Estuvieron gobernados por cinco jefes principales de carácter tiránico. Dos de ellos, el zipa o Bogotá, que residía en Muqueta (Bogotá) y el zaque, en Hunza (centro de Colombia), enemigos entre sí, dominaron a los demás. Dictaban leyes, administraban justicia, comandaban sus ejércitos y eran tan respetados, que nadie se atrevía a mirarles el rostro.
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