Cáncer

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Actividad 7, Psicología de la Salud.
Sarahi  Morales
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Sarahi  Morales
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PSICOLOGÍA Y CANCER     

DEFINICIÓN Y OBJETIVOS DE LA PSICOONCOLOGÍA. Término desarrollado en 1992 que se define como una sub-especialidad de la oncología. Sus objetivos son: Prevención primaria: a través de la detección e intervención sobre los factores psicosociales que pueden estar influyendo en el origen del cáncer. Prevención secundaria: mediante la detección e intervención en los factores psicológicos más importantes que permiten facilitar la detección precoz del cáncer. Intervención terapéutica, la rehabilitación y/o los cuidados paliativos: su objetivo es mantener o recuperar la calidad de vida (en los niveles de sintomatología física, autonomía y hábitos cotidianos, nivel familiar y social y nivel psicológico-emocional) que está siendo afectada por la enfermedad o su tratamiento. La investigación: fundamentalmente para propiciar su desarrollo y crecimiento.

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PREVENCIÓN PRIMARIA: FACTORES DE RIESGO

En esta primera fase de prevención primaria, tiene como objetivo impedir la aparición de la enfermedad. Gran número de autores (Blanc, 1982; Llombart, 1984; The Cancer Council Australia, 2001) señalan que la mayor parte de las causas del cáncer (en torno al 80%) son ambientales, lo que nos indica que se pueden evitar. La psicología en general y la psicooncología en particular adquieren un gran protagonismo para cambiar actitudes reducir los comportamientos que provocan cáncer y/o para conseguir aumentar las conductas saludables que previenen esta enfermedad. En el caso del tabaquismo, por ejemplo, señala Becoña (2005) desde una perspectiva científica, existen varios abordajes para dejar de fumar tan eficaces como son el consejo médico, el tratamiento psicológico, el tratamiento farmacológico y los manuales de autoayuda.

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PREVENCIÓN SECUNDARIA

Cuanto más pronto se detecta un cáncer mayores posibilidades existen de superar la enfermedad. Entre los factores psicológicos más importantes que pudieran facilitar la detección precoz, se encontrarían la capacidad para conseguir una transmisión eficaz de información a las poblaciones de alto riesgo y modificar las actitudes para que se adquieran hábitos periódicos y sistemáticos de detección. Hay un inmenso camino por recorrer de la prevención secundaria, sin embargo, la labor del psicólogo resulta especialmente valiosa para elaborar programas de entrenamiento que mejoren la comunicación entre el personal sanitario y los pacientes con el fin de conseguir una óptima calidad didáctica y la máxima difusión posible de la información.

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PREVENCIÓN TERCIARIA: INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA, REHABILITACIÓN Y CUIDADOS PALIATIVOS DEL ENFERMO DE CÁNCER

Bayés (1991) menciona cinco objetivos importantes de una acción psicológica a nivel de prevención terciaria. Conseguir que el paciente siga, lo más fielmente posible, los tratamientos y dietas prescritos por el facultativo y obtener de éste último que, dentro de los márgenes que considere admisible, adapte los mismos a las particulares características de cada paciente. Evitar en lo posible que el enfermo caiga en estados de ansiedad y depresión, los cuales, además de ser intrínsecamente indeseables, pueden contribuir a agravar la enfermedad, en otras palabras ayudar afrontar la enfermedad. Entrenamiento del personal sanitario en la mejora de sus interacciones con los enfermos y en técnicas de afrontamiento para combatir su propia ansiedad y depresión. Colaboración en la resolución de problemas tales como la comunicación del diagnóstico de cáncer al enfermo o la preparación para la muerte en los pacientes terminales. O bien, en la preparación para la vida para aquellas personas que deban reintegrarse a una vida normal tras haber sufrido durante su enfermedad mutilaciones o déficits importantes y, en general para todas las que han superado la experiencia de un cáncer sean capaces de vivir plenamente el futuro. Solución o colaboración en la solución de problemas potencialmente modificables por medios psicológicos: náuceas, dolor, ansiedad o depresión.

