Created by Beatriz Par
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XAJOOJ TUUN
RABINAL ACHI
El Rabinal Achi podria ser conconsiderado como un Don, es decir, objeto artistico que puesto al servicio de la sociedad (Godelier 1998:269), forma parte de una de las modalidades de intercambio de grupo de parentesco de la sociedad maya a través de la cual se restaura la relación social funadamental.
En el popol wuj aparece que el maiz tiene sus cuatro guardianas, sus dueñas y custodias:
Ixtoj (Dueña del pago)
Ixq'anil (dueña del fruto del maiz)
Ixkakaw (dueña de la oferneda y moneda)
Ixtziya (dueña del maiz)
Desde siglo XIII al XVIel fue presentado en las comunidades maya achi .
1625, oidor Juan Maldonado de Paz, prohibio su escenificacion.
1625 a 1856 se representaba de forma clandestina.
Entre 1850 y 1855 fue dictada en Maya Achi, al abate Brasseur de Bourbourg, cura y párroco de Rabinal y Bartolo Zis depositario del tun y encagado de conservar la obra. Borurbourg trascribió al K'iche' e hizo la traducción al francés.
La obra, considerada la mejor expresión de la cosmovisión de Rabinal, se sigue representado hasta el día de hoy en el Departamento de Baja Verapaz, durante la fiesta patronal de San Pablo6, junto al baile de los Negritos y Paxcá y el Chico Mudo.
“La religión no desempeña aquí ningún papel; ni una sola vez se habla de los dioses; ninguno de sus nombres se cita: ningún rito, ni la más pequeña señal de ceremonia religiosa; ningún sacerdote representa siquiera un papel mudo (las águilas y jaguares sólo son guerreros distinguidos, podría decirse “condecorados”). ¿Cómo es, por ejemplo, que cuando el drama termina; cuando el Varón de los K'iche' cae muerto por esas águilas y jaguares, no le arrancan el corazón y lo presentan a los cuatro puntos cardinales y a sus dioses, y después al Sol y a su animador sobrenatural” (Raynaud 109-110).
El Rabinal Achí pone en escena un conflicto de poder entre los grupos quiché, es decir, entre diferentes casas de conglomerados familiares y los de Rabinal, una rama de la casa quiché. Los investigadores señalan que el drama representa el reclamo que los rabinales del siglo XIII le hicieron a los gobernantes quichés por haber destruido varios de los pueblos del valle, por lo que desistieron de pagarles el tributo correspondiente, razón por la cual éstos los invadieron. Los indígenas de Rabinal vencieron a los queché y sacrificaron a uno de sus guerreros, el Varón de los Queché.
En la obra, uno de los instrumentos musicales de la orquesta10 es el tun o gran tambor sagrado. Un instrumento que representa un microcosmos con sus tres zonas –cielo, tierra, infierno– al mismo tiempo que indica los medios a través de los cuales el chamán, es decir, el especialista de un trance durante el cual su alma se cree abandona el cuerpo para emprender ascenciones al Cielo o descendimientos al Infierno, realiza la ruptura de los niveles y establece la comunicación con el mundo de arriba y de abajo (Mircea Eliade 14-23).
La fábula del Rabinal Achí relata, en un discurso poético profuso en figuras retóricas y recursos rítmicos, el proceso a través del cual el invasor, el Varón de los Queché, es conducido por el Varón de Rabinal hacia la muerte sacrificial, previa exposición danzada de los motivos por los cuales sería sacrificado. La trama narrativa se aparta del modelo lineal en el que una acción ascendente acumula tensión, alcanzando un punto culminante que suele consistir en un vuelco de la acción en sentido contrario, para finalizar en un desenlace. El Rabinal Achí comienza con una situación dramática de tensión máxima que no refiere a la secuencia temporal clásica. Al avanzar el relato se retrocede en el tiempo para exponer los motivos que han dado lugar a la situación inicial.
Luego, el movimiento circular es perfecto e inmutable, sin comienzo ni fin, simboliza los ciclos celestes, la dialéctica entre lo celestial trascendente y lo terrenal (Chevalier 300-305).
EL HABLAR FLORIDO
Danza, música y poesía constituían en el México Antiguo tres artes inseparables y fundamentales para el ser humano15. Flor y canto eran las vías a través de las cuales los hombres tenían la posibilidad de decir “palabras verdaderas” en la tierra y acceder a la verdad, a la raíz de las cosas, a la divinidad y dar respuesta a problemas filosóficos en torno a su ser y a lo trascendente.