó el choque con Japón, que desembocó en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, en la que Rusia fue derrotada. La India constituyó el objeto preferente del colonialismo británico en Asia. Desde el siglo XVIII la Compañía Británica de las Indias Orientales fue ocupando gran parte del territorio, con el apoyo del gobierno británico. Para ello disponía de un ejército de soldados indios encuadrados en el ejército británico, los cipayos. Pero en 1857-1858, los cipayos, ante el desprecio de los oficiales británicos por sus creencias religiosas, se sublevaron. La revuelta obligó al gobierno británico a reorganizar la administración colonial. La Compañía fue suprimida y la India pasó a depender directamente de la corona y gobernada a través de un virrey. El recelo británico ante la expansión colonial francesa en Indochina impulsó la ocupación de Birmania, convertida en protectorado desde 1886, y de los sultanatos del centro y sur de Malasia entre 1870 y 1885. La conquista francesa en Indochina se inició en 1858-1860 con la ocupación del delta del Mekong y la firma de un tratado con el rey de Annam, que cedió a Francia las tres provincias orientales de Cochinchina. Francia deseaba controlar el delta del Mekong y del Song Koi o río Rojo para hallar una vía de penetración en el mercado chino. En 1887 se constituyó la Unión General de Indochina: – Annam, Tonkín, Cochinchina y Camboya. – Y en 1893, se incorporó Laos. En 1893 se acordó la neutralidad de Siam (actual Tailandia) como Estado independiente, aunque con algunos recortes en su soberanía. Por último, Países Bajos afirmó desde 1882 su administración sobre las Indias Holandesas (actual Indonesia y parte oriental de Nueva Guinea), y Alemania se anexionó Nueva Guinea oriental y las islas Marshall, Salomón, Carolinas y Marianas. China fue el gran objetivo comercial de las potencias europeas y Estados Unidos, primero, y de Japón, después. La prohibición del gobierno chino a la entrada del opio indio que se intercambiaba por el té y la seda originó las llamadas «guerras del opio» en 1839-1842 y 1856- 1858. Tras estas guerras Reino Unido y Francia obligaron a los chinos a negociar una serie de tratados, cuyos resultados más importantes fueron dos: – China cedió Hong Kong a Reino Unido. – Se otorgaban ciertos derechos a los comerciantes extranjeros a los que permitían establecer colonias propias en una serie de ciudades (Shanghai, Cantón), y controlar las aduanas. Ante la pasividad con la que China se doblegó a las exigencias extranjeras, surgieron movimientos ultranacionalistas radicales, como la revuelta de los bóxers, en 1900-1901; aunque finalmente fueron derrotados y se afianzó el sistema de concesiones. La situación siguió siendo inestable, y en 1911 una revolución desembocó en la proclamación de la república, que puso fin a la dinastía manchú y dio inicio a una república que tampoco trajo la estabilidad política. El reparto de África Hasta 1870 la presencia europea en África se limitaba a una serie de factorías costeras o pequeños enclaves coloniales en las zonas próximas al mar. Pero en el último tercio del siglo se produjo una total ocupación del territorio. Esta rápida ocupación produjo frecuentes enfrentamientos entre los países colonizadores. Francia y Reino Unido iniciaron el proceso colonizador en África En el África mediterránea, Francia inició en 1830 la ocupación de Argelia y en 1848 la proclamó oficialmente «territorio francés». Sin embargo, la instauración de la colonia francesa no concluyó hasta 1870. Y en 1881 los franceses establecieron un protectorado sobre Túnez. En Egipto entraron en colisión los intereses franceses e ingleses por el dominio de la ruta del Canal de Suez (inaugurado en 1869). Reino Unido estaba interesado en el control de Egipto para asegurar su ruta hacia la India. En 1882, a raíz del estallido de una rebelión nacionalista, se produjo su ocupación militar británica y finalmente convertido en protectorado inglés. La Conferencia de Berlín Las rivalidades entre Francia y Bélgica por el Congo y el creciente interés de los comerciantes alemanes por el África central, impulsaron al canciller alemán Bismarck a celebrar una Conferencia Internacional en Berlín entre 1884 y 1885. En ella se adoptaron una serie de acuerdos que debían regir la ocupación del territorio africano: 1) La libertad de comercio y de navegación por los ríos Níger y Congo, 2) la prohibición de la esclavitud, 3) el reconocimiento del «Estado Libre del Congo» como una colonia a título personal del rey de Bélgica, Leopoldo II, y 4) el principio de la ocupación efectiva, es decir, era necesario controlar militarmente y someter a la población indígena para considerarlo como propio. Este principio aceleró el reparto de África, pues las potencias se lanzaron a conquistar aquellas tierras que aún no pertenecían a ningún otro país. A finales del siglo XIX nuevas potencias se incorporaron al reparto de África. Las más importantes fueron Italia y Alemania. Italia se apoderó de Somalia y Eritrea, pero fracasó en su intento de conquistar el reino de Abisinia (Etiopía), al sufrir la derrota de su ejército colonial en Adua (1896). Alemania fue la última en participar en la carrera colonial. A partir de 1884 estableció colonias en el África Oriental (Tanganika), en Togo y Camerún, en la costa occidental, y en el área desértica del sud-oeste de África, la que luego se llamó África Suroccidental Alemana. Los conflictos internacionales Sin embargo, ni la Conferencia de Berlín ni otros acuerdos internacionales posteriores evitaron los conflictos. Uno de ellos derivó del intento de formar imperios continuos: el Reino Unido pretendía formar un imperio africano que uniese el norte con el sur del continente, enlazado con una línea de ferrocarril desde El Cairo a El Cabo. Este proyecto entró en colisión con el propósito francés de crear un eje colonial de oeste a este, desde la costa del Sahara y Guinea al Mar Rojo. Esta situación dio lugar a un grave incidente al encontrarse los ejércitos de ambas potencias en la localidad sudanesa de Fachoda (1898). El conflicto finalmente se resolvió por la vía diplomática. En el África austral, se enfrentaron los tradicionales intereses de los portugueses, establecidos desde el siglo XVI en Angola y Mozambique, de los colonos holandeses y alemanes (bóers o afrikaners) asentados en la región de El Cabo desde el siglo XVII y, por último, de Reino Unido, que ocupó El Cabo en 1806. A estas rivalidades y tensiones se sumó, desde 1884, la presencia de Alemania en el África del Sudoeste. Las tensiones entre los ingleses y los colonos holandeses se agravaron desde el descubrimiento de yacimientos mineros de oro y diamantes en las repúblicas bóers independientes de Sudáfrica, Orange y Transvaal. El conflicto desembocó en la llamada guerra anglo-bóer de 1899-1902. Como consecuencia de la derrota de los bóers, las repúblicas de Transvaal y Orange fueron anexionadas por Reino Unido. No obstante, se les otorgó una cierta autonomía dentro de la colonia británica de la Unión Sud-africana, que desde 1910 pasó a ser un dominio. A principios del siglo XX resurgieron los enfrentamientos imperialistas en el norte de África. Su escenario fue Marruecos. La cuestión marroquí, es decir, la pretensión francesa de establecer un protectorado sobre el reino de Marruecos y la oposición alemana al mismo, fue un foco de tensiones constantes entre ambas potencias, hasta el punto de constituir una de las causas de la Primera Guerra Mundial.
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