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Evaluación psicológica

La evaluación se debe realizar para poder diseñar una intervención. La evaluación se utiliza con dos objetivos básicos: Para discriminar los pacientes que pueden requerir una intervención psicológica de los que no Para saber cuáles son las áreas y necesidades específicas de rehabilitación que han de ser objetivo de intervención en cada uno de los pacientes individuales. El primer paso debe consistir en contactar con el equipo sanitario que esté al cuidado del enfermo. Die Trill (2003) señala que el propósito del primer contacto es, en primer lugar, para informar que se va a realizar una evaluación psicológica de su paciente, y en segundo lugar, para obtener de los profesionales sanitarios los datos que dispongan acerca de la historia clínica, su situación médica actual, la información que se le ha ofrecido al enfermo acerca de su condición física, el comportamiento y actitud del paciente ante la enfermedad en general, y ante el personal sanitario, su familia y sus amigos, la situación familiar, económica y social del paciente, los problemas existentes identificados por los profesionales sanitarios y cualquier tipo de información adicional que sea relevante en el cuidado del enfermo. El segundo paso de acuerdo con Cruzado y Olivares (1996) consiste en la realización de una entrevista clínica con el enfermo, atendiendo:  Estado funcional (actividad, independencia). Incluye su capacidad para trabajar, para hacer uso de su tiempo libre,  Síntomas físicos asociados al cáncer. Problemas  físicos causados por la enfermedad, como dolor, sueño, apetito, etc. Problemas causados por los tratamientos. Problemas  físicos causados por los tratamientos, como náuseas, ausencia de control de esfínteres, etc. Efectos psicológicos asociados. Incluye problemas de ansiedad, depresión, afrontamiento, autoestima, confianza, ect. Interacción social. Relaciones con compañeros, amigos, familiares, pareja, etc. El tercer paso consistirá en administrar los cuestionarios, escalas o inventarios que se consideren pertinentes para completar la información que nos reste y/o para utilizarlo como variable dependiente del cambio que se espera conseguir. Para seleccionar los cuestionarios más adecuados han de tener en cuenta los siguientes criterios: Pertinencia: se aplica especialmente a la selección de cuestionarios que nos ayuden a discriminar la mejor intervención para nuestro paciente. Brevedad: plantearse si es rentable o de si podrían aportan algo importante a la intervención. Fiabilidad y validez: con estas propiedades psicométricas Sensibilidad al cambio terapéutico. Los cuestionarios recomendados son: Depresión: Inventario de Depresión de Beck (Beck et al., 1961). Ansiedad: Inventario de ansiedad estado-rasgo (ESTAI E-R) (Spielberger et al., 1970). Calidad de vida: Índice de calidad de vida (Spitzer et al., 1981). Síntomas de la enfermedad: Cuestionario de síntomas y preocupaciones en pacientes de cáncer terminal (Comas, 1990). Efectos de tratamientos: Evaluación de náuseas y émesis de Morrow (MANE) (Morrow, 1991).   Afrontamiento al estrés :COPE (Carver y Scheier, 1989) y Escala de ajuste mental al cáncer (MAC) (Moorey y Greer, 1989). Apoyo social: Escala de apoyo social de Michigan (Levy et al., 1990). Adaptación: Inventario de Standford de ajuste del paciente de cáncer (SICPA) (Telch y Telch, 1982). Por último el cuarto paso hacer uso de registros y autorregistros diseñados para el fin que específicamente se persiga en cada caso.

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ABORDAJE PSICOLÓGICO DE LOS PRINCIPALES PROBLEMAS QUE SURGEN EN LAS PERSONAS CON CÁNCER

