La UNESCO, que se encarga de enumerar, promover y proteger el Patrimonio Mundial, no ha tenido ninguna función. El establecimiento de esta nueva lista fue una decisión privada de un empresario suizo, Bernard Weber, quien creó una fundación, la "Fundación New Seven Wonders" para lanzar esta gran competencia internacional. Pero ni los sitios presentados ni la elección final se hicieron de acuerdo con la UNESCO, que tenía más bien que defenderse de cualquier interés partidista en este proyecto.
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