La Santa Sede
PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE
FRANCISCO
Atrio de la Basílica dé San Peetro
Viernes, 27 de marzo de 2020
Desde hace algunas
semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles
y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y
un vacío desolador que paraliza todo a su paso.
La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas
seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y
prioridades.
Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no
sembrar pánico sino corresponsabilidad.
No somos auto suficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los
antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Agreguémonos
nuestros temores, para que los venza.
Activar esa
solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo
parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual.
Ese espacios donde todos
puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de
solidaridad.