Para poder transmitir la información respecto al diagnóstico y pronóstico del cáncer deberíamos tener en cuenta los siguientes aspectos: Tener en cuenta la fase en las que se encuentra el paciente. Se ha de ir informando al paciente según sea necesario enfrentarse a cada fase del proceso, a no ser que el propio paciente exija lo contrario. Los aspectos que tienen que ver con las características y evolución de la enfermedad deben de ser comunicadas por el médico. Los aspectos más psicológicos serán revelados por el psicólogo. La información ha de ser coherente con la información que se transmita posteriormente al mismo paciente y con la proporcionada a los familiares más allegados. Averiguar lo que el paciente sabe respecto de su enfermedad. Averiguar lo que el paciente desea saber. En el caso del control de nauseas y vómitos, Redd y Andresen (1981) describieron las nauseas y vómitos anticipatorios (NVA) como la consecuencia de un condicionamiento clásico pavloviano.  Varias técnicas psicológicas han demostrado su eficacia en diferentes investigaciones experimentales: Hipnosis: que consiste en administrar sugestiones de relajación profunda y pedir al sujeto que visualice escenas agradables durante la quimioterapia. Se pide al paciente que lo practique fuera de la sesión. Este tratamiento reduce en un 50% la frecuencia de vómitos y ansiedad antes y después de la quimioterapia (Redd, 1989) Relajación muscular progresiva con imaginación: consiste en que antes y durante la infusión de quimioterapia, se aplica relajación muscular progresiva (Bernstein y Berkovec, 1973) e imaginación a escenas relajantes. El psicólogo aplica la relajación durante las 4 primeras infusiones de quimioterapia, después el paciente lo aplica solo y fuera de la sesión. Los datos revelan que esta técnica obtiene una eficacia del 50%. Biofeedback-EMG con imaginación: se aplica en múltiples lugares del cuerpo (frente, brazos, pecho).  Se comienza con el entrenamiento en biofeedback, y una vez reducida la activación fisiológica, se introducen imágenes distractoras. Esta estrategia ha demostrado su eficacia (Carey y Burish, 1988). Técnicas de control atencional: Técnicas de distracción mediante estímulos externos, mediante videojuegos u otras actividades distractoras durante la sesión de quimioterapia con el objetivo de impedir que se forme el condicionamiento clásico (Redd, 1989). Respecto al dolor su origen y sostenimiento, suelen estar implicados aspectos fisiológicos, cognitivos, emocionales y conductuales. Es decir, que en la génesis y mantenimiento de todo tipo de dolor, los factores psicológicos juegan un papel muy destacado lo que no implica la inexistencia de una causa orgánica que justifique las quejas del paciente (a no ser que se trate de un dolor psicógeno). Pero incluso en el caso de un dolor con causa orgánica los factores psicológicos son fundamentales. Para evaluar correctamente el dolor debemos tener en cuenta los siguientes aspectos: Orgánicos o fisiológicos (intensidad y características del dolor. Conductuales, actividades realizadas y hábitos que se ven interrumpidos o deteriorados por el dolor. Cognitivas, patrones de pensamiento y aspectos atencionales que sirven para aumentar o disminuir el impacto de los aspectos sensoriales en el dolor. Consecuencias, el impacto del dolor en el funcionamiento físico, interacción social, familiar, de pareja y síntomas afectivos concurrentes. Una acción puramente farmacológica puede ser inútil o insuficiente para calmar las manifestaciones de dolor de muchos enfermos crónicos, cuando los narcóticos se administran de acuerdo con un programa sistemático y no en función de los comportamientos de dolor, no aparecen signos de dependencia psicológica a la droga. Con respecto a la aversión generada a la quimioterapia los seres humanos, al igual que otras especies animales, adquieren aversiones condicionadas a sabores nuevos cuando éstos se consumen antes de la administración de un tratamiento farmacológico que induce trastornos gastrointestinales, aquí el papel del psicologo puede colaborar en la elaboración de programas para prevenir o para eliminar los rechazos que suelen acompañar a esta enfermedad y propiciando que la persona varíe las comidas que componen sus dietas para evitar el condicionamiento.

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TRATAMIENTO DE LOS PRINCIPALES TRASTORNOS PSICOLÓGICOS QUE PADECEN LAS PERSONAS CON CÁNCER

Los trastornos afectivos pueden interferir en la calidad de vida del enfermo oncológico por esto la necesidad de identificar estos sentimientos y de valorar tanto si forman parte de un trastorno emocional mayor como si requieren un tratamiento especializado. Determinar si el cansancio o la apatía, el insomnio o la falta de apetito son parte de la enfermedad cancerosa o resultado de su impacto psicológico sobre el paciente puede ser, por tanto, una ardua tarea. Hay tres tratamientos psicológicos que tienen mostrada su eficacia en la depresión. Son la terapia de conducta, la terapia cognitiva y la terapia interpersonal. Todas estas terapias constan de un programa estructurado del orden de 12-16 sesiones.  